POR SERGIO LOBOS. Foto: REUTERS |
Violencia epistémica: el intento por
invalidar el conocimiento del Sur
Antes de la invasión europea, los pueblos autóctonos de toda Abya-Yala
(América) tenían una organización social y conocimientos propios. Muchos
estudios arqueológicos han evidenciado la complejidad de las estructuras
sociales de la cultura azteca, maya y andina, por mencionar las más destacadas.
Estas tres civilizaciones habían alcanzado importantes desarrollos
tecnológicos que les permitieron adaptarse y sacar el mayor provecho de sus
entornos: Habían desarrollado sistemas de captación de agua y sistemas de
riego, incluso, en lugares donde el agua no estaba disponible fácilmente. Sus
construcciones arquitectónicas fueron tan o más complejas que las de cualquier
cultura de la época. Tenían un conocimiento preciso del tiempo. Los mayas, por
ejemplo, desarrollaron el calendario más exacto, además tenía una utilidad
clara, pues informaba sobre los tiempos adecuados para todo el proceso de
cultivo de los alimentos: cuándo sembrar, cuándo llovía, cuándo había que
cosechar, etc. Su organización social era compleja, abarcando las tres culturas
territorios de grandes dimensiones. Tenían sus propios sistemas políticos,
económicos, comerciales, culturales, religiosos y sus sistemas lingüísticos y de escritura. Habían
construido sus propias cosmovisiones, epistemologías y ciencias. Poseían
conocimientos también complejos en matemática, medicina, astronomía, agronomía,
física, etc (Galich, 2015).
La invasión española significó una ruptura trascendental y un
acontecimiento histórico traumático que interrumpió sus propios procesos de
desarrollo social. La superioridad técnico-militar de los invasores justificó
la falacia de la superioridad-inferioridad impuesta y ejercida a lo largo de
siglos de colonia. Fue ejercida con tal fuerza la supuesta superioridad y la
discriminación durante todo el período de la colonia, que ciertamente el
sentimiento de inferioridad perdura hoy, internalizado en muchos
latinoamericanos.
Nos hicieron creer que ser blanco, ser alto, hablar español, vestir a lo
occidental y practicar su religiosidad era “mejor”; ser moreno, de baja
estatura, hablar los idiomas autóctonos, vestir la ropa tradicional y practicar
las cosmovisiones ancestrales era “inferior”.
La población del continente fue diezmada, se estima que alrededor de 10
millones de personas murieron en el proceso de invasión a causa de la guerra,
nuevas enfermedades traídas de Europa y el sometimiento a trabajos forzosos y
exhaustos (Galeano, 1978).
Pero hubo también una violencia epistémica, pues el conocimiento que
tenían las culturas de Abya-Yalá fue negado, invisibilizado, discriminado e
incluso intentaron destruirlo. Un ejemplo de ello es que los manuscritos mayas
fueron quemados casi en su totalidad por ser considerados “herejes”.
El Blog de Ricky |
La exclusividad del conocimiento
El método científico se consolida en Europa en el siglo xvii con el
debate epistemológico aportado por el Discurso
sobre el método (1637) de Descartes, y el Nuevo órgano (1620) de Bacon. Se establecía así el canon para
producir nuevo conocimiento válido y probado (Lamo de Espinosa & González
García, 1994).
El error de esto fue haberse adjudicado la exclusividad de la creación
de “nuevo conocimiento verdadero”. Con ello, el conocimiento de todos los demás
pueblos del mundo quedaba invalidado e inferiorizado.
¿Quién conoce? El sujeto cognoscente
En el siglo xix surgen las ciencias sociales, las cuales se ven en la
necesidad de emprender un camino para su reconocimiento.
La primera apuesta por parte de Auguste Comte y Emile Durkheim,
consistió en adaptar el método científico a las ciencias sociales, dando vida a
la corriente positivista. Desde la visión positivista, el investigador social
es el sujeto cognoscente, es decir,
el sujeto apto e idóneo para conocer o investigar cualquier problema social, al
cual se le denomina objeto de estudio. Se establece por lo tanto una relación
epistémica vertical porque, aunque el sujeto
cognoscente en las ciencias sociales estudié a personas (creadoras de relaciones, dinámicas, estructuras sociales,
etc.), se les cosifica; el mismo Durkheim decía que había que considerar los
hechos sociales como “cosas”.
