El presente
ensayo aborda la problemática de la discriminación étnico-cultural tratando de
localizar las consecuencias de su origen y cómo esta, desde la colonia, se ha
permeado en la sociedad guatemalteca llegando a configurar toda su estructura
social, política, económica y cultural, lo cual ha provocado una segregación-asimilación
y una exclusión histórica de los pueblos indígenas.
Como una vía
alternativa a este racismo estructural, se presenta la filosofía-práctica de la
interculturalidad, una propuesta inclusiva que parte del reconocimiento y
valoración de las distintas culturas. En este sentido, se analiza qué
beneficios puede traer la práctica de la interculturalidad y cómo esta puede
ser una respuesta efectiva y pertinente para ir superando la desigualdad e
injusticia social fruto de la discriminación étnico-cultural, con el objetivo
de consolidar un país plurinacional en donde todas las ciudadanas y ciudadanos
por igual se sientan incluidos y valorados...
Colores de piel, FLACSO |
La apuesta por la interculturalidad para los pueblos de nuestra ABYA-YALA (término de los pueblos indígenas para referirse a la totalidad del continente) es esencial para la construcción de sociedades inclusivas que actualmente se encuentran permeadas por la discriminación étnico-cultural que, en algunos países, llega a ser de carácter estructural e impide una integración equitativa de todas las culturas, etnias, sectores, clases y poblaciones en los aspectos políticos, sociales y económicos, causando niveles insoportables de desigualdad e injusticia social.
La
discriminación étnico-cultural, tal como la conocemos en la actualidad, se remonta a la época de la colonia y desde
allí perdura hasta nuestros días. Se originó, en buena parte, por la supuesta
“superioridad” o sentimiento de superioridad de los invasores frente a los
pueblos originarios, e implantaron esta idea por la fuerza durante todo el
proceso de invasión y colonia. Después fue perpetuado e institucionalizado por
las diferentes oligarquías criollas y no criollas a lo largo de todo el continente.
Trayendo consigo, por consecuencia, la internalización de la supuesta
“inferioridad”, la cual pesa aún en nuestros pueblos.
Si bien es cierto que la discriminación étnico-cultural es de matriz oligárquica, esta pasó por un proceso de expansión hacia las demás capas sociales por medio de una práctica ideológica racista construyendo y configurando el imaginario social a su semejanza y como mecanismo de legitimación, llegando a constituir parte de la cultura mestiza.
Dado lo anterior, la discriminación étnica llega a tener connotaciones profundas a nivel ideológico y actitudinal, provocando identidades negativas, basadas en la falaz concepción dual superioridad/inferioridad.
Si bien es cierto que la discriminación étnico-cultural es de matriz oligárquica, esta pasó por un proceso de expansión hacia las demás capas sociales por medio de una práctica ideológica racista construyendo y configurando el imaginario social a su semejanza y como mecanismo de legitimación, llegando a constituir parte de la cultura mestiza.
Dado lo anterior, la discriminación étnica llega a tener connotaciones profundas a nivel ideológico y actitudinal, provocando identidades negativas, basadas en la falaz concepción dual superioridad/inferioridad.
Es preocupante
cómo algunos autodenominados o llamados “ladinos” llegan a definir su identidad como "no-indígenas",
es decir, a partir de una identidad negativa. No estoy diciendo que los ladinos
y/o mestizos carezcan de identidad (no hay ser humano que no tenga identidad),
sino que en una relación racista, tanto el que la origina como el que es
víctima resultan afectados. En el caso guatemalteco, los pueblos indígenas son
discriminados por su identidad étnico-cultural y, para algunos (muchos) ladinos
y mestizos, el racismo les ha afectado a tal grado que les impide hacer una
definición positiva de su identidad...
Publinews |
Es más,
algunos ladinos y mestizos intentan remediar esta carencia de identidad
positiva, a manera de mecanismo de defensa, reafirmando su identidad negativa
por medio de la práctica constante, inconsciente o consciente del racismo. Esto
es algo que se denota en las múltiples palabras, frases y expresiones de la
jerga ladino-mestiza: “no seás indio”, “parecés indio”, “andás puro indio”,
“tan indio que sos”, “¡qué indiada!”, “vos María”, “vos Pedro”, “estoy sudando
como india”, “trabajando como indio”, “trabajando como negro”, “peinate, que
parecés lacandona”, “parecés de pueblo”, etc.
