POR JESUS ABAC
La
ciencia económica actual no es comunitaria, sino institucionalista, financiera
y estatista. Podríamos afirmar que no es científica.
La
Economía, desde sus concepciones arcaicas, desde la noción crematística greca,
clerical, feudal, mercantilista, fisiócrata y liberal, hasta los pensamientos
científicos marxistas y las nociones vulgares actuales como la keynesiana y
neoliberal (en especial estas dos últimas), han partido de preceptos teóricos
generales para la interpretación de las realidades particulares, totalmente
lejanos de las formas históricas de vida de los distintos grupos humanos
llamados por algunos antropólogos como “etnias” o “particularidades”.
Desde su visión general y economicista, específicamente proveniente de
las más exógenas aristas teóricas de la ciencia de la producción, intercambio y
consumo, desde sus personajes ajenos a las realidades de los países donde se
implantan sus políticas “recomendadas”, pretenden recetar panaceas al desarrollo
global y local con el único fin de satisfacer las necesidades humanas. Una
visión economicista de anarquía en el uso y ficción de recursos
"ilimitados" en un planeta inelástico (1).
La aplicación de las recomendaciones dictatoriales en forma
de políticas económicas desde organismos internacionales, ha dado como
resultado consecuencias catastróficas en las socialidades nacionales y comunitarias. Esto como producto
de aplicaciones teóricas poco congruentes con realidades concretas, donde en
muchos casos, los poblados manifiestan desasosiego con resultados
risibles o alarmantes.
Según los preceptos, sus “loables” economistas y sus
aplicaciones teóricas convertidas en políticas o recomendaciones dictatoriales,
generalizan el crecimiento y con ello la equidad y el
desarrollo social en las poblaciones de las distintas naciones y regiones (mujeres,
niños, indígenas y ancianos), y la sostenibilidad del planeta.
Por
el contrario, la realidad ha arrojado otros resultados que contradicen sus
postulados.
En
muchos casos, los poblados y sus habitantes, en realidad, no son más que tubos
de ensayo experimental. Y por eso, dichos experimentos aumentan la
hegemonía de los países desarrollados.
Sus
invenciones han partido de percepciones generales que, en algunos de los casos
y solapadamente, interpretan una realidad a medias. Realidades aún más
complejas si se parte de principios ecológicos y biológicos de la diversidad
en la unidad; de lo complejo en lo simple.
Particularidades que en otras ciencias como la Antropología, la Sociología
y los movimientos históricos y sociales como el feminismo y el indianismo (2), son tomadas como preceptos
relativamente objetivos.
Las invenciones de los “loables” economistas, son convertidas
en políticas económicas que muchas veces distan infinitamente de realidades
observadas en contextos concretos y comunitarios (3).
Por eso preguntamos: ¿En qué momento de la historia, los economistas se
convierten en oráculos de la implantación del destino de un país?
En la sociedad en la que vivimos, la opinión del economista se implanta como una idea totalitaria y el fin de la teoría del desarrollo de
la historia humana. Los economistas han utilizado con parcialidad el andamiaje
teórico y práctico que la ciencia económica proporciona al mundo. Una
parcialidad en respuesta al pensamiento y la hegemonía dominantes.
El problema de la ciencia económica en muchos otros países del mundo, es
que no es social. Es institucional, financiera, de las crisis y
lo formal, y en Guatemala, de un pequeño grupo vestido con los estereotipos de la sociedad actual.
Pero, ¿en dónde dejan a las personas que hacen que esta ciencia exista? Y hablo
de los que trabajan, de los que crean, recrean, producen, comercian y no se
benefician de los resultados de su trabajo. Los dejan como “objeto de estudio”,
cuando ellos en sí, son sujetos que hacen
de la Economía una ciencia en la práctica.
Por eso es imperativo recordar a Saramago cuando nos dice que “hay
que tener cuidado con la teoría, la literatura se hace escribiendo”. Y la Economía
se hace viviendo.
Viviendo con los que la realizan. Reflexionando si todos gozan del
producto de su trabajo. Preguntarnos por qué, si hablamos del trabajo en términos
generales, hay quienes se les niega ese derecho de realizarse en la vida por este
medio.
Porque debemos recordar que la Economía surge cuando el
primer humano ejerció el trabajo para transformar su entorno y
hacerse de los bienes para la supervivencia. Por eso, todos tenemos como
naturaleza el trabajar para sobrevivir.
Pero ahora, los economistas se resquebrajan analizando
números que construyen algún indicador o índice (4), y por eso, pregunto: ¿La Economía
nace cuando se aprendió a contar? ¡¿Qué?!, ¡¿después de trabajar?!
Al final, los economistas tienden a predecir y aplicar sus modelos sin
tomar en consideración los particulares de cada uno de los países, basados en
una técnica que dista de ser científica.
Los tecnicismos en su aplicación, el positivismo y el funcionalismo
para su análisis, invaden a la ciencia económica al punto de que se piense que
todo está dicho y realizar un análisis científico y crítico es banal.