Max Weber disintió del positivismo. Para él, las ciencias sociales
debían tener un método distinto al de las ciencias naturales por el simple
hecho de que no estudiaban lo mismo o, al menos, no desde la misma perspectiva.
Weber reconoció que las ciencias sociales trataban con personas que a su vez
eran actores sociales o, dicho de
otra manera, actores creadores de lo social.
A la concepción weberiana se le denomina visión interpretativa. Para Weber, el sujeto cognoscente o investigador debía comprender la acción social realizada por los actores
sociales, el porqué de la acción social y los motivos de los actores sociales
para realizarla. La subjetividad pasa a ser un elemento de análisis importante.
Weber buscaba que el investigador comprendiera la conducta del actor social
desde dentro, el porqué de sus actos.
Desde la visión interpretativa, la relación epistémica cambia, porque se
reconoce a las personas investigadas como actores sociales que generan acciones
sociales. El sujeto cognoscente buscará conocer o comprender la acción social (Lamo de Espinosa &
González García, 1994).
Vilfredo Pareto dirá que son las élites, especialmente
las científicas, las que generan nuevo conocimiento.
Georgy Lukács, teórico marxista, dará un paso más, porque
privilegiará a un sujeto del conocimiento específico: el proletariado. Desde
esta perspectiva, el investigador social ya no es el sujeto cognoscente más
relevante, sino que debe dialogar con el conocimiento que posee el proletariado
(Lamo de Espinosa & González García, 1994).
El feminismo hará un salto cualitativo en lo
epistémico, pues hablará de sujetas
cognoscentes y afirmará que las preguntas o perspectivas epistemológicas
cambian dependiendo del contexto de las sujetas y los sujetos. Por lo tanto,
las mujeres desde su propia realidad tienen una visión epistémica propia y
distinta a la de los hombres. Pero con su aporte también se podrá decir que la perspectiva
epistemológica del Sur será distinta a la occidental o que las personas que
viven en situación de pobreza extrema formularán preguntas únicas y propias
desde su contexto.
Gustavo Gutiérrez, juntó a los demás teólogos de la Liberación,
proclamó la opción preferencial por los más pobres. Se dejó atrás la idea que
había que sufrir en la Tierra. En cambio, se dijo que había que construir el
“Reino de Dios” aquí y ahora. A lo largo del continente se conformaron
comunidades eclesiales de base o eclesiolas en las cuales las personas
interpretaban los evangelios a luz de la realidad actual y en clave de
liberación de toda opresión.
La Investigación Acción Participativa (IAP) da el paso
que faltaba, pues reconoce a todos los implicados en el proceso investigativo
como sujetas/os cognoscentes. Toma una postura clara y busca responder de
manera positiva a las necesidades de las poblaciones excluidas, pobres y
marginadas, encontrar junto a estas las problemáticas de las comunidades y el
modo de resolverlas (Calderón Pérez, 1995). Así, la epistemología del cruce de saberes y su metodología retomarán
varios aspectos de la IAP.
Cruce de saberes
Joseph Wresinski, fundador del Movimiento Internacional ATD Cuarto
Mundo, provenía de la gran pobreza. Como una opción valiente, decidió no
olvidar sus orígenes, esto hizo que sus preguntas y reflexiones estuvieran
planteadas desde ahí.
Wresinski lanzó la premisa revolucionaria: las personas en situación de
pobreza extrema poseen un saber particular y propio sobre la pobreza extrema,
un conocimiento que nace desde su experiencia fenomenológica acerca de la
misma. Es un conocimiento que nace de su experiencia de la pobreza, de su
reflexión sobre la misma con sus propios conceptos e ideas, de su forma de
hacerle frente y sobrevivir astutamente ante las vicisitudes. Es un
conocimiento que, incluso, ha sido transmitido de generación en generación y,
por lo tanto, es un conocimiento particular que debe ser escuchado.
