miércoles, 4 de febrero de 2015

Mandar un juguete a Marte





POR ERNESTO PACHECO 



Es innegable que estamos rodeados de tecnología e incalculables canales de comunicación.

Tenemos la sensación de vivir tiempos innovadores y comprender las ventajas de ello, pero nuestras mentes aún viven en una época muy diferente.

Todos hemos quedado atrapados alguna vez bajo una fuerte lluvia sin tener donde cubrirnos. Terminamos con agua en las orejas, en los ojos, en la nariz, en los calcetines y por todas partes. Es una sensación incómoda.

Afortunadamente no pasa muy seguido. Podemos volver a sacar nuestros dispositivos móviles o conectarnos en casa a la computadora, a la tele o a todo al mismo tiempo. 

En ese momento empieza la otra lluvia: la de las imágenes y las ideas que obtenemos de todo el mundo, ya sea del amigo de enfrente, del colegio, del trabajo, de las noticias en China, del porno o del partido del Barcelona.

Todo pasa tan rápido. Nos entran las señales por los sentidos y por otros lados también, pero a diferencia de la lluvia; no nos percatamos de la velocidad con que esto pasa ni del caos y la anarquía que llegan a nuestra mente por minuto o por segundo. Estamos permanentemente al borde de un corto circuito cerebral que nunca llega.

Después de percibir todo lo que pasa en todos lados al mismo tiempo, tenemos la sensación de que estamos informados, de que pertenecemos a un mundo innovador y culturalmente rico que es capaz de llevar juguetes millonarios a pasear al planeta Marte, o que somos parte de una especie de inteligencia colectiva mundial y que la humanidad sin duda es un cúmulo de lumbreras… :) :) :) :) :) todo parece tan sexy.

¡Crash! Le damos pausa al play un segundo: ¿Qué pasa? ¿Qué es esa sensación de vacío, de inseguridad?

Nos encontramos con que no todos, es más, que la mayoría; estamos fuera de ese proceso creativo. Que no tenemos idea de cómo poner un carrito a control remoto en Marte, que no sabemos cómo funcionan los OS de nuestros dispositivos, que estamos más interesados en consumir que en producir y que el mundo de las ideas innovadoras no nos pertenece :( :( :( :( :( Fin de lo sexy.

Entonces ¿qué está pasando? Pues nada, no hay que alarmarse. Así se supone que debe ser. El capitalismo por naturaleza forma élites en todos los aspectos, no sólo en el económico, sino también en lo cultural y en la innovación.

El truco está en pasar de ser una sociedad que consume de todo sin proponer nada, a una innovadora (tanto como sea posible); y dejar la zona de confort social para pasar a la actividad creadora en masa, a la educación alternativa, al arte y a la ciencia. 

Hay que dejar a un lado la vieja Escuela, la educación de maquila. Dejar de perseguir títulos y sueldos para empezar a buscar cambios y sueños y convertirnos en una élite mundial, que por difícil que parezca; sólo nos pide cerebros y cuerpos sanos que nos permitan construir ideas. De ésos hay muchos en nuestros países.

Hay que dejar la Edad Media y la Colonia para construir cohetes que lleven nuestros juguetes y recuerdos a Marte.


Es un poco agresivo tal vez, pero muy necesario. Y afortunadamente para algunos es nuestro trabajo. A diferencia de los abogados, nosotros necesitamos muchos colegas más.






Gestor y asesor de proyectos culturales. 
Asesor de Cultura del Municipio de Xelajú No'j (Quetzaltenango).
Aprendiz de brujo nacido en la década de los ochentas.
Aq'ab'al por destino y promotor de la educación alternativa.
Cree que es necesaria la construcción de grandes proyectos para el espíritu y aún ve viable al país en contra de todo pronóstico.  






 






  







Foto: perfil en Facebook. 

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