El racismo o
discriminación étnica [1], a
lo largo de ya más de 500 años, pasó del plano ideológico a configurar toda la
estructura social, económica, política, jurídica y cultural de la sociedad
guatemalteca y quizás esto también se aplique para otras sociedades de nuestra
ABYA-YALA. Se convirtió en un elemento estructural y fundamental sin el cual no
es posible comprendernos ni explicarnos.
No es
casualidad, por tanto, que sean los pueblos indígenas (xinkas, mayas y
garífunas) los más excluidos a todos los niveles de este sistema. Incluso, esta
discriminación étnico-cultural está presente en toda la institucionalidad del
Estado de Guatemala: en el Ejército, el sistema educativo, en la aplicación de
la justicia, en las relaciones sociales y económicas, partidos políticos,
iglesias, etc., y ya sea por medio de la práctica de la segregación-asimilación
o por la reproducción de la ideología racista, en una dinámica de aislamiento,
desprecio y humillación de los pueblos indígenas y sus modos de vida (Reno'j,
2011, pág. 12).
Wikipedia |
A continuación,
comparto algunos datos estadísticos que ejemplifican lo que expongo.
El 79.2% de
los pueblos originarios está en condición de pobreza (ENCOVI, 2014). Si hablamos de
desnutrición, el 49.3% de los niños menores de 5 años sufren de desnutrición
crónica, pero entre los niños indígenas menores de 5 años, afecta a un 69.5% de
los mismos (UNICEF, 2007, pág. 11).
A nivel
educativo sufren también discriminación, pues la educación se recibe en idioma
castellano en la mayoría de los establecimientos públicos que es donde aún, con
dificultades, algunos logran acceder. Son muy pocos los establecimientos que
ofrecen una educación realmente bilingüe y, en algunos, se reduce a impartir un
curso del idioma materno, mientras que todas las demás clases siguen siendo en
idioma castellano. Además, la Educación Bilingüe Intercultural, donde se
recibe, sólo llega hasta tercer grado de primaria, luego continúa siendo
monolingüe.
Es tan grave
el problema de la discriminación étnico-cultural en Guatemala, que se puede
decir que se adscribe a una especie de pigmentocracia
en donde la clase dominante-oligárquica se cree o es blanca o de orígenes
no indígenas, constituida como un círculo muy cerrado basado en el estatus y
“prestigio” al cual ni siquiera algunos nuevos ricos logran entrar. Esta ejerce
la discriminación étnico-cultural, pero también económica y política de arriba
hacia abajo. El monopolio y ejercicio del poder económico y político, como
supuesto “derecho natural” de esta clase racista, le garantiza crear, mantener,
ampliar y consolidar las diferencias, reales, imaginarias y/o provocadas,
biológicas e innatas, según sus prejuicios y dogmas (Reno'j, 2011, pág. 1).
Wilder López/Soy502 |
A su vez, las
condiciones sociales que ha producido el fenómeno de la discriminación étnico-cultural,
han afectado históricamente la psiquis de la población en general, constituyendo
una relación dialéctica, es decir, la discriminación étnico-cultural (entendido
como fenómeno ideológico) configuró lo social y lo social volvió a afectar la
psiquis, cual espiral continua.
Las
implicaciones de la discriminación étnico-cultural, por su carácter sistemático,
transversal y constante para las y los discriminados, son múltiples y variadas.
Ha influido de forma negativa en el autoconcepto y autoestima creando
sentimientos de incapacidad o, al menos, duda de la capacidad, y también
provocando actitudes sumisas derivadas de la internalización de la supuesta
inferioridad y la represión violenta autoritaria ante actitudes rebeldes o
deseos de emancipación. A esto se le
suma sentimientos de frustración e impotencia ante los deseos de cambiar sus
condiciones socio-económicas y no lograrlo tras mucho esfuerzo e intentos, o
bien tener que migrar para ello. También por la imposibilidad de acceder a
servicios básicos dignos y la violación de sus derechos humanos, etc.
