martes, 25 de octubre de 2016

Cruce de saberes: el conocimiento de los pobres


POR SERGIO LOBOS. Foto: REUTERS



Violencia epistémica: el intento por invalidar el conocimiento del Sur

Antes de la invasión europea, los pueblos autóctonos de toda Abya-Yala (América) tenían una organización social y conocimientos propios. Muchos estudios arqueológicos han evidenciado la complejidad de las estructuras sociales de la cultura azteca, maya y andina, por mencionar las más destacadas. 

Estas tres civilizaciones habían alcanzado importantes desarrollos tecnológicos que les permitieron adaptarse y sacar el mayor provecho de sus entornos: Habían desarrollado sistemas de captación de agua y sistemas de riego, incluso, en lugares donde el agua no estaba disponible fácilmente. Sus construcciones arquitectónicas fueron tan o más complejas que las de cualquier cultura de la época. Tenían un conocimiento preciso del tiempo. Los mayas, por ejemplo, desarrollaron el calendario más exacto, además tenía una utilidad clara, pues informaba sobre los tiempos adecuados para todo el proceso de cultivo de los alimentos: cuándo sembrar, cuándo llovía, cuándo había que cosechar, etc. Su organización social era compleja, abarcando las tres culturas territorios de grandes dimensiones. Tenían sus propios sistemas políticos, económicos, comerciales, culturales, religiosos y  sus sistemas lingüísticos y de escritura. Habían construido sus propias cosmovisiones, epistemologías y ciencias. Poseían conocimientos también complejos en matemática, medicina, astronomía, agronomía, física, etc (Galich, 2015).   

La invasión española significó una ruptura trascendental y un acontecimiento histórico traumático que interrumpió sus propios procesos de desarrollo social. La superioridad técnico-militar de los invasores justificó la falacia de la superioridad-inferioridad impuesta y ejercida a lo largo de siglos de colonia. Fue ejercida con tal fuerza la supuesta superioridad y la discriminación durante todo el período de la colonia, que ciertamente el sentimiento de inferioridad perdura hoy, internalizado en muchos latinoamericanos.

Nos hicieron creer que ser blanco, ser alto, hablar español, vestir a lo occidental y practicar su religiosidad era “mejor”; ser moreno, de baja estatura, hablar los idiomas autóctonos, vestir la ropa tradicional y practicar las cosmovisiones ancestrales era “inferior”. 

La población del continente fue diezmada, se estima que alrededor de 10 millones de personas murieron en el proceso de invasión a causa de la guerra, nuevas enfermedades traídas de Europa y el sometimiento a trabajos forzosos y exhaustos (Galeano, 1978).

Pero hubo también una violencia epistémica, pues el conocimiento que tenían las culturas de Abya-Yalá fue negado, invisibilizado, discriminado e incluso intentaron destruirlo. Un ejemplo de ello es que los manuscritos mayas fueron quemados casi en su totalidad por ser considerados “herejes”

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La exclusividad del conocimiento

El método científico se consolida en Europa en el siglo xvii con el debate epistemológico aportado por el Discurso sobre el método (1637) de Descartes, y el Nuevo órgano (1620) de Bacon. Se establecía así el canon para producir nuevo conocimiento válido y probado (Lamo de Espinosa & González García, 1994).

El error de esto fue haberse adjudicado la exclusividad de la creación de “nuevo conocimiento verdadero”. Con ello, el conocimiento de todos los demás pueblos del mundo quedaba invalidado e inferiorizado.   

¿Quién conoce? El sujeto cognoscente

En el siglo xix surgen las ciencias sociales, las cuales se ven en la necesidad de emprender un camino para su reconocimiento. 

La primera apuesta por parte de Auguste Comte y Emile Durkheim, consistió en adaptar el método científico a las ciencias sociales, dando vida a la corriente positivista. Desde la visión positivista, el investigador social es el sujeto cognoscente, es decir, el sujeto apto e idóneo para conocer o investigar cualquier problema social, al cual se le denomina objeto de estudio. Se establece por lo tanto una relación epistémica vertical porque, aunque el sujeto cognoscente en las ciencias sociales estudié a personas (creadoras de relaciones, dinámicas, estructuras sociales, etc.), se les cosifica; el mismo Durkheim decía que había que considerar los hechos sociales como “cosas”.        

Max Weber disintió del positivismo. Para él, las ciencias sociales debían tener un método distinto al de las ciencias naturales por el simple hecho de que no estudiaban lo mismo o, al menos, no desde la misma perspectiva. Weber reconoció que las ciencias sociales trataban con personas que a su vez eran actores sociales o, dicho de otra manera, actores creadores de lo social. 

