La Biblioteca Walt Whitman del IGA como
escenario ideal, nos recibió la tarde del 22 de octubre para conocer a
Carmen Matute, escritora y poeta guatemalteca que la noche anterior
recibió el Premio Nacional de Literatura 2015. Christian, Cristina y yo la esperábamos en una pequeña sala a la que se
presentó muy dispuesta a responder las preguntas que teníamos. Antes de empezar, nos mostró la columna en la que esta institución homenajea a tres escritoras,
dos de ellas la marcaron: Margarita Carrera y Ana María Rodas. La tercera es ella misma; Carmen Matute.
Por Bárbara Barrientos y Christian Echeverría / Fotos de Cristina Chiquin |
PALABRAS
A
veces huyo
por
intrincados caminos
construidos
de palabras,
que
me llevan
a
los páramos de nadie.
Durante
breves momentos
tiendo
este precario puente
hacia
los otros,
con
las palabras
que
me crecen como ramas
en
la boca,
y
me sacan
de
mi silueta
de
animal desnudo.
Desde
esta orilla solitaria
agito
mis palabras mínimas
como
banderas blancas
entregadas
a un sueño,
y
por algún tiempo
logro
fugarme
en
las palabras,
hermosas
como estrellas antiquísimas.
Círculo vulnerable (1981).
Círculo vulnerable (1981).
No
podía haber sido mejor ese momento. Escuchar de la boca de la autora el poema
que marcó mi lectura de Memoria
intemporal del fuego (2013), la recopilación de varios de los poemarios de
Matute. Porque ya lo dijo Luz Méndez de la Vega en la contraportada de ese
libro: “La palabra, así, sin dejar de ser ella misma, se convierte en filo que
hiere por dentro y que, a la vez, acaricia con su belleza”.
Y
así inició este intercambio poético. A esta lectura, Carmen Matute la acompañó
con una anécdota: este poema fue el primero que publicó en un periódico, en El
Imparcial, y con el que se llevaría la sorpresa de verse publicada por primera
vez. “Para una aprendiz de poeta y estudiante de la San Carlos, en ese tiempo
eso era una consagración”, nos contó sonriente.
Christian
tomó la batuta de la entrevista preguntando lo que todos queríamos saber.
CE: ¿A qué edad
publicó por primera vez?
CM: No fui una
escritora precoz, tenía tantas dudas. La universidad no me enseñó a escribir
–confesó-, me dio algunas herramientas. Mis hijos eran adolescentes ya, yo tenía
alrededor de unos 34 años, me casé a los 17. Entonces por eso no entré a la universidad.
No iba a estudiar Letras sino Derecho. Cuando mis hijos crecieron aún tenía la
inquietud, hablé con mis hermanos mayores que eran psicólogos porque ya en esa
época quería estudiar Psicología, ambos me hicieron una especie de entrevista
en la que me dijeron que lo mío era Letras y me metí a Letras. Ahora mi hija es
abogada y su hija psicóloga, así me realicé en ellas -dijo sonriendo.
CE: Y hablando de
“Palabras”: “A veces huyo”, dice usted. Pero, ¿todavía huye o ya no?
CM: Es complicado
hablar de este asunto. Soy muy tímida –declaró-. Uno escribe y se sabe
incomprendido. Se escribe para uno y no pensando en un público o en un libro
que guste a todo el mundo sino por una necesidad inmensa de escribir. Si no
escribo me muero. La huida es a través de la literatura hacia un mundo más
amable, tal vez. Un mundo ideal que es un mundo donde la mayor parte de las
cosas son buenas, lo que no sucede mucho en la realidad.
Matute
bromeó con nosotros tímidamente como quien busca romper el hielo, un hielo que
desde el momento que escuchamos su poema ya no existía.
CE: ¿Fue a las
manifestaciones?
CM: No, no fui a
ninguna. Para ser muy sincera, yo no creí en esas manifestaciones en el
principio. Sentí que era algo inútil y que el entusiasmo era, como decimos en
Guatemala, “llamarada de tuza”; que iba a pasar una o dos veces y se acababa.
Después fui viendo que se consolidaba y se volvió un movimiento y empecé a
creer en él. Me dediqué a apoyar desde Facebook porque no quería ir sola, apoyé
de diferentes maneras y no con presencia física...
Entonces
una pregunta que esperábamos de Christian.