El párrafo que cito textualmente a continuación, contribuirá a
comprender de mejor manera lo que planteaba Wresinski:
“Él quería
[Wresinski] que las personas en extrema pobreza no fueran consideradas solamente
como personas para instruir, sino que fueran fuente de un saber llamado al
intercambio de saberes con otros miembros de la sociedad. El diálogo sólo es
posible si aquellos reputados como ‘sabios’ aceptan dejarse instruir por
aquellos que hasta entonces eran considerados como ‘ignorantes’. Ese fue el inicio de la
Universidades Populares Cuarto Mundo, en donde personas en situación de extrema
pobreza aportan y comparten sus conocimientos sacados de sus experiencias de
vida con otras que no han vivido la miseria. En conjunto, ellas generan un
pensamiento y una acción originales” (Grupos de Investigación Cuarto Mundo-Universidad y Cuarto Mundo
Colaborador, 2012, pág. 15).
El fenómeno de la pobreza extrema (lo que se pretende conocer) se aborda
a partir de un diálogo entre sujetas/os cognoscentes en condiciones de
reconocimiento y horizontalidad donde, no sólo el investigador social sino
todas las personas implicadas en el proceso investigativo, son constructoras de
nuevo conocimiento...
Metodología del Cruce de saberes
La nueva epistemología estaba planteada, pero aún hacía falta afinar y
concretar la metodología. En el año de 1993, por iniciativa del Movimiento ATD
Cuarto Mundo, se constituyó un grupo de trabajo que tuvo por objetivo “concebir y elaborar las condiciones de un
proyecto experimental para poner en diálogo y en reciprocidad tres tipos de saber:
el saber de los que han vivido la pobreza y la exclusión, el saber de las
personas que están comprometidas con ellos y el saber de los científicos”
(Grupos de Investigación Cuarto Mundo-Universidad y Cuarto Mundo Colaborador,
2012, pág. 17).
La metodología resultante de este proyecto experimental se denominó Cruce de saberes. En esta experiencia participaron más de treinta
personas, portadoras de los tres tipos de saberes mencionados, que lograron
poner a dialogar sus saberes y de manera colectiva construyeron nuevo
conocimiento concretado en cinco investigaciones: I) Historia: de la vergüenza
al orgullo; II) Familia: el proyecto familiar y el tiempo; III) Saberes:
¡liberar los saberes!; IV) Trabajo, actividad humana: talentos escondidos; V) Ciudadanía:
representación, extrema pobreza. Dichas investigaciones están contenidas en el
libro de dos tomos, en su versión en español, “El cruce de saberes y de prácticas: Cuando personas en situación de
pobreza, universitarios y profesionales piensan y se forman juntos”, el
cual invito a leer para profundizar en la metodología y las investigaciones
realizadas.
Esta metodología parte del reconocimiento de todos los participantes
como sujetas/os cognoscentes; a través
de una serie de técnicas y disposiciones, busca el equilibrio y la equidad entre los actores y sus saberes, garantizando
de esta manera las condiciones adecuadas e idóneas para el cruce de los
saberes. Por ejemplo, a través de la técnica de los desciframientos se asegura que las personas en situación de pobreza
extrema puedan seguir el ritmo de la investigación.
Los participantes del proceso investigativo aceptan someter su saber a
la reciprocidad, escuchar el saber de los otros actores y dejarse afectar por
este. Cada saber pasa por un proceso de autorreflexión, que en el caso de las
personas que provienen de la pobreza, les permite empoderarse de su saber y
ganar la confianza necesaria para compartirlo. Por otro lado, el saber de los
universitarios sufre una transformación por el autoexamen y también para poder ser compartido con el resto de
actores (Grupos de Investigación Cuarto Mundo-Universidad y Cuarto Mundo
Colaborador, 2012).
Diálogo entre epistemologías: los saberes de todos los pueblos de
Abya-Yalá
Las epistemologías del Sur, junto a la epistemología del Cruce de saberes, constituyen un intento
reivindicativo muy fuerte por recobrar la legitimidad y el reconocimiento de
todos aquellos saberes y conocimientos que no se adscriben a la lógica de lo
“científico” desde la perspectiva occidental. De igual manera, contribuir a la
revalidación de los saberes de todos los pueblos de Abya-Yalá que forman parte
del pensamiento plural y diverso que se genera desde los “sures” metafóricos[1].
La epistemología del Cruce de saberes
logró que personas que viven la pobreza extrema, académicos y personas que
comprometidas por la erradicación de la pobreza extrema cruzaran sus saberes y
construyeran un nuevo conocimiento.
Por ende, esta epistemología, cuyo carácter principal
es el reconocimiento y lograr la horizontalidad entre los distintos saberes,
también puede ser aplicada para que las epistemologías del Sur y las epistemologías
de Occidente se reconozcan entre sí y realicen cruces de saberes.
