lunes, 23 de febrero de 2015

La torre de Babel





POR CHRISTIAN RODRÍGUEZ 


“Ni Christian Rodríguez naiz eta guatemalakoa naiz, baina duela bost urte Euskal Herrian bizi naiz. Y ya me podrán perdonar que no sé mucho más de euskera…” Así iniciaba mi conferencia sobre montañismo centroamericano en Pamplona, Navarra. 

No existe consenso para dar explicación al origen de los idiomas. Lo más conocido seguro sea la teoría bíblica que cuenta que después del diluvio, todos los hombres (y supongo que también las mujeres) hablaban una misma lengua, vivían en las llanuras de Sinar y allí decidieron construir la torre más alta del mundo, cuya cúspide alcanzaría llegar hasta el cielo. La Torre de Babel.

Pero como a Dios no le gusta la competencia, se enfadó y los castigó. Con solo tronarse los dedos, de repente toda la humanidad comenzó a hablar distintos idiomas y no pudieron entenderse.

Dejaron de construir la torre porque no podían ponerse de acuerdo. Se dividieron y fueron migrando a todos los rincones de la Tierra. Pero bueno, ya nadie cree en esas leyendas infantiles, ¿o sí?

Migrar es uno de los Derechos Humanos Universales. Las personas migran por distintas razones. Para huir de la pobreza, de la violencia, exiliados o por la degradación de sus ambientes.

Pero también hay razones menos traumáticas, como buscar un lugar más de acuerdo a nuestros gustos, reencuentros familiares o como en mi caso, siguiendo el amor.

En todo caso, migrar representa enfrentar una serie de barreras culturales, principalmente las referidas al idioma, aunque en el lugar de destino se hable la misma lengua. Cada región tiene sus propios vocablos, acentos, tonos y definiciones de las palabras.

Mi llegada a otra región, de un país, en otro continente; me causó al principio una serie de confusiones.

Lo primero probablemente fue el tono de voz. No es lo mismo escuchar un «buenos días» al modo respetuoso, tranquilo y parsimonioso del guatemalteco rural, que a la forma ronca, agresiva y a gritos como se habla en el norte de España. Los primeros «buenos días» que me dieron en Bilbao me hirieron la psique. Me sentí intimidado, agredido, casi violado. Me pareció que en realidad me habían dicho: «Te voy a matar hijo de tantas». Me llevó bastante tiempo asimilarlo, pero al final uno se acostumbra a todo.

Luego vinieron los significados de las palabras, a lo cual es más complejo adaptarse porque hay que elegir la palabra correcta en el sitio adecuado. Sobre todo cuando se viaja tanto como es mi caso por mi afición al montañismo.

Por ejemplo, el término «morro» en Honduras es un elogio de persona inteligente, pero en Argentina quiere decir nariz. En Colombia hace referencia a una comida excesiva, en Guatemala es cabeza o una manera despectiva de referirse a un homosexual; y en España significa hocico de animal o tener descaro. De allí tantos malentendidos.

En España parecía estar todo al revés. A los bananos les llaman plátanos y a los plátanos bananos, a las tortitas tortillas y a las tortillas tortitas. Para decir «recibir clases» dicen «dar clases», y así. Cuántas veces no seguí a alguna persona cuando me dijeron «venga», cuando en realidad querían decir «adiós» o «ya te puedes ir».

Y qué decir de la fonética. A punto estuve de reprobar un examen de orientación y manejo de mapas en montaña por confundir «cima» con «sima». Las letras «c» y «s» en las regiones hispanoparlantes de América suenan exactamente igual. Se articulan de la misma manera como una consonante fricativa sorda dentoalveolar (esto lo copié de la Wikipedia), mientras que en la región ibérica la «c» es el equivalente a la «z», que se reproduce con un sonido de articulación obstruyente interdental. Así que hay diferencia entre una y otra.

La primera «cima» es de cúspide, techo, el pico de una montaña; y «sima» se refiere a un «hueco». Y aquí más confusión porque «hueco» en Perú es vagina, en El Salvador presuntuoso y en Guatemala homosexual.

Y si esto es complicado, no digamos las confusiones que se dan cuando coexisten varios idiomas sin relación alguna, como el caso del castellano y el euskera (vasco).

Resulta que un día fui por los resultados de otra dura prueba física a la que me había sometido para optar al segundo año de Técnico Deportivo de Guía de Montañismo. Mi resultado: reprobado.

-¿Y eso por qué? -pregunté extrañado.
-Es gay –respondió el secretario, con tono indiferente.   
-Pero ¿cómo? ¿Qué tiene que ver mi sexualidad con el resultado de un examen de resistencia física?

Consciente de que no son gay, pedí el resultado por escrito y ahí se leía perfectamente «ez gai», que en euskera significa «no apto». Así que meses más tarde tuve que repetir el examen y lo aprobé. Entonces sí que me sentí gay (alegre en inglés).




Christian Rodríguez


Aprender todas estas características del propio idioma, y de otros; no solo es divertido sino también te hace crecer como persona. Es un buen ejercicio mental, y sin dudarlo te hace apreciar mejor la diversidad, la belleza y riqueza cultural que existe en este planeta. Puedes aprender viajando, migrando o también leyendo. 

Para mí fue un gran honor que me invitaran a impartir una conferencia sobre montañismo a mujeres indígenas de San Andrés Itzapa, Chimaltenango, el año pasado. La di en castellano, pero con pequeñas frases en kakchikel como: “Xqaq'ij” (Buenas tardes),  “Achike ab'i'” (¿Cuál es tu nombre?), “Yojch'on yan chik” (Hasta pronto) o “Matyox chawe” (Muchas gracias). Logré que las personas (de por sí desconfiadas de que les hable un «kaxlan»*) se rieran conmigo, preguntaran, comentaran y me cogieran confianza (cogieran de «agarrar», no de «follar»).

En Guatemala existe una actitud enfermiza del ladino en cuanto a hablar o aprender otros idiomas que no sea el inglés. Me refiero sobre todo a los idiomas originarios.

Discriminan y se burlan de personas indígenas por no hablar «correctamente» el español, como si acaso esa fuera su lengua materna.

En muchas escuelas capitalinas últimamente enseñan palabras en algún idioma maya, y muchos padres y madres ya se han quejado. Tristemente esa es la mentalidad mediocre de las personas ladinas promedio, que piensan que los idiomas regionales tienen poca utilidad, o los considera un obstáculo a la comunicación, al progreso y a cierto nivel de cultura.

He visto incluso cómo se le discrimina a personas europeas o “gringas” por hablar kakchikel o tz'utujil o cualquier otro idioma maya.

Guatemala es un país multicultural, de gran riqueza, en donde se hablan más de 25 idiomas. Para muchas personas esto es parte del problema social en que vivimos. Que nos divide, dicen, y que así nunca seremos un país desarrollado. Lo que no saben es que en los países más desarrollados también se hablan muchos idiomas y dialectos étnicos.

En Alemania, por ejemplo, aparte del idioma alemán; se hablan 19 idiomas más como el brandenburgués, ripuarisch, moselfränkisch, pfälzisch y hessisch, entre otros. En Francia más de 70. Aparte del idioma francés, está el alsaciano, catalán, corso, vasco, beanés y otro montón más con cientos de miles de hablantes, tal el caso del bretón y sus cuatro dialectos. Y en España no se habla solo español, también dialectos como el caló, tamazight, dariya y otros idiomas como el gallego, aranés, aragonés, asturiano y el catalán (con más de cinco millones de hablantes), así como también el euskera con al menos seis dialectos diferenciados. A esto hay que agregarle la gran cantidad de idiomas y dialectos provenientes de la constante migración global. Con eso ya la liamos parda, pero ¡qué bella es la diversidad!


* Kaxlan: en idiomas mayas, una forma despectiva de referirse a extranjero, ladino, Iglesia o Gobierno. Traducido como "Quienes no producen alimento"




¡Hasta la próxima, Jā sayōnara, gero arte, yojch'on yan chik!






Christian Rodríguez      DE SIMAS Y CIMAS


     

Nací en 1976.

Crecí en la zona 18 influenciado por la pobreza, las injusticias sociales, la falta de oportunidades y la constante amenaza de la violencia de la guerra y las pandillas. 


 

Para escapar me fui a probar suerte a las montañas. 

 

Más de 400 ascendidas en Europa, África y América.



Entrené muy duro: «Potencia» acarreando agua hasta mi casa. «Resistencia» colgándome de las ventanas de viejos autobuses para ir a estudiar y trabajar. «Velocidad» huyendo de la delincuencia común.    


Migré a tierras vascas (2009) siguiendo el amor.

Soy guía de montaña titulado en Europa, conferencista, galardonado escritor y fotógrafo. 

Además, presidente de una ONG con proyectos de cooperación y becas estudiantiles en Guatemala y organizador de programas de montañismo para migrantes, personas con discapacidad o sin hogar. 


«Guatemalteco Ilustre 2014» aunque no sé por qué sinceramente. De «ilustre» no tengo nada y de «guatemalteco» me queda poco. Me considero ciudadano del mundo.




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2 comentarios:

  1. El término castilian o kaxlan se antepone a los sustantivos para identificar lo venido de Castilla [España], ejemplo kaxlan wa, "pan"; kaxlan tzij, "idioma español"; kaxlan ja', "cerveza"; incluso en Nāhuatl aparece la palabra castillantotolim o castillan totolim, "pollo, gallo, gallina".

    Dada la explicación anterior, por ningún motivo kaxlan es algo despectivo.

    Saludos cordiales.
    ¡Katinchab'ej chik!

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  2. Saludos Cristian Rodríguez, he leido tu artículo gracias a Wilhelm López que hace uno minutos me lo envió... Yo eh vivido situaciones bochornosas, chistosas e incluso peligrosas por equivocar los términos que para mi eran los adecuados y... fueron todo lo contrario y eso que solamente ha sido en Centroamérica y México... Por eso ahora tengo un poco de cuidado en no usar modismos fuera de la frontera... SALUD!!!

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