POR ERNESTO PACHECO
En el mundo
hay proclamados 194 países según la lista en orden alfabético desde Afganistán
hasta Zimbabue, y Guatemala estaría en el puesto 73 entre Grecia y Guyana.
De Grecia
sabemos algo. De Guyana; difícilmente.
De entrada,
Grecia no es una isla. Guatemala y Guyana tampoco; aunque muchos creen por lo
menos que dos de las tres lo son.
Grecia
queda en Europa. Ese continente mítico del que muchos guatemaltecos dicen
venir. Mientras tanto, los guyaneses reclaman herencia africana e hindú porque
claro, siendo todos morenos, es muy difícil que reclamen ancestros en el viejo
continente a pesar de haber tenido su época colonial como todos por acá.
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Guyana
queda sobre una de las formaciones geológicas más antiguas del mundo que data
de la era de los supercontinentes.
Al oeste tiene
a Venezuela, país muy popular en los medios de comunicación últimamente. Al sur
a Brasil, país de futbol, samba y mujeres enormes de piel morena. Pero el
desarrollo cultural de Guyana es muy reciente y determinado por sus culturas de
procedencia, mientras que en tierras guatemaltecas y griegas se desarrollan dos
de las siete culturas más complejas de la Antigüedad, estando incluso la
guatemalteca dentro de las cinco con mayor relevancia.
Guatemala y
Guyana tienen en común su clima tropical, sus extensiones de cultivo y selva
que producen una gran diversidad natural.
Los guyaneses
se diferencian de los guatemaltecos en que a nosotros el acento inglés y
francés no nos queda. Pero eso de ningún modo es desventaja cuando hablamos de
las importancias culturales. Y si vamos aterrizando en la triple comparación,
es interesante que en Guatemala actualmente se habla tres veces más idiomas que
en Grecia y Guyana juntas.
A Grecia se le
reconoce por sus grandes obras arquitectónicas antiguas. El Partenón,
Odeón y quién sabe cuántos “ons” más, pero ojo. Los guatemaltecos contamos con
uno de los mayores inventarios de ciudades antiguas del mundo, superando por
mucho en cantidad y densidad a los sitios arqueológicos griegos.
Tikal,
Mirador, Takalik Abaj e Iximché, sólo por mencionar algunos.
Incluso hay
que recordar las ciudades desmanteladas en la colonia y las que recién se están
explorando.
En cuanto a la
cultura viva, Guyana tiene lo suyo.
La Pascua, la
fiesta hindú de Divali o la fiesta musulmana de Eid-ul-Adha. Todas, o la gran
mayoría, son manifestaciones culturales traídas por los migrantes. Lógico,
cuando se trata de un país con una pequeña población en donde la mayoría
son hindúes y musulmanes, así como Guatemala se enorgullece de sus
tradiciones importadas y saborizadas localmente, que son incontables, y que
acompañan perfectamente a las fiestas y tradiciones más antiguas que aún se
practican, tal como pasa en Grecia, solo que en menor colorido y diversidad.
Si continuamos
con la comparación, empezamos a dibujar una realidad de la que damos poco uso,
y es que Guatemala al final tiene más que Guyana y Grecia juntas. Claro y pelado: ¡Tenemos más! Y de eso que
nos sobra, a mucho del mundo le hace falta.
Casi nadie
puede presumir esta cantidad y calidad de manifestaciones culturales. Tan pocos
países pueden hacerlo, que la gran mayoría de nuestras tradiciones son
manifestaciones únicas. Como quien dice, no hay en otro lugar, por más que lo
busquemos en África, Asia, Norteamérica, Europa o la luna.
A esto tan
único que tenemos y que nos hace superar a otros países, lejos del puesto 73
del orden alfabético mundial, o del 125 de 194 que según el PNUD tenemos como
indicador de desarrollo; se le llama en la teoría “valor o producto escaso” y
como tal, entre más escaso (como si se tratara de un reloj de diamantes azules),
es más valioso, cotizado y vendible.
De estas
manifestaciones culturales escasas y valiosas se pueden construir nuevos
productos e innovaciones.
Ya no sólo
hacemos relojes de diamantes azules. Ahora vendemos servicios, moda,
gastronomía, poesía, cine. Incluso podríamos tener ciencia y tecnología (muy
escasa, tal como los griegos y los guyaneses pueden hacer y hacen), pero
nosotros con una mayor ventaja, y es que los superamos en este tipo de recursos.
Como
guatemaltecos hemos negado, menospreciado y retardado este potencial por
muchas razones que en su momento podemos discutir, pero de algo estamos
seguros, y es que cada vez entendemos esta ventaja y la queremos explotar.
Nuestros
productos son únicos pero para que produzcan riqueza para todos, debemos hacer
una inversión única, que se multiplicará seguramente en su momento.
Para dar un
ejemplo, la Semana Santa en Antigua.
Las hermandades invierten Q1,889,400 y centavos para realizarla, y esto mueve
Q662,069,400 y centavos directos e indirectos durante las actividades.
Para
reflexionar, imaginemos llenando el país de valores escasos durante todo el
año. Tarea que para Guatemala es una ganga en comparación con Grecia y Guyana.
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¡Muy buen escrito mi querido Pacheco! La pura realidad, tenemos la realidad frente a nosotros y no la vemos....
ResponderEliminar¿Que verdad?¿Imaginarnos lo que pasaría si invirtiéramos en lo que mejor sabemos hacer o acusar de avaros a los religiosos? Sea cual sea la inclinación, habrán detractores y defensores por producciones efímeras con utilidades cuantiosas.-
ResponderEliminarBuena comparación, interesante articulo, Guatemala necesita una nueva óptica si quiere salir del agujero donde esta y este tipo de ideas hay que intentarlas, seguimos con las mismas formulas y no llevan a nada.
ResponderEliminarha.
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