Su aplicación se resume a “refritos” que caen en describir una
realidad desilusionante y desastrosa en el actual sistema, sin dar cabida
a propuestas que estén fuera del sistema.
Y no digamos los economistas que se atrincheran en puestos técnicos
como zona de confort y marginados de lo
político, cuando en realidad, lo
político también tiende a determinar el ejercicio de lo económico. Estos
“dignos” economistas quieren aparentar ser sujetos transparentes, puros y
desprovistos de vicios políticos, cubiertos por una institucionalidad neutral
que, sin embargo, responde al sistema económico imperante, pese a que esta
demagogia estéril de imparcialidad y objetividad no demuestra consecuencias
claras en beneficio de la sociedad. Su discurso apolítico cae por su peso al
observar que quienes dirigen o pretenden dirigir esta economía institucional,
carecen, además, de ética profesional, dignidad técnica y carácter científico. Están
manchados, en la mayoría de los casos, por intereses económicos de las clases y élites dominantes.
Un ejemplo es la vinculación del presidente del Banco
de Guatemala con el caso PISA. El fin de un profesional de la Economía que fungió como presidente de la institución “más inocua y prestigiosa” de la economía nacional al servicio del mercado, involucrado en una red
de lavado de dinero. Y otro es el más reciente caso de otro
profesional, catedrático, exfuncionario del BANGUAT, exgerente del Instituto
Nacional de Estadística ―INE― en el Gobierno de Álvaro Colom (5), exempleado de la
Secretaría de Integración Económica Centroamericana ―SIECA― (6), exinvestigador del
Instituto de Problemas Nacionales de la Universidad de San Carlos de Guatemala
―IPNUSAC―, representante ante el Congreso y dirigente del
equipo de transición del presidente electo Jimmy Morales, que es acusado de plagio
de cuatro ensayos académicos en el IPNUSAC (7).
Es responsabilidad de quienes comprenden esta ciencia retomar
su carácter científico y político con la ética y profesionalismo que, como
ciencia social, la población les demanda. ¿Cómo? Con templanza les planteo analizar,
criticar y redefinir radicalmente los paradigmas, categorías y conceptos dados como absolutos actualmente. Y una de estas categorías es el
desarrollo.
Pero el que quiera hablar de desarrollo tiene que hablar de socialismo (8). Y ver el socialismo en las actuales instituciones comunales o de barrio, puede
dar la pauta para ver la nueva forma de organización social y su economía,
y el desarrollo a estudiar por la ciencia.
El desarrollo integral y humano solamente se alcanzará en un sistema
basado en lo social, y si la ventaja de cinco siglos es nuestro principal talón de Aquiles, debemos empezar a construir hoy.
¿En dónde? En las instituciones sociales y comunitarias que ya
presentan gérmenes socialistas, con sus formas de economía que ya han
demostrado que la dependencia económica de un Estado nacional no es una
categoría futura, sino pasada. Y el desarrollo humano integral y holístico no
es una cuestión del pasado, sino del presente y para la posteridad.
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(1) Un aumento en su precio, no altera la cantidad ofrecida.
(2) El indigenismo es la ideología de los no indios, y el indianismo es la ideología de los indios. Véase: Marie-Chantal Barre en su libro Ideología indigenista y movimientos de indios. Editorial Siglo XXI.
(3) Stiglitz, Joseph (2009). Cómo hacer que funcione la globalización. México: Editorial Taurus.
(4) De la Horra, Raúl (2007). El espejo irreverente. Editorial Cultura. Guatemala. 115pp.
(5) Véase página 371 en: Instituto Nacional de Estadística. Informe de Auditoría a la Liquidación del Presupuesto de Ingresos y Egresos Del 01 de enero al 31 de diciembre de 2008. http://contraloria.gob.gt/imagenes/i_docs/i_inf_gobierno08/archivos/descen/30000.pdf
(6) Centroamérica: Comercio Exterior. SIECA. Véase en Boletín Trimestral No. 2. http://www.sieca.int/PortalData/Documentos/9F5A8B73-6EA8-45FF-972E-893FAD11DB34.pdf
(7) Véase: Aquí está la "prueba contundente" contra José Ramón Lam Ortíz. Diariodigital: http://diariodigital.gt/2015/11/02/aqui-esta-la-prueba-contundente-contra-lam/
(8) Para mayor información, véase a Atilio Boron en la publicación Duro de Matar. El Mito del desarrollo capitalista nacional en una nueva coyuntura política de América Latina. 2007.
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Jesus Abac EN CUATRO CAMINOS...
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Excelente análisis! Poner sobre la mesa el término política como determinante de la economía es un imperativo. En Guatemala nada se mueve si no es por antojo de la élite. Por eso se dice en ocasiones que la carrera del economista es sumamente frustrante, porque los proyectos que pueden llevar al Desarrollo integral de una sociedad desde el punto de vista económico son interceptados por la oligarquía, así que concuerdo con el modelo de desarrollo comunitario, creo que desde allí se pueden empezar a sentar las bases para hablar en un futuro de desarrollo nacional
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