Ninguna perspectiva epistemológica puede autodictaminarse como la única
vía para construir conocimiento válido. Debe haber una ecología de los saberes, concepto de Boaventura de Sousa Santos,
porque todo saber es la superación de una ignorancia particular, los saberes
están llamados a dialogar, a complementarse, a comprenderse mutuamente.
Mediante el Cruce de saberes en condiciones de equidad se
puede generar nuevos conocimientos más integrales sobre casi cualquier
ámbito.
Basta de las pretensiones de supremacía, de la invalidación entre
saberes, es tiempo del encuentro, ampliar horizontes y reconocernos todas y
todos como sujetas/os cognoscentes sin importar origen o condición.
Un nuevo conocimiento
Con la metodología del Cruce de saberes
ya diseñada y concretada, se completan los dos elementos para generar nuevos
conocimientos o teoría de tal manera que se cuenta con: a) una epistemología
del reconocimiento de los saberes de las distintos sujetas/os cognoscentes; b)
una metodología del Cruce de saberes
que permite el diálogo entre los saberes en equidad y horizontalidad; c) un
nuevo conocimiento o teoría sobre la pobreza extrema más integral fruto del
cruce de los saberes.
Desde esta perspectiva, se reconoce que la producción de nuevo
conocimiento es un proceso eminentemente colectivo, las investigaciones
sociales, al menos que sean solamente documentales, recogen saberes de la
interacción con las personas y muchas veces sin dar crédito a estas ni devolver
los hallazgos encontrados.
Ante la persistencia de la pobreza y la pobreza extrema en el mundo
entero y los múltiples fracasos por combatirla y hacerla retroceder, es tiempo
de cambiar las estrategias, lo cual empieza por tener un conocimiento más certero
sobre la pobreza que incluya el saber que poseen las personas que la viven día
a día en carne propia. El reto radica en continuar la construcción de nuevo conocimiento sobre
la pobreza fruto del Cruce de saberes,
un conocimiento más integral y completo que permita diseñar y desarrollar
políticas, estrategias, programas y proyectos más informados y pertinentes que
sean realmente efectivos para ir logrando la meta de erradicar la pobreza
extrema...
[1] Según
Boaventura de Sousa Santos, las epistemologías del Sur son “el reclamo de nuevos
procesos de producción,
de valorización de
conocimientos válidos,
científicos y no científicos, y de nuevas relaciones entre diferentes tipos
de conocimiento a partir
de las prácticas
de las clases
y grupos sociales que
han sufrido, de
manera sistemática, destrucción,
opresión y discriminación
causadas por el capitalismo, el colonialismo y todas las naturalizaciones de la desigualdad en las que
se han desdoblado; el valor de cambio, la propiedad individual de la tierra, el
sacrificio de la Madre Tierra, el racismo, al sexismo, el individualismo, lo
material por encima de lo espiritual y todos los demás monocultivos de la mente
y de la sociedad –económicos, políticos y
culturales– que intentan
bloquear la imaginación emancipadora y sacrificar las
alternativas. En este sentido, son un conjunto
de epistemologías, no
una sola, que
parten de esta
premisa, y de un Sur que no es geográfico, sino metafórico: el Sur antiimperial”
(De Sousa Santos, 2012, pág. 16).
Referencias:
Calderón
Pérez, F. d. (1995). Investigación
Participativa. Guatemala: Universidad Rafael Landivar y Radio Netherland.
De
Sousa Santos, B. (2012). Boaventura de
Sousa Santos. Recuperado el 17 de septiembre de 2016, de
http://www.boaventuradesousasantos.pt/media/INTRODUCCION_BSS.pdf
Galeano,
E. (1978). Las Venas Abiertas de América
Latina. Barcelona: Ediciones La Cueva.
Galich,
M. (2015). Nuestros primeros padres.
La Habana: Fondo Editorial Casa de las Américas.
Grupos
de Investigación Cuarto Mundo-Universidad y Cuarto Mundo Colaborador (2012). Estudio sobre la pobreza, el cruce de
saberes y de prácticas. Madrid: Editorial Popular.
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Soy un cuasi sociólogo, crítico del actual sistema inviable, intolerante ante las injusticias, defensor de la dignidad, curioso por naturaleza y con una esperanza empedernida en la Humanidad |
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