A la concepción weberiana se le denomina visión interpretativa. Para Weber, el sujeto cognoscente o investigador debía comprender la acción social realizada por los actores sociales, el porqué de la acción social y los motivos de los actores sociales para realizarla. La subjetividad pasa a ser un elemento de análisis importante. Weber buscaba que el investigador comprendiera la conducta del actor social desde dentro, el porqué de sus actos.

Desde la visión interpretativa, la relación epistémica cambia, porque se reconoce a las personas investigadas como actores sociales que generan acciones sociales. El sujeto cognoscente buscará conocer o comprender la acción social (Lamo de Espinosa & González García, 1994)

Vilfredo Pareto dirá que son las élites, especialmente las científicas, las que generan nuevo conocimiento.

Georgy Lukács, teórico marxista, dará un paso más, porque privilegiará a un sujeto del conocimiento específico: el proletariado. Desde esta perspectiva, el investigador social ya no es el sujeto cognoscente más relevante, sino que debe dialogar con el conocimiento que posee el proletariado (Lamo de Espinosa & González García, 1994).    

El feminismo hará un salto cualitativo en lo epistémico, pues hablará de sujetas cognoscentes y afirmará que las preguntas o perspectivas epistemológicas cambian dependiendo del contexto de las sujetas y los sujetos. Por lo tanto, las mujeres desde su propia realidad tienen una visión epistémica propia y distinta a la de los hombres. Pero con su aporte también se podrá decir que la perspectiva epistemológica del Sur será distinta a la occidental o que las personas que viven en situación de pobreza extrema formularán preguntas únicas y propias desde su contexto.

Gustavo Gutiérrez, juntó a los demás teólogos de la Liberación, proclamó la opción preferencial por los más pobres. Se dejó atrás la idea que había que sufrir en la Tierra. En cambio, se dijo que había que construir el “Reino de Dios” aquí y ahora. A lo largo del continente se conformaron comunidades eclesiales de base o eclesiolas en las cuales las personas interpretaban los evangelios a luz de la realidad actual y en clave de liberación de toda opresión. 

La Investigación Acción Participativa (IAP) da el paso que faltaba, pues reconoce a todos los implicados en el proceso investigativo como sujetas/os cognoscentes. Toma una postura clara y busca responder de manera positiva a las necesidades de las poblaciones excluidas, pobres y marginadas, encontrar junto a estas las problemáticas de las comunidades y el modo de resolverlas (Calderón Pérez, 1995). Así, la epistemología del cruce de saberes y su metodología retomarán varios aspectos de la IAP.

Cruce de saberes

Joseph Wresinski, fundador del Movimiento Internacional ATD Cuarto Mundo, provenía de la gran pobreza. Como una opción valiente, decidió no olvidar sus orígenes, esto hizo que sus preguntas y reflexiones estuvieran planteadas desde ahí.

Wresinski lanzó la premisa revolucionaria: las personas en situación de pobreza extrema poseen un saber particular y propio sobre la pobreza extrema, un conocimiento que nace desde su experiencia fenomenológica acerca de la misma. Es un conocimiento que nace de su experiencia de la pobreza, de su reflexión sobre la misma con sus propios conceptos e ideas, de su forma de hacerle frente y sobrevivir astutamente ante las vicisitudes. Es un conocimiento que, incluso, ha sido transmitido de generación en generación y, por lo tanto, es un conocimiento particular que debe ser escuchado.

El párrafo que cito textualmente a continuación, contribuirá a comprender de mejor manera lo que planteaba Wresinski:  

“Él quería [Wresinski] que las personas en extrema pobreza no fueran consideradas solamente como personas para instruir, sino que fueran fuente de un saber llamado al intercambio de saberes con otros miembros de la sociedad. El diálogo sólo es posible si aquellos reputados como ‘sabios’ aceptan dejarse instruir por aquellos que hasta entonces eran considerados como  ‘ignorantes’. Ese fue el inicio de la Universidades Populares Cuarto Mundo, en donde personas en situación de extrema pobreza aportan y comparten sus conocimientos sacados de sus experiencias de vida con otras que no han vivido la miseria. En conjunto, ellas generan un pensamiento y una acción originales” (Grupos de Investigación Cuarto Mundo-Universidad y Cuarto Mundo Colaborador, 2012, pág. 15).   

