POR MARCELO COLUSSI
Hoy, toda la prensa comercial del mundo está hablando
de la “barbarie” de París y los más de 100 muertos.
Los mandatarios de todos los países levantan sus voces indignados por la
cachetada que recibió la “civilización”. El mundo está de luto… Pero si la
historia la escriben los que ganan, eso significa que hay OTRA historia: la que
no cuenta el discurso oficial.
Tal
como dijo en un comunicado el Nuevo Partido Anticapitalista de Francia horas
después de los ataques: “Para acabar con el terrorismo, hay que acabar con las
guerras imperialistas que tienen como objetivo perpetrar el pillaje de las riquezas
de los pueblos dominados por las multinacionales, imponer la retirada de las
tropas francesas de todos los países donde están presentes, en particular en
Siria, en Irak, en África”.
El Papa Francisco, que se declaró en oración
permanente, dijo que estos actos “no tienen justificación ni religiosa ni
humana”. Pero no es exactamente así: ¡Sí tienen una lógica, una razón de ser! “La
violencia es la partera de la historia”, dijo un pensador decimonónico,
supuestamente “pasado de moda” hoy. Verdad incontrastable: La dinámica humana
no es precisamente puro amor incondicional, ¡es una guerra criminal de
intereses! Eso es lo que vemos, lo que sufrimos a diario. Los muertos de París
lo ratifican.
No hay “choque de civilizaciones”, como
interesadamente dice el discurso oficial: Hay un robo descarado de recursos de
los países pobres, justificado en discursos racistas, o para el caso:
islamofóbicos.
No hay "fundamentalismo islámico terrorista": Hay un
sistema criminal basado en el lucro empresarial que puede necesitar Pearl
Harbor a diestra y siniestra para justificar sus acciones.
Si es cierto que “todos somos Charlie”, como el
hebdomadario, tal como se dijo en enero pasado ante los primeros atentados en
París, también todos somos los miles y miles de niños muertos por las bombas
asesinas de la OTAN y las potencias occidentales, con Washington a la cabeza,
en los más de 20 frentes de guerra abiertos en el mundo ¿para defender la
democracia?
Y también todos somos los diez mil niños muertos
diariamente por hambre, y todos somos los miles de damnificados por las
inmorales deudas externas de los países que pagan a los acreedores del Consenso de Washington, y todos somos los que viven en favelas, y todos somos los que
mueren de diarrea por no tener acceso a agua potable. Ninguna de esas víctimas
se merece morir, como seguramente tampoco lo merecían los inocentes ciudadanos
parisinos del viernes pasado (como siempre: el pato lo pagan los de abajo, los
ciudadanos de a pie). ¿Acaso alguien se merece esa muerte violenta? ¿Tal vez
esos “malos de la película” retenidos en Abu Ghraib o en Guantánamo? ¿Tal vez
sí lo merecían los 108.000 desaparecidos de las guerras sucias de América
Latina?
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Quizás es muy prematuro para afirmarlo, pero estas
muertes de París huelen a justificación de la temible “guerra en defensa de la
civilización” que parece ya haber comenzado (la Tercera Guerra Mundial, según
algunos. El presidente de Estados Unidos y ¡Premio Nobel de la Paz! dijo algo
al respecto). ¿Jugará algún papel el petróleo que está en el subsuelo de muchos
de estos países “bárbaros”?
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Marcelo Colussi PLATIQUEMOS UN RATO
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