sábado, 14 de febrero de 2015

El voto nulo como arma de guerra





POR CHRISTIAN ECHEVERRÍA 



Según un estudio de Acción Ciudadana, los comandos de campaña de los partidos políticos invirtieron US$10 por elector en los comicios de 2011, y el costo total del proselitismo fue de Q637 millones. La Ley Electoral ordena resarcir a los partidos con US$2 por voto obtenido en el proceso. ¿Se imaginan las pérdidas de las mafias que aspiran a robarnos de nuevo si ustedes y yo votamos nulo? Somos 8.2 millones de empadronados.

Pero primero veamos lo que invierten.  

Al Partido Patriota su campaña de 2011 (la más cara de la historia) le costó Q236 millones según el análisis de AC.

Los partidos en promedio gastan un 60 por ciento de su capital en campaña y el 40 por ciento restante en gastos operativos.

La televisión abierta fue el medio de comunicación más privilegiado por la inversión de los políticos y sus financistas (Q330 millones), donde el PP, ganador del Ejecutivo; aportó el 38 por ciento de lo que las empresas de televisión recibieron. La radio y la prensa siguieron en ese orden.

La campaña guatemalteca tarda unos 133 días. Otra inversión fundamental: tiempo de vida.

Es mucho, ¿verdad? Pero ahora veamos lo que esperan recuperar con su inversión.  

Sólo para empezar, ya que la Ley Electoral y de Partidos Políticos exige que el Estado pague US$2 por voto recibido a los partidos, el PP recibió casi Q25 millones.

En total el Estado canceló como deuda a la partidocracia unos US$11 millones 200 mil. Así vemos que el poder en Guatemala es un negocio rentable y se compra como se compran condones, naranjas o colegiaturas. Es decir: es un artículo de consumo.

¿Decepcionados de la pistocracia? Perdón, ¿de la democracia? Tranquilos. Los ciudadanos aún podemos colectivamente empoderarnos y responder. Esto es lo que les podemos quitar.      

Como es lógico, el poder adquiere valor más allá de su costo debido al uso que los grupos o las personas le dan. ¿Cuánto vale ser absuelto de cargos de genocidio siendo culpable? ¿Cuánto vale tener el poder de que la Corte de Constitucionalidad elimine un impuesto incómodo para tu negocio? ¿Cuánto vale tener línea directa con el presidente de turno para que baje los salarios mínimos que tenés que pagarle a tus empleados por ley, o las regalías mineras? ¿Cuánto vale tener el usufructo exclusivo para construir cárceles? ¿Cuánto vale hacer todo eso, sin necesidad de negociar con tus enemigos políticos en el Congreso o con ningún otro sector social contrario a tus intereses? ¿Cuánto valen en realidad cada uno de esos Q637 millones que invirtieron las mafias?  

Ya vimos cuánto cuesta tu voto en dólares, pero ¿cuánto vale para estos grupos paralelos que controlan el Estado? ¡Muchísimo! Y por eso invierten tanto. ¿Se dan cuenta de todo lo que les entrega uno con su voto, y de todo lo que les podemos quitar con él, votando nulo?

La estrategia ciudadana: el aumento de riesgo

Las mafias quieren enriquecerse aún más a costa de oprimirnos, pero nosotros podemos hacer que al menos les cueste caro. Muy caro.  

A decir de los analistas, las encuestas (las empresas que las hacen) funcionan como agencias calificadoras del riesgo, ya que a partir de sus augurios los capitales se decantan por unas campañas o por otras para evitar perder con un perdedor. De ahí se observa un claro cambio en el flujo del gasto de los partidos entre la “precampaña” y la campaña.


¿Quién va a querer financiar a Alejandro Sinibaldi, Sandra Torres, Manuel Baldizón o a Alfonso Portillo si ustedes y yo nos empezamos a organizar desde ya en un movimiento por la dignidad nacional que vote nulo en las próximas elecciones, y si esta intención comienza a reflejarse en las encuestas internacionales o independientes y a hacerse visible? Pues nadie. 

Los financistas nacionales e internacionales de los políticos (y ellos mismos) tendrían miedo y no invertirían en estos corruptos. Esto es como la bolsa.   
De esta forma desincentivamos el proceso de financiamiento de nuestro propio saqueo y comenzamos a desmantelar la corrupción. Acabamos con fuerzas partidistas pequeñas y medianas que dependen del voto para sobrevivir, y fragmentamos a los poderes más grandes del Congreso, obligándolos a negociar con sus enemigos. ¿Qué más riesgo que negociar con el enemigo?

Sí, así es. El voto nulo lleva toda la mala leche. Es políticamente letal. Estamos en guerra de nuevo contra el poder y es necesario que la ciudadanía se rebele, se organice y contraataque.

La élite empresarial, el ejército y el crimen organizado se unieron y destruyeron al Estado, la democracia, la economía y el tejido social de mi país para asegurarse impunidad por sus crímenes, más privilegios y más poder en la sociedad.

Esta derecha fascista, populista, anacrónica, antidemocrática, corrupta, poco productiva, no competitiva y genocida se ha obsesionado con oprimirnos, robarnos el futuro y amenazar nuestro presente. Pero podemos retaliar.

Derrotarlos es la única manera de salir adelante como país. Es nuestra única oportunidad colectiva (si aún queda alguna) de construir proyecto de Nación, y como el poder es primero económico; nuestros primeros cañonazos deben ser a sus inversiones.   

Claro que esto sería sólo el primer paso (como ya dije), porque luego habría que abrir el frente político, pensar en profundas reformas institucionales y económicas con la participación democrática de las fuerzas legitimas de la sociedad.

Por dignidad y por la de mi país, uno de mis propósitos para este año será votar nulo en las elecciones a presidente, vicepresidente y diputados para 2015.

Voy a usar mi voto como arma de guerra contra quienes han demostrado que son mis enemigos y enemigos de mi pueblo y de mi patria. Les voy a dar por donde más les duele: haciéndoles perder pisto y poder, que es lo que da sentido a sus existencias oscuras.

El voto nulo es nuestro poder. Usémoslo. 


 





No me queda más remedio que vivir en mi pupila (porque afuera no se puede). Escribo para ver si alguien más ve lo que veo yo, y así compartimos la vida antes de irnos de aquí.         



Digamos que soy psicólogo, periodista y poeta, pero aprendiz de todo. 


Dejé la salud mental porque en Guatemala es una irresponsabilidad pedirle a la gente que sea normal (“normal” aquí es ser un sociópata).



Entonces empecé a escribir (no sé cómo) columnas en Plaza Pública y elQuetzalteco. Fui corresponsal para las revistas Ati, PúblicoGT y Temática (en Xela), y luego se me ocurrió este blog.



En lo económico creo en la meritocracia, y en lo social y político en la igualdad plena, pero eso sí: sólo como referencia. Defínanme ustedes. Odio los dogmas, los autoritarismos, los oscurantismos y los fanatismos de todo color.




















2 comentarios:

  1. Interesante y provocador, ojala hayan mas personas que visualicen esta podredumbre y dejar de reproducirla ya que eso nos covierte en complices del sistema. Hay que seguir y como no veo otro comentario pues ya somos 2.
    AntSmt

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  2. Sí, gracias por leer. Eso es justamente el punto. No legitimar nuestro propio saqueo. Y bueno, el administrador del blog muestra cientos de visitas. Le recomiendo leer “El voto nulo sí es vinculante” (la segunda parte de este) aquí, o en la revista digital Público GT, donde va camino a ser viral. Hay miles de guatemaltecos que comparten el punto. No solo somos dos.

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