En 1980, Joseph Wresinski pudo expresarse ante un comité internacional de científicos reunidos en la Unesco, recordando en primer lugar la doble necesidad de: “darle un lugar al conocimiento que los muy pobres y los excluidos tienen de su condición y del mundo, que les impone estar en esta situación, de rehabilitar ese conocimiento como único, indispensable, autónomo, complementario a toda otra forma de conocimiento y ayudarlo a desarrollarse (...) de consolidar el conocimiento que pueden tener aquellos que viven y actúan entre y con los más pobres”.  Luego, añadió: “A estas dos partes del conocimiento global, se añade una tercera, la del conocimiento de los investigadores, el del observador externo. El conocimiento universitario es parcial. No debe ser únicamente un conocimiento informativo y explicativo” (Grupos de Investigación Cuarto Mundo-Universidad y Cuarto Mundo Colaborador, 2012, pág. 16).   

El fenómeno de la pobreza extrema (lo que se pretende conocer) se aborda a partir de un diálogo entre sujetas/os cognoscentes en condiciones de reconocimiento y horizontalidad donde, no sólo el investigador social sino todas las personas implicadas en el proceso investigativo, son constructoras de nuevo conocimiento... 

Metodología del Cruce de saberes

La nueva epistemología estaba planteada, pero aún hacía falta afinar y concretar la metodología. En el año de 1993, por iniciativa del Movimiento ATD Cuarto Mundo, se constituyó un grupo de trabajo que tuvo por objetivo “concebir y elaborar las condiciones de un proyecto experimental para poner en diálogo y en reciprocidad tres tipos de saber: el saber de los que han vivido la pobreza y la exclusión, el saber de las personas que están comprometidas con ellos y el saber de los científicos” (Grupos de Investigación Cuarto Mundo-Universidad y Cuarto Mundo Colaborador, 2012, pág. 17).    

La metodología resultante de este proyecto experimental se denominó Cruce de saberes. En esta  experiencia participaron más de treinta personas, portadoras de los tres tipos de saberes mencionados, que lograron poner a dialogar sus saberes y de manera colectiva construyeron nuevo conocimiento concretado en cinco investigaciones: I) Historia: de la vergüenza al orgullo; II) Familia: el proyecto familiar y el tiempo; III) Saberes: ¡liberar los saberes!; IV) Trabajo, actividad humana: talentos escondidos; V) Ciudadanía: representación, extrema pobreza. Dichas investigaciones están contenidas en el libro de dos tomos, en su versión en español, “El cruce de saberes y de prácticas: Cuando personas en situación de pobreza, universitarios y profesionales piensan y se forman juntos”, el cual invito a leer para profundizar en la metodología y las investigaciones realizadas.

Esta metodología parte del reconocimiento de todos los participantes como  sujetas/os cognoscentes; a través de una serie de técnicas y disposiciones, busca el equilibrio y la equidad  entre los actores y sus saberes, garantizando de esta manera las condiciones adecuadas e idóneas para el cruce de los saberes. Por ejemplo, a través de la técnica de los desciframientos se asegura que las personas en situación de pobreza extrema puedan seguir el ritmo de la investigación. 

Los participantes del proceso investigativo aceptan someter su saber a la reciprocidad, escuchar el saber de los otros actores y dejarse afectar por este. Cada saber pasa por un proceso de autorreflexión, que en el caso de las personas que provienen de la pobreza, les permite empoderarse de su saber y ganar la confianza necesaria para compartirlo. Por otro lado, el saber de los universitarios sufre una transformación por el autoexamen y también para poder ser compartido con el resto de actores (Grupos de Investigación Cuarto Mundo-Universidad y Cuarto Mundo Colaborador, 2012).

Diálogo entre epistemologías: los saberes de todos los pueblos de Abya-Yalá

Las epistemologías del Sur, junto a la epistemología del Cruce de saberes, constituyen un intento reivindicativo muy fuerte por recobrar la legitimidad y el reconocimiento de todos aquellos saberes y conocimientos que no se adscriben a la lógica de lo “científico” desde la perspectiva occidental. De igual manera, contribuir a la revalidación de los saberes de todos los pueblos de Abya-Yalá que forman parte del pensamiento plural y diverso que se genera desde los “sures” metafóricos[1].

La epistemología del Cruce de saberes logró que personas que viven la pobreza extrema, académicos y personas que comprometidas por la erradicación de la pobreza extrema cruzaran sus saberes y construyeran un nuevo conocimiento. 

