POR ARMANDO RIVERA
Los creyentes dogmáticos de
cualquier doctrina religiosa son el necesario atraso de la Humanidad. Ellos,
con su torpeza radical, han logrado que un reducido número de personas, en
contraposición al dogmatismo que practican, reflexionen y propongan nuevas
explicaciones del origen del universo o la vida...
Por ejemplo, los llamados
cristianos de cualquier denominación son las personas más conformistas, ellos
gritan aleluya al ritmo que les impone su pastor. Como mansas ovejas, conducen
sus vidas por una senda sin dudas, donde todo lo que acontece o deja de suceder
es obra de su dios. Muy bien por los que desean vivir así, pero su fanatismo es
tan radical y cerrado que no pueden comprender por qué el universo es más ancho
que la certeza de su dogma o por qué los cometas regresan en órbitas elípticas
en la Vía Láctea, o por qué los murciélagos son mamíferos. Total, para este
grupo de personas eso no importa. Lo único que deben saber es que su dios
existe y que un pastor les dirige su vida (definición de pastor: ser humano con
cualidades oratorias sobre una sola idea). Aparte, esos humanos en su fe creen
en lo invisible y que lo mágico justifica sus vidas e incluso usan la violencia
para imponer sus creencias. Basta recordar las cruzadas o el terror por
la fe en la conquista de América. Aquí, su virulento fanatismo los hace atacar
a todos aquellos que no gritan amén al compás de su simplicidad. Hoy en día, en
las llamadas redes sociales, aparecen con sus testimonios tal cuentos suprarrealistas
donde, por arte de la magia de su dios, según sus conocimientos y comentarios,
algo milagroso les sucedió. Le reitero, estimados lectores, felicitaciones por
ellos y por los que desean creer que así es la vida o el origen del universo…
Aquí está el detalle, diría
el cómico Cantinflas, es cuando le intentan imponer a otros su criterio y, si
uno no responde o por respeto evita la confrontación, lo insultan. Me sucedió
el otro día que un hermano de la fe protestante, porque yo no compartía sus
dogmas, me terminó diciendo que tenía "cara de pija". Fue cuando le
argumenté que el irrespeto era parte de su doctrina y que me debía una
disculpa. Obvio, me volvió a insultar y dijo que él sólo a dios le pedía
perdón. Entonces, le argumenté que dentro de su concepción religiosa, todos
somos criaturas de dios, por ende, yo era parte de su dios. A lo cual, entró al
debate otro hermano cristiano que escribió: "quienes sólo los que buscan
la fe son salvos" (un poco enredada su sintaxis). En consecuencia, desde
la construcción ontológica, les expuse que dadas dos categorías contradictorias
de su fe, es decir, de su dios, se invalida la doctrina. A lo cual me llamaron
pecador y esas peroratas que tienen los fanáticos cuando no tienen
argumentación. Con la prudencia del caso me retiré de la estéril polémica pero
le puse el punto final sobre mi tesis del respeto.
Entonces, el hermano
cristiano me preguntó en qué universidad estudiaba yo para tener tesis. Ante
tanta ignorancia, no tuve voluntad para argumentar. Pero, para usted lector, ¿una
tesis es el resumen o síntesis de una idea, es la conclusión para explicar algo
de forma directa? Por esto sostengo mi tesis de que los cristianos dogmáticos
son personas sin respeto en sus vidas y Leviatán, ese monstruo mítico de la
Biblia, expone (desde sus creencias) los estertores finales de una fe
religiosa; esta se agota por su intolerancia. Además, porque hay un grupo de
personas que se explican la vida y el origen del universo desde otras
perspectivas y sin la necesidad de imponer sus criterios por la violencia, como
lo hacen los cristianos…
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Armando Rivera INSTANTÁNEAS ILUSTRADAS A COLOR Hoja de vida: poeta. |
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