Además, ha
generado sentimientos de rechazo y humillación (que en el cerebro se perciben
en la misma región que se experimenta el dolor físico) por las marcadas
diferencias sociales, por la condición de vivir en pobreza o pobreza extrema,
porque otros consideran que ellos son inferiores por pertenecer a cierta
cultura...
Archivo/Soy502 |
Pero no solamente
ha provocado sentimientos o aspectos negativos, pues ha hecho surgir actitudes
de resistencia individuales y colectivas ante la imposición de la “cultura
blanca”. Ha reforzado la toma de conciencia de identidad y los esfuerzos por cultivarla, preservarla y transmitirla a futuras generaciones. Ha, incluso,
fortalecido la promoción y ejercicio de la cosmovisión xinka, garífuna y maya,
es decir, el aspecto ideológico.
Es en medio de
este pujante movimiento de reivindicación de los pueblos indígenas, aquí y en
toda la ABYA-YALA, que surgen propuestas como la interculturalidad, el modelo
del buen vivir, etc.
La
interculturalidad es un proceso de interrelación que parte de la reflexión del
reconocimiento de la diversidad y del respeto a las diferencias. Son relaciones
complejas, negociaciones e intercambios culturales, que buscan desarrollar una
interacción social equitativa entre personas, conocimientos y prácticas
diferentes, una interacción que reconoce y que parte de las desigualdades
sociales, económicas, políticas y de poder.
Se consideran
esenciales en las relaciones interculturales el reconocimiento mutuo, el
intercambio de saberes y experiencias, y la convivencia social.
A diferencia
de la pluriculturalidad, que es un hecho constatable, la interculturalidad es
un proceso en construcción que es posible de alcanzar a través de prácticas y
acciones sociales concretas y conscientes (SERVINDI, 2005).
La
interculturalidad va mucho más allá de la coexistencia o el diálogo de
culturas; es una relación sostenida entre ellas. Es una búsqueda expresa de
superación de prejuicios, del racismo, de las desigualdades y las asimetrías
que caracterizan al país, bajo condiciones de respeto, igualdad y desarrollo de
espacios comunes.
Implica un
proceso dinámico, sostenido y permanente de relación, comunicación y
aprendizaje mutuo. Un esfuerzo colectivo y consciente por desarrollar las
potencialidades de personas y grupos que tienen diferencias culturales, sobre
una base de respeto y creatividad, más allá de actitudes individuales y colectivas
que mantienen el desprecio, el etnocentrismo, la explotación económica y la
desigualdad social.
La
interculturalidad no es tolerarse mutuamente, sino construir puentes de
relación e instituciones que garanticen la diversidad, pero también la
interrelación creativa. No sólo es reconocer al "otro" sino,
también, entender que la relación enriquece a todo el conglomerado social,
creando un espacio no sólo de contacto sino de generación de una nueva realidad
común (FENOCIN, s.f.).
Partiendo de
lo anterior, la interculturalidad se vuelve una propuesta necesaria para ir
erradicando la discriminación étnico-cultural, puede trazar el camino para ir
resolviendo procesualmente el problema...
#25A |
La
discriminación étnico-cultural, desde mi opinión, se encuentra internalizada,
tanto en los que la reciben como en quienes la reproducen, aunque causando
efectos diferentes en ambos, como se ha mencionado. Se necesita entonces una
práctica consciente, esforzada y crítica para liberarse de la misma y, la interculturalidad,
en este sentido, pasa a ser una herramienta indispensable para lograr tal
cometido.
La
interculturalidad tomada como una práctica consciente y consecuente que derive en
una actitud individual y colectiva nos puede permitir ir creando más espacios
de encuentro, ir eliminando los prejuicios y la ignorancia. Desmentir la
falacia dual de la superioridad/inferioridad y trabajar por la comprensión
común de que todos somos diferentes y diversos, pero iguales en dignidad y
derechos.