CE: Porque
hablando de lugares a los que uno escapa, los hay personales y otros que se
pueden compartir. ¿Qué le hace sentir la corrupción?
CM: Un rechazo
total –sentenció-. Totalmente inaceptable la corrupción. Cualquier forma de
irrespeto a la ley y la ética es inaceptable. Fui educada dentro de una
estructura familiar muy férrea, con muchos valores. Por eso tengo este rechazo
absoluto a cualquier forma que transgreda la libertad, la ética, los Derechos Humanos.
Me preocupa como persona y como escritora.
CE: ¿Y cuál ha
sido el poema de más indignación que ha escrito hasta hoy?
CM: Tengo algunos
poemas para Guatemala. Mis poemas son más de tristeza que de indignación. Hay
un poema que habla de cómo amo a este país y que daría mi sangre por él. Lo digo
con tristeza, no indignada ni combativa. Es más con un dejo de dolor y
tristeza. Indignarme no está en mi naturaleza.
CE: ¿Cómo valora
el papel del periodista y la palabra escrita en esta crisis?
CM: La palabra es
poderosa –afirmó-. Hablada lo es y escrita tal vez mucho más, porque permanece.
Creo que los medios han cumplido un papel enorme, un papel muy antiguo. La
prensa no se ha limitado sólo a informar, sino ha abundado en la búsqueda de
opiniones de gente con mucho peso político y cívico. Ha ahondado mucho en la
imagen que hace que la toma de conciencia sea más grande. Creo que los medios
han cumplido en estos últimos tiempos un papel que va más allá de la tarea de
informar. Chapeau! Mis respetos para
esta prensa que viene muy fuerte, con mucho empuje y con una convicción de
tratar de hacer un trabajo ético que esté a la altura de lo que demanda el país
en estos tiempos tremendos.
CE: ¿Cómo se convirtió
en poeta?
CM: Grandes
escritores dicen: “Yo no escogí la literatura, ella me escogió a mí”. Tuvo que
pasar mucho tiempo para que yo entendiera que yo no escogí la poesía, la poesía
me escogió a mí. Mi madre tenía tres críos, yo era la mayor. Ella no tenía
ayuda de nadie y me envió a la escuela a los cuatro años y aprendí a leer entre
los cuatro y cinco años. Aprendí a reglazos. A los seis años entré a un colegio
formal y en ese lugar traían los libros de España, libros hermosos. Estos traían
fábulas y también poemas de Gabriela Mistral que eran una verdadera incitación
a la lectura, y como todos los escritores primero fui una lectora voraz. Mi
padre era farmacéutico pero era un autodidacta que amaba los libros y tenía una
biblioteca maravillosa. Cuando iba a su casa leía todos los libros con libertad.
A veces escribía algunas cositas que creo no valían la pena. Lo escribía y lo
rompía o escondía. Era un secreto conmigo misma. Al entrar a la universidad,
Margarita Carrera nos pidió llevar lo que estábamos escribiendo nosotros, los
estudiantes. Al otro día llevé unos poemas, los dejé en la cátedra y me fui. No
regresé a clases en una semana porque me daba vergüenza.
Christian
preguntó algo que es un tema recurrente en sus conversaciones.
CE: Entonces, ¿qué
le ha dado la poesía a usted?
CM: Me ha dado
una razón para vivir –respondió-. La poesía llena mi vida, está en todo, no es
sólo para mí. La poesía es la expresión más alta de la literatura, la esencia
de la literatura y además me ha dado grandes satisfacciones. Verla impresa en
un libro es algo muy enriquecedor que hace crecer como persona y como escritor.
He podido representar a Guatemala en otros países. Me ha dado grandes sorpresas
porque con todas las dudas que he tenido, saber que las demás personas
encuentran valor en mi trabajo me da una satisfacción muy íntima.
CE: Usted es
parte de las academias de la lengua, pero sabemos que la colonización nos trajo
muchas desigualdades y problemas. ¿Qué significa la
lengua española para usted como mestiza?
CM: El vehículo
para comunicarnos –expresó-. La lengua española es hermosa y nos hermana a
cientos de hispanohablantes. Las grandes obras de la literatura española las
hemos leído en su idioma que es otra riqueza de esta lengua hermosa. De todas
maneras, yo amo las palabras en todos los idiomas porque son hermosas en todos.
