miércoles, 1 de abril de 2015

El país que construía una cultura de paz maltratando a sus niños





POR MYRELLA SAADEH 


Así comienza el cuento que vivimos día con día y año con año en Guatemala. Un país que ama a sus niños de tal manera, que aparecen en campañas electorales, del Gobierno, en el álbum familiar y en la publicidad de cualquier marca que promete bienestar.

La realidad, sin embargo, contradice nuestro discurso familiar, escolar, de comunidad y país. 

La Oficina del Procurador de los Derechos Humanos, desde 2010 hasta abril de 2014, reporta 14,923 denuncias recibidas por violencias contra niños y niñas.

De estas denuncias, 6,088 son por maltrato. El 47 por ciento está situado en el departamento de Guatemala y sólo el 21 por ciento en departamentos de mayoría indígena. Aclaro: son denuncias, no los casos que existen en el país.

Expertos afirman que por cada denuncia existen 10 casos que permanecen en silencio, lo que permite inferir que hay cerca de 60,000 niños maltratados durante el tiempo mencionado.

La misma fuente refiere 179 casos de violencia intrafamiliar en el mismo período, 83 por ciento de los cuales se ubicó en Alta Verapaz, Chimaltenango y Escuintla.

El Instituto Nacional de Ciencias Forenses de Guatemala (INACIF) reporta que entre el 1 de febrero y el 13 de marzo de 2015, realizaron 164 necropsias de personas menores de edad (de 0 a 18 años, y 4 no nacidos), 44 de mujeres, 116 de varones y 4 con sexualidad indeterminada por razones asociadas con trauma, heridas, asfixia, quemaduras, intoxicación y politraumatismos, lo que impone pensar que la violencia contra niños, niñas y adolescentes los lleva a la muerte.

¿Cómo se puede escribir una historia de paz en Guatemala, cuando miles de niños reciben palo cotidianamente de las personas y los contextos donde deberían recibir amor? ¿Es posible hablar de escuelas sin violencia y sin bullying cuando los propios maestros establecen la norma histórica de que “La letra con sangre entra”? ¿Será que la disciplina es posible en la familia solamente con chicote o leño en las piernas?

Según las Naciones Unidas, el concepto de construcción de paz está íntimamente asociado a los valores que devienen en actitudes que se oponen a actos de violencia y que, por el contrario, impulsan el diálogo, la incidencia y la negociación para la resolución de conflictos que amenazan con romper dicho equilibrio.

Esta organización internacional impulsa un programa de acción que propone 8 ámbitos: 

1. Promover una cultura de paz por medio de la educación. 2. El desarrollo económico y social sostenibles. 3. El respeto de todos los derechos humanos. 4. La participación democrática. 5. Comprensión, tolerancia y solidaridad. 6. La paz y la seguridad internacionales. 7. Apoyar la comunicación participativa, la libre circulación de información y conocimientos, y garantizar la igualdad entre hombres y mujeres; y 8. La crianza con cariño.

Sobre ésta última, hay que decir que fue otra iniciativa que la sociedad civil guatemalteca puso a funcionar a partir de 1992, la cual busca promover entre padres e hijos espacios para aprender nuevas formas de relacionamiento, impulsar un mejor funcionamiento familiar, libre de violencias físicas, psicológicas y emocionales, y superar los patrones violentos en la crianza, así como modelos autoritarios o permisivos. El fin último sería construir otros modelos democráticos, llenos de expresiones de cariño y elogios, como estilo de vida personal y familiar. 

Es la sociedad civil la que ha fomentado estas estrategias a través de su accionar institucional. Los garantes y principales responsables (el Estado) se mantienen al margen, y por ello, en el país los resultados educativos, económicos, políticos y sociales se estancan o retroceden.

Guatemala se caracteriza por sucesivos gobiernos de violaciones a los derechos humanos de las personas incluyendo a las mujeres y a la niñez. Gobiernos intolerantes y poco solidarios en donde la participación de los chicos y las chicas está siendo considerada como terrorismo. Es un país que persigue con más inquina a los escolares que a los actores del crimen organizado que vienen provocando una creciente violencia en el país.

Entonces, ¿cómo el Estado de Guatemala promueve una cultura de paz maltratando o permitiendo la violencia contra la niñez? 

Pareciera que no tuviera claro, más allá de los discursos políticos, que es la niñez la población que con más voluntad y esfuerzo debería proteger, porque es su obligación y porque a ello se comprometió al ratificar la Convención sobre los Derechos del Niño (en 1990) y otros instrumentos legales internacionales y nacionales. 

Porque será únicamente cumpliendo con estos compromisos como alguna vez podrían escribir un cuento cuya introducción sea así: “Érase un país en paz, que cuidaba y amaba a sus hijos y a sus hijas…”.




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Myrella Saadeh      LABERINTO  

 

El nombre de esta columna es un lugar complejo, desde donde propongo hacer un recorrido por la situación de la niñez de Guatemala. Soy psicóloga, catedrática de la Facultad de Humanidades de la Universidad Rafael Landívar de Guatemala e investigadora, y soy directora de PAMI. Una organización que promueve los derechos y la participación de la niñez y la adolescencia desde 1989.









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