Por ende, esta epistemología, cuyo carácter principal es el reconocimiento y lograr la horizontalidad entre los distintos saberes, también puede ser aplicada para que las epistemologías del Sur y las epistemologías de Occidente se reconozcan entre sí y realicen cruces de saberes. 

Ninguna perspectiva epistemológica puede autodictaminarse como la única vía para construir conocimiento válido. Debe haber una ecología de los saberes, concepto de Boaventura de Sousa Santos, porque todo saber es la superación de una ignorancia particular, los saberes están llamados a dialogar, a complementarse, a comprenderse mutuamente. Mediante el Cruce de saberes en condiciones de equidad se puede generar nuevos conocimientos más integrales sobre casi cualquier ámbito.  

Basta de las pretensiones de supremacía, de la invalidación entre saberes, es tiempo del encuentro, ampliar horizontes y reconocernos todas y todos como sujetas/os cognoscentes sin importar origen o condición.   

Un nuevo conocimiento 

Con la metodología del Cruce de saberes ya diseñada y concretada, se completan los dos elementos para generar nuevos conocimientos o teoría de tal manera que se cuenta con: a) una epistemología del reconocimiento de los saberes de las distintos sujetas/os cognoscentes; b) una metodología del Cruce de saberes que permite el diálogo entre los saberes en equidad y horizontalidad; c) un nuevo conocimiento o teoría sobre la pobreza extrema más integral fruto del cruce de los saberes. 

Desde esta perspectiva, se reconoce que la producción de nuevo conocimiento es un proceso eminentemente colectivo, las investigaciones sociales, al menos que sean solamente documentales, recogen saberes de la interacción con las personas y muchas veces sin dar crédito a estas ni devolver los hallazgos encontrados.   

Ante la persistencia de la pobreza y la pobreza extrema en el mundo entero y los múltiples fracasos por combatirla y hacerla retroceder, es tiempo de cambiar las estrategias, lo cual empieza por tener un conocimiento más certero sobre la pobreza que incluya el saber que poseen las personas que la viven día a día en carne propia. El reto radica en continuar la construcción de nuevo conocimiento sobre la pobreza fruto del Cruce de saberes, un conocimiento más integral y completo que permita diseñar y desarrollar políticas, estrategias, programas y proyectos más informados y pertinentes que sean realmente efectivos para ir logrando la meta de erradicar la pobreza extrema...


[1] Según Boaventura de Sousa Santos, las epistemologías del Sur son “el  reclamo  de nuevos  procesos  de  producción,  de  valorización  de  conocimientos  válidos, científicos y no científicos, y de nuevas relaciones entre diferentes tipos de  conocimiento a  partir  de  las  prácticas  de  las  clases  y  grupos sociales  que  han  sufrido,  de  manera  sistemática,  destrucción,  opresión  y discriminación causadas por el capitalismo, el colonialismo y todas las  naturalizaciones de la desigualdad en las que se han desdoblado; el valor de cambio, la propiedad individual de la tierra, el sacrificio de la Madre Tierra, el racismo, al sexismo, el individualismo, lo material por encima de lo espiritual y todos los demás monocultivos de la mente y de la sociedad –económicos,  políticos  y  culturales–  que  intentan  bloquear  la  imaginación emancipadora y sacrificar las alternativas. En este sentido, son un conjunto  de  epistemologías,  no  una  sola,  que  parten  de  esta  premisa, y de un Sur que no es geográfico, sino metafórico: el Sur antiimperial” (De Sousa Santos, 2012, pág. 16).
 

Referencias:

Calderón Pérez, F. d. (1995). Investigación Participativa. Guatemala: Universidad Rafael Landivar y Radio Netherland.
De Sousa Santos, B. (2012). Boaventura de Sousa Santos. Recuperado el 17 de septiembre de 2016, de http://www.boaventuradesousasantos.pt/media/INTRODUCCION_BSS.pdf
Galeano, E. (1978). Las Venas Abiertas de América Latina. Barcelona: Ediciones La Cueva.
Galich, M. (2015). Nuestros primeros padres. La Habana: Fondo Editorial Casa de las Américas.
Grupos de Investigación Cuarto Mundo-Universidad y Cuarto Mundo Colaborador (2012). Estudio sobre la pobreza, el cruce de saberes y de prácticas. Madrid: Editorial Popular.

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Soy un cuasi sociólogo, crítico del actual sistema inviable, intolerante ante las injusticias, defensor de la dignidad, curioso por naturaleza y con una esperanza empedernida en la Humanidad

 

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