En el 2010, trabajé en el Diccionario de americanismos -de la Asociación de Academias de la Lengua Española- durante tres meses y
este reúne el español de América que está tan enriquecido con las lenguas que
han contribuido a enriquecerlo, al igual que otros idiomas que lo convierten en
una amalgama de muchas lenguas. Es un vehículo ideal para comunicarse, lleno de
riqueza.
CE: Entonces la
lengua española tiene potencial político para integrar y generar
interculturalidad, y no sólo es un instrumento de dominación.
CM: Estoy convencida
–dijo-, y nuestros primeros indígenas también. Ellos han aprendido el español,
pero guardando su idioma durante 500 años como si fuera una llamita, porque no
hablaban frente a los mestizos. Guardándolo como una llamita y eso es hermoso,
pero ellos comprendieron que debían aprender español, si no los iban a
marginar. Ellos hablan ambos -idiomas originarios y español-. Yo apenas sé
decir una palabra: “Maltyox”; la aprendí de unos niños...
Muy
entretenida narró su anécdota y nos hizo imaginar el momento. Y para cerrar su
intervención y así como sus preguntas, Christian compartió con
nosotros un poema propio. Una suerte de análisis de coyuntura
desde los ojos de un poeta.
VIVIR EN DICTADURA (O UN POEMA DESPUÉS DE LAS ELECCIONES)*
Dicen que se acabó la democracia,
que vivimos en un mundo mezquino de intereses…
pero eso a mí qué me importa.
Si encuentro un espejo en la calle, me miro en
él.
Si encuentro labios resecos, les doy mi calor.
Si un niño se ríe, me río con él.
Si alguien rompe el silencio y la estupidez y
habla de genocidio, de hambruna y de fraudes, yo escucho y me indigno con él
(aunque sea un rato).
Si las campanas llaman a misa, yo las ignoro.
Si un pastor pide un diezmo, yo le exijo que
renuncie (y que viva del amor).
Si un gatito se acerca, le doy mi amistad
(aunque no entienda mi ideología).
Si un milico quiere hacerse invisible, yo me
hago invisible también.
Si un oligarca defiende la democracia, yo me
vuelvo dictador.
Basta que alguien me piense para ser un
recuerdo.
Y si alguien me deseara, podría convertirme en
nostalgia después.
Basta que alguien me odie para existir.
Si mamá se muere antes, será suficiente para
vivir la soledad (la de verdad, no la de poemas).
Si una mujer quiere hacer el amor, yo se lo
hago a ella.
Si un amigo tiene hambre, yo le cocino.
Si un gentil quiere perder el tiempo, yo le leo
un poema.
Dicen que se acabó la democracia,
que vivimos en un mundo mezquino de intereses…
pero eso a mí qué me importa.
*Basado en el poema "Comunión plenaria" de Oliverio Girondo.
*Basado en el poema "Comunión plenaria" de Oliverio Girondo.
Carmen lo escuchó atenta. Para iniciar mis preguntas le pedimos a la poeta que leyera otro de
sus poemas para adentrarnos en los temas recurrentes de su trabajo. El erotismo
que acompaña a cientos de sus versos se hizo presente en su propia voz.
AMANTE
Un amante eres
para buscar el olvido
de mí misma
en el aire que se estrella
con tu cuerpo.
Un amante exacto eres
a las caricias de mis manos,
a mi oculta hora,
al grito de mi carne sin fin,
y mi alma interminable.
Eso eres, amante:
sacrilegio abismo,
cilicio ardiente,
doblemente mío
en el misterio
de tus besos y tus zarzas.
Círculo vulnerable (1981).
Círculo vulnerable (1981).
BB: ¿Cómo fue la
primera vez que abrió las puertas a su intimidad por medio de sus poemas?
CM: Fue con el
libro “Círculo vulnerable”. Yo sólo había publicado algunos poemas en El Imparcial
y de pronto Rin 78 me publicó el libro y ya estaba al alcance de todos –contó-.
Yo estaba un poco preocupada porque en la poesía uno está desnudo, no se puede
ocultar quién se es, la esencia. Me quedé sorprendida cuando comenzaron las
buenas críticas para el libro. Yo estaba preocupada porque eran poemas eróticos
y mucha angustia existencial. Amable Sánchez fue quien escribió el primer
artículo sobre “Círculo vulnerable” (...). Las interpretaciones fueron que yo me había salvado, que yo estaba
viva porque había encontrado el amor.
