martes, 11 de agosto de 2015

La identidad política

POR JESUS ABAC 



“Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor".

Foto: Francesca Woodman
 
Una frase muy sonada de Desmond Tutu que probablemente sea disonante a la coyuntura actual.

La corrupción de hoy, además de convertirse en una problemática coyuntural mediatizada y tatuada en el imaginario colectivo desde hace años, podría ser una táctica para perpetuar las políticas de ajuste estructural dirigidas a la reducción del aparato estatal.

Maquiavélicamente, una táctica para obtener la aceptación del conglomerado ante cualquier reducción del gasto social y derechos ganados por la lucha colectiva, y para crear en la población desconfianza en la burocracia y que acepte ciegamente las “excelentes" intervenciones del mercado monopolista mundial y nacional en su vida íntima.

Bueno, eso para los que puedan pagar gastos suntuosos o diezmos exorbitantes para apaciguar el alma.  

La actual coyuntura de marchas y plantones de ciudadanos urbanos (y algunos rurales) inició con la catarsis dirigida contra la hegemonía político-militar encargada de administrar los negocios de la oligarquía.

Esta catarsis, en muchos de los casos, puede que responda, por un lado, al sentimiento de traición de las personas que votaron por el eslogan de la “seguridad” y, por otro, a los sentimientos acumulados de la izquierda en su fracaso de administrar el poder político del capital.   

Esto sin mencionar el paquete de impuestos que este gobierno dirigió a la capa media y que afectó tanto a los simpatizantes de la derecha como a la izquierda partidista.

Sin embargo, de esta separación existen juventudes renovadas con conciencia de clase que pueden movilizarse con un grito antisistema y antiimperialista, lastimero a los oídos de estos dos extremos del mapa político.

Una de tantas características del sistema educativo nacional, es la deficiencia de inculcar en los estudiantes una historia crítica: con esto negándonos una identidad política bien definida y fundamentada. Una historia crítica que no inicie con la invasión española, sino con los primeros asentamientos humanos en Mesoamérica.

Que las identidades sean dinámicas, no implica carecer de ellas.

Fuente: SAT




Y puede que esto sea una de las características de las manifestaciones sabatinas realizadas en los tiempos de ocio y recreación del trabajo citadino, y de algunas organizaciones rurales que traen consigo toda una historia de lucha y defensa de sus derechos humanos.

Compartimos una dicotomía histórica, social, política y económica. Las luchas, marchas y manifestaciones han sido de siglos.

Recordemos las pugnas por territorio y poder de las casas k’iche’ab’. Las pugnas por administrar el tributo porIzkin Nijaib’ y la comunidad Achï. El enfrentamiento de Nijaib’, Tekum Umam, contra los invasores católicos. La quema de los Ajpop k’iche’ab’ por los españoles. Las emancipaciones indígenas en Totonicapán del siglo xix. Las pugnas entre liberales y conservadores por el tutelaje indígena. La reforma liberal, el movimiento unionista, la revolución del 44 y el conflicto armado interno por la asimilación del indígena a la ciudadanía (1).

Tenemos varias historias compartidas que nos convierten en un país de varias nacionalidades y no en una identidad cultural, étnica, territorial, religiosa, partidista, etaria, de género o pensamiento que nos unifique sólo en una bandera, himno nacional o frases cargadas de patriarcado como identidad política absoluta. El social-chovinismo como estrategia para encubrir el capitalismo como problema y la lucha de clases como motor de la historia.

La base social representada en los #RenunciaYa y #JusticiaYa es proporcionalmente ínfima en términos numéricos. 

Si tomamos como referencia la medición de la marcha del 16M que acuñó en la historia del país la asistencia de más de 60 mil ciudadanos, podemos ejemplificar que esta gran movilización sólo representa el 0.44 por ciento de la población total de 2015, el 0.95 por ciento de la población económicamente activa de noviembre de 2014, el 1.19 por ciento de las personas que participaron en las elecciones de 2011, el 0.76 por ciento de la población empadronada en mayo de 2015 y el 1.44 por ciento de la población juvenil de 15 a 29 años para 2011 (2).

Pero, ¿qué tendrá mayor relevancia?, ¿las reformas dentro del marco legal-técnico de la oligarquía o la formación política de las masas que pretendemos representar? Esto último, para fomentar el entendimiento de la realidad y movilizarlas para una revolución con mayor base y conciencia social: Generar, incentivar y fortalecer esa identidad política.

Como se observa, la falta de identidad política hace ver que las marchas tienen poco respaldo social. Representan sólo una parte de la Guatemala explotada, de la masa trabajadora y de la población de 4,1 millones de jóvenes rurales y urbanos (3).

En las marchas y plantones hay marcadores culturales imperantes: “Somos Guate”, la agitación de la bandera y el canto del himno nacional, o el #SomosPueblo que lleva implícita la asimilación hacia la unidad nacional y que coloca el gentilicio “guatemalteco” como referente identitario político que marca las