Se hacen entonces
totalmente necesarios los esfuerzos personales por adoptar la interculturalidad
como modo de vida, como una contra-ideología respecto a la discriminación
étnico-cultural, sin embargo, esto es una utopía si no se acuerdan y realizan
acciones que cambien estructuralmente las condiciones. Aunque la
interculturalidad sea por ahora una filosofía, se puede volver el modelo de
convivencia armónica y desarrollo sostenible e inclusivo en un país, si se
plasma en la Constitución y las leyes.
De ahí que, en
Guatemala, sería necesaria una Asamblea Nacional Constituyente proporcionalmente
representativa de todos los sectores, culturas y etnias, que consolide la
interculturalidad como una meta y esfuerzo de país. Una nueva Constitución que
afirme nuestro carácter plurinacional: reconociendo efectivamente que somos
multilingües y pluriculturales, acompañado de una reforma educativa que
propicie la educación intercultural, es
decir, una educación para la convivencia mutua, para el enriquecimiento a partir de
la diversidad, para enorgullecerse de la variedad que existe a lo interno de
Guatemala y de las potencialidades que tiene de ofrecer al exterior. Se trata,
en un último término, de una educación para la paz (Revista Baqtun, s.f.).
Asimismo, se
tendría que perseguir y juzgar con mayor eficiencia el delito de la
discriminación de todo tipo y, por supuesto, la étnico-cultural. Esto con el
fin de que quede claro que ya no es lícita la práctica de la discriminación. Lo
anterior posibilitaría en definitiva un proceso hacia la superación de la
desigualdad e injusticia social, fruto del racismo estructural. También
ayudaría a ir sanando las heridas individuales y colectivas por tantos siglos
de discriminación étnico-cultural, por la aún muy reciente guerra interna y el
genocidio perpetrado. Permitiría de manera procesal, crear sentimientos
positivos de autoconcepto y autoestima.
De esta manera,
podríamos ir superando los sentimientos de humillación y rechazo a partir del
conocimiento y reconocimiento mutuo, dejando así de lado la creencia que unos
son superiores y otros inferiores. Los pueblos indígenas empezarían a ya no
sentirse humillados por su identidad cultural y los mestizos comenzarían la
construcción de una identidad positiva.
La actitud de
los guatemaltecos, gracias a la educación en sentido amplio, sería la del
respeto y valoración de cada cultura y etnia de nuestro país, un país que tiene
que ser de todas y todos. Liberados de la ideología falaz y dañina del racismo,
nuestra ideología común sería entonces la interculturalidad...
Referencias:
ENCOVI. (2014). Encuesta Nacional de Condiciones
de Vida. Instituto Nacional de Estadística, Guatemala. Recuperado el 14 de
septiembre de 2016, de
https://www.ine.gob.gt/sistema/uploads/2015/12/11/vjNVdb4IZswOj0ZtuivPIcaAXet8LZqZ.pdf
FENOCIN. (s.f.). FENOCIN. Recuperado
el 14 de septiembre de 2016, de http://www.fenocin.org/interculturalidad/
Reno'j. (2011). Guía Conceptual sobre la
Discriminación y el Racismo Político. Ciudad de Guatemala, Guatemala:
Observatorio Indígena Nacional.
Revista Baqtun. (s.f.). Revista B'AQTUN.
Recuperado el 14 de septimebre de 2016, de
http://baqtun.naleb.gt/index.php/editorial-baqtun4
SERVINDI. (2005). servindi.org.
Recuperado el 14 de septiembre de 2016, de http://servindi.org/pdf/manual2.pdf
UNICEF. (2007). cunori.edu.gt.
Recuperado el 14 de septiembre de 2016, de http://cunori.edu.gt/descargas/DESNUTRICION_CRONICA_EL_ENEMIGO_SILENCIOSO.pdf
[1] Como prefiero llamar a este fenómeno, pues considero que el término
´racismo´ denota la existencia de “razas humanas”, cuando a mi entendimiento y
criterio existe una sola raza humana.
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Soy un cuasi sociólogo, crítico del actual sistema inviable, intolerante ante las injusticias, defensor de la dignidad, curioso por naturaleza y con una esperanza empedernida en la Humanidad |
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