BB: ¿Y es
verdad?
CM: Fui una niña
muy triste –respondió, con un instante de silencio en el aire.
BB: Viniendo de
una familia conservadora, ¿cómo fue su proceso de liberación de todos los
prejuicios que se nos inculcan, como no poder hablar o escribir del deseo, el sexo o el amor, mayormente por ser mujer?
CM: No sé cómo
tuve valor –afirmó-. Comencé a pensar que el ser humano es carne y espíritu, no
solamente uno o el otro. Debemos de hablar de todo y las mujeres también; sobre
nuestro cuerpo, porque no es algo que nos deba avergonzar. Me casé a los 17
años con un hombre maravilloso al que había conocido cuando yo tenía 12. Fuimos
compañeros, compinches, amigos y amantes. Él era absolutamente feminista, me
daba una libertad y apoyo de hacer lo que quisiera. Al publicar “Círculo vulnerable”
le pregunté su opinión y le leí algunas cosas, a lo que preguntó: “¿Estás dispuesta
a que te critiquen y a que los hombres te hagan propuestas?”. Dije: Sí, y diré
que no. “Entonces publícalo”, respondió.
BB: ¿Se
arrepiente de haber publicado algo por ser muy íntimo?
CM: No me he
arrepentido de ni una sola palabra que he escrito. Si hablamos de mi poesía
erótica, no es grosera, no es vulgar, sino al contrario; es muy cuidada. Por
ejemplo, mi poema sumamente atrevido “Propuesta del higo”, bien podrían leerlo
los niños y no pasa nada. Habla del sexo oral como comer un higo. A Luz Méndez
de la Vega y a mis amigas les encanta ese poema. Lo leí en un café literario en
Chile. Una mesa sólo de mujeres se levantó a aplaudir y lo tomaron como un
himno.
Carmen
Matute sonrió tímidamente.
BB: ¿Y considera
que eso la hace sentir una mujer libre?, ¿la hace poder estar frente a un público
y leer algo de su intimidad?
CM: Me hace
sentir en libertad, con seguridad de poder hablar de algo mío –afirmó-. Algunas
mujeres me han dicho que he hablado por ellas y eso me ha llenado mucho.
BB: ¿Puede la
poesía erótica cambiar las ideas y la forma en que las mujeres percibimos
la literatura?
CM: Sí, en esta
época hay mujeres jóvenes escribiendo muy desinhibidamente sobre el erotismo,
pero entre erotismo y pornografía hay una línea que es del grueso de un cabello
y hay que tener cuidado porque se cae en la procacidad, en la
vulgaridad o en la misma pornografía. En cambio, el erotismo es toda la belleza
que rodea la sexualidad.
BB: ¿Rompe tabúes con su literatura
femenina y erótica?
CM: Esperaría que
sí, pero creo que otras escritoras como Ana María Rodas entran con mucha fuerza
con libros como Poemas de la izquierda erótica (1973).
Para
terminar mis preguntas, compartí uno de mis poemas para combinar el
deseo de escribir con la inspiración que la noche puede dar a una mujer. Y me llevé la satisfacción de participar en el intercambio poético y recibir
la opinión de Carmen Matute.
CAMARADA
Yo te tengo a vos, camarada.
Mi fiel amante, la voz de la fría
oscuridad,
musgo que nace en mi piel.
Yo te hablo de mentiras,
te hablo de lo cierto y vos te reís,
y mi consuelo llega con el sonido
que produce tu garganta
cuando intentas detenerte.
Suena a una dulce descarga
rodeada de tus brazos.
Cascabillos acariciando mi piel,
tus dedos dejando marcas.
Y al oscurecer, vos convertida en
ramera,
te entregas a todos sin pudor alguno
y yo detesto verte entera,
partiéndote al medio
siendo de ambos amantes
como quien conoce la fidelidad,
y muero de celos y te deseo aún más.
No dejas de ser lo que sos, mi
ciudadana.
Habitas mi existencia.
Continúas a ocupar tu espacio
tan plena y vigorosa,
y yo soy tuya mientras tanto.
Yo te quiero para mí,
toda, sin pretextos, tan propia y fría.
Tan jodida como ladera en invierno,
tan hermosa como cuerpo desnudo.
Mi fin de camino al terminar el día.
Al final del día…
yo te quiero a vos, camarada.
