POR CHRISTIAN RODRÍGUEZ
“Ni
Christian Rodríguez naiz eta guatemalakoa naiz, baina duela bost urte Euskal
Herrian bizi naiz. Y ya me podrán
perdonar que no sé mucho más de euskera…” Así iniciaba mi conferencia sobre montañismo centroamericano
en Pamplona, Navarra.
No existe consenso
para dar explicación al origen de los idiomas. Lo más conocido seguro sea la
teoría bíblica que cuenta que después del diluvio, todos los hombres (y supongo
que también las mujeres) hablaban una misma lengua, vivían en las llanuras de Sinar
y allí decidieron construir la torre más alta del mundo, cuya cúspide alcanzaría
llegar hasta el cielo. La Torre de Babel.
Pero como a Dios no
le gusta la competencia, se enfadó y los castigó. Con solo tronarse los dedos,
de repente toda la humanidad comenzó a hablar distintos idiomas y no pudieron
entenderse.
Dejaron de construir
la torre porque no podían ponerse de acuerdo. Se dividieron y fueron migrando a
todos los rincones de la Tierra. Pero bueno, ya nadie cree en esas leyendas
infantiles, ¿o sí?
Migrar es uno de los
Derechos Humanos Universales. Las personas migran por distintas razones. Para huir
de la pobreza, de la violencia, exiliados o por la degradación de sus ambientes.
Pero también hay
razones menos traumáticas, como buscar un lugar más de acuerdo a nuestros gustos,
reencuentros familiares o como en mi caso, siguiendo el amor.
En todo caso, migrar
representa enfrentar una serie de barreras culturales, principalmente las
referidas al idioma, aunque en el lugar de destino se hable la misma lengua. Cada
región tiene sus propios vocablos, acentos, tonos y definiciones de las palabras.
Mi llegada a otra
región, de un país, en otro continente; me causó al principio una serie de
confusiones.
Lo primero
probablemente fue el tono de voz. No es lo mismo escuchar un «buenos días» al
modo respetuoso, tranquilo y parsimonioso del guatemalteco rural, que a la
forma ronca, agresiva y a gritos como se habla en el norte de España. Los
primeros «buenos días» que me dieron en Bilbao me hirieron la psique. Me sentí
intimidado, agredido, casi violado. Me pareció que en realidad me habían dicho:
«Te voy a matar hijo de tantas». Me llevó bastante tiempo asimilarlo, pero al
final uno se acostumbra a todo.
Luego vinieron los significados
de las palabras, a lo cual es más complejo adaptarse porque hay que elegir la
palabra correcta en el sitio adecuado. Sobre todo cuando se viaja tanto como es
mi caso por mi afición al montañismo.
Por ejemplo, el
término «morro» en Honduras es un elogio de persona inteligente, pero en Argentina
quiere decir nariz. En Colombia hace referencia a una comida excesiva, en
Guatemala es cabeza o una manera despectiva de referirse a un homosexual; y en
España significa hocico de animal o tener descaro. De allí tantos malentendidos.
En España parecía
estar todo al revés. A los bananos les llaman plátanos y a los plátanos
bananos, a las tortitas tortillas y a las tortillas tortitas. Para decir
«recibir clases» dicen «dar clases», y así. Cuántas veces no seguí a alguna
persona cuando me dijeron «venga», cuando en realidad querían decir «adiós» o «ya
te puedes ir».
Y qué decir de la fonética.
A punto estuve de reprobar un examen de orientación y manejo de mapas en
montaña por confundir «cima» con «sima». Las letras «c» y «s» en las regiones
hispanoparlantes de América suenan exactamente igual. Se articulan de la misma
manera como una consonante fricativa sorda dentoalveolar (esto lo copié de la
Wikipedia), mientras que en la región ibérica la «c» es el equivalente a la «z»,
que se reproduce con un sonido de articulación obstruyente interdental. Así que
hay diferencia entre una y otra.
La primera «cima» es
de cúspide, techo, el pico de una montaña; y «sima» se refiere a un «hueco». Y
aquí más confusión porque «hueco» en Perú es vagina, en El Salvador presuntuoso
y en Guatemala homosexual.
Y si esto es
complicado, no digamos las confusiones que se dan cuando coexisten varios idiomas
sin relación alguna, como el caso del castellano y el euskera (vasco).
Resulta que un día
fui por los resultados de otra dura prueba física a la que me había sometido
para optar al segundo año de Técnico Deportivo de Guía de Montañismo. Mi
resultado: reprobado.
-¿Y eso por qué? -pregunté
extrañado.
-Es gay –respondió el
secretario, con tono indiferente.
-Pero ¿cómo? ¿Qué
tiene que ver mi sexualidad con el resultado de un examen de resistencia
física?
Consciente de que no
son gay, pedí el resultado por escrito y ahí se leía perfectamente «ez gai»,
que en euskera significa «no apto». Así que meses más tarde tuve que repetir el
examen y lo aprobé. Entonces sí que me sentí gay (alegre en inglés).
Christian Rodríguez |
Aprender todas estas
características del propio idioma, y de otros; no solo es divertido sino también
te hace crecer como persona. Es un buen ejercicio mental, y sin dudarlo te hace
apreciar mejor la diversidad, la belleza y riqueza cultural que existe en este
planeta. Puedes aprender viajando, migrando o también leyendo.
Para mí fue un gran
honor que me invitaran a impartir una conferencia sobre montañismo a mujeres
indígenas de San Andrés Itzapa, Chimaltenango, el año pasado. La di en
castellano, pero con pequeñas frases en kakchikel como: “Xqaq'ij” (Buenas
tardes), “Achike ab'i'” (¿Cuál es tu
nombre?), “Yojch'on yan chik” (Hasta pronto) o “Matyox chawe” (Muchas gracias).
Logré que las personas (de por sí desconfiadas de que les hable un «kaxlan»*) se
rieran conmigo, preguntaran, comentaran y me cogieran confianza (cogieran de
«agarrar», no de «follar»).
En Guatemala existe
una actitud enfermiza del ladino en cuanto a hablar o aprender otros idiomas
que no sea el inglés. Me refiero sobre todo a los idiomas originarios.
Discriminan y se
burlan de personas indígenas por no hablar «correctamente» el español, como si acaso
esa fuera su lengua materna.
En muchas escuelas
capitalinas últimamente enseñan palabras en algún idioma maya, y muchos padres
y madres ya se han quejado. Tristemente esa es la mentalidad mediocre de las
personas ladinas promedio, que piensan que los idiomas regionales tienen poca
utilidad, o los considera un obstáculo a la comunicación, al progreso y a
cierto nivel de cultura.
He visto incluso cómo
se le discrimina a personas europeas o “gringas” por hablar kakchikel o tz'utujil o cualquier otro idioma maya.
Guatemala es un país
multicultural, de gran riqueza, en donde se hablan más de 25 idiomas. Para
muchas personas esto es parte del problema social en que vivimos. Que nos
divide, dicen, y que así nunca seremos un país desarrollado. Lo que no saben es
que en los países más desarrollados también se hablan muchos idiomas y
dialectos étnicos.
En Alemania, por
ejemplo, aparte del idioma alemán; se hablan 19 idiomas más como el brandenburgués,
ripuarisch, moselfränkisch, pfälzisch y hessisch, entre otros. En Francia más
de 70. Aparte del idioma francés, está el alsaciano, catalán, corso, vasco,
beanés y otro montón más con cientos de miles de hablantes, tal el caso del bretón
y sus cuatro dialectos. Y en España no se habla solo español, también dialectos como
el caló, tamazight, dariya y otros idiomas como el gallego, aranés, aragonés,
asturiano y el catalán (con más de cinco millones de hablantes), así como
también el euskera con al menos seis dialectos diferenciados. A esto hay que agregarle
la gran cantidad de idiomas y dialectos provenientes de la constante migración
global. Con eso ya la liamos parda, pero ¡qué bella es la diversidad!
* Kaxlan: en idiomas mayas, una forma despectiva de referirse a extranjero, ladino, Iglesia o Gobierno. Traducido como "Quienes no producen alimento" |
¡Hasta la próxima, Jā
sayōnara, gero arte, yojch'on yan chik!
Christian Rodríguez DE SIMAS Y CIMAS
Nací en 1976.
Crecí en la zona 18 influenciado por la pobreza, las injusticias sociales, la falta de oportunidades y la constante amenaza de la violencia de la guerra y las pandillas.
Para escapar me fui a probar suerte a las montañas.
Más de 400 ascendidas en Europa, África y América.
Entrené muy duro: «Potencia» acarreando agua hasta mi casa. «Resistencia» colgándome de las ventanas de viejos autobuses para ir a estudiar y trabajar. «Velocidad» huyendo de la delincuencia común.
Migré a tierras vascas (2009) siguiendo el amor.
Soy guía de montaña titulado en Europa, conferencista, galardonado escritor y fotógrafo.
Además, presidente de una ONG con proyectos de cooperación y becas estudiantiles en Guatemala y organizador de programas de montañismo para migrantes, personas con discapacidad o sin hogar.
«Guatemalteco Ilustre 2014» aunque no sé por qué sinceramente. De «ilustre» no tengo nada y de «guatemalteco» me queda poco. Me considero ciudadano del mundo.
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El término castilian o kaxlan se antepone a los sustantivos para identificar lo venido de Castilla [España], ejemplo kaxlan wa, "pan"; kaxlan tzij, "idioma español"; kaxlan ja', "cerveza"; incluso en Nāhuatl aparece la palabra castillantotolim o castillan totolim, "pollo, gallo, gallina".
ResponderEliminarDada la explicación anterior, por ningún motivo kaxlan es algo despectivo.
Saludos cordiales.
¡Katinchab'ej chik!
Saludos Cristian Rodríguez, he leido tu artículo gracias a Wilhelm López que hace uno minutos me lo envió... Yo eh vivido situaciones bochornosas, chistosas e incluso peligrosas por equivocar los términos que para mi eran los adecuados y... fueron todo lo contrario y eso que solamente ha sido en Centroamérica y México... Por eso ahora tengo un poco de cuidado en no usar modismos fuera de la frontera... SALUD!!!
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