La
poeta nos complació leyendo otros poemas que descubren no sólo
parte de su historia, sino esos temas que la acompañan desde siempre al escribir: temas sombríos. Poemas que, entrelíneas, nos dejan ver su personalidad y narran esos momentos que han marcado su vida
para siempre.
SAUDADE
Planta trepadora
y asfixiante,
en mi alma
la nostalgia crece.
Rumores de tiempos idos,
en la hora triste
de lluvia
y de recuerdos,
la nostalgia
me invade,
lentamente
se apodera de mis ojos
y mis huesos viejos,
va royéndome
insidiosa
como una lepra tibia,
me trae la nostalgia
el deseo del olvido,
mi remoto anhelo del suicidio.
Círculo vulnerable (1981).
Círculo vulnerable (1981).
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MEMORIAS
Estéril
el grito
junto al brocal del tiempo.
Inútil
la palabra
que no escucharás ya.
Desolado,
el aullido que se escapa
con su eco,
despeñándose,
rodando
desde los altos desfiladeros
hasta los perennes ríos
de la memoria.
Casa de piedra y sueño (1997).
Casa de piedra y sueño (1997).
“Este poemario lo escribí para Carlos, mi esposo.
Él murió en mis brazos a los 51 años", nos contó melancólicamente. "Tardé cinco años en escribir este
poemario. Realmente fue difícil porque fue mi todo, mi compinche, mi cuate, mon frére...”.
CE: ¿Hay un poema de ese día?
CM: Sí,
“13 de Agosto”. Ese fue el día en el que él murió en una cama de hielo.
Inició a leer.
13 DE AGOSTO
Yo buscaba la luz
en el umbral de tus pupilas quietas
y pronunciaba tu nombre
—iluminado y breve—
junto a la cama de hielo
que acunaba tu cuerpo devastado,
anegado por la muerte,
martirizado por tubos y catéteres.
Un tulipán de sangre
se abría…
Su voz se
quebró, cerró el libro. Sin escuchar todo el poema sentimos de su propia voz todo
el sentimiento que cada uno de estos versos significa. Guardamos silencio como
si escuchásemos el resto, pero ya no siguió. No pudo. Esta fue la
primera vez que Carmen Matute lee en voz alta uno de los poemas de la
muerte de su esposo. Poemas que están en su más reciente poemario Que te llamen hoguera.
*Cristina, que
pasó atrapando los mejores momentos con su cámara, preguntó: “Usted dice que sus temas son recurrentes. ¿Por qué recurre a estos temas? La muerte está ligada a la pregunta de la existencia, no sé si usted en algún momento cuando escribe, por lo que he escuchado y leído va por allí. ¿Por qué recurre a estas imágenes?”.
“No
es que me proponga escribir sobre la muerte”, respondió Carmen. “Es que está
allí presente. Es tan duro que debo escribir sobre eso. En la poesía el proceso
creativo es diferente que el de la narrativa, ella se impone. Por eso, en lo
personal, no creo en talleres de poesía. Allí se aprende a versificar pero no a
escribir poesía. La poesía dicta lo que hay adentro”.
Cristina nos
deleitó con un poema que inicia con una frase de la escritora argentina Alejandra Pizarnik, otra poesía de temas
sombríos, y que Cristina nos presentó
en sus versos.
“La noche tiene forma de un grito de
lobo”
Alejandra Pizarnik
:::
Mis ojos se transforman en esferas de
luces desencajadas.
Es el grito constante de la noche,
una entrada a un cuerpo desgarrado,
un momento de furia contenida.
En ellos, la punta de cuchillos cortando
la ternura
y el miedo inminente de las voces que no
callan,
que buscan esquinas filosas para grabar
palabras en mis venas.
Alguien habla constantemente.
Susurra oraciones cortadas.
Alguien dicta el siguiente paso a dar,
la siguiente palabra a escribir.
CM: Se siente la
poesía. He leído en cárceles, en barrios marginales en Medellín, de parte de un
festival que tiene como objetivo llevar la poesía a esos lugares donde no
llega. (...) Siempre que se lee
poesía algo le queda a alguien. En Guatemala, leímos en la cárcel de mujeres...
Para
finalizar, quiero resaltar una frase que Carmen Matute dijo de nuestros poemas: “Cuando a uno le
preguntan qué es la poesía, es muy difícil definirla. La poesía es eso
inaprensible”.
*Artículo reeditado el 6/11/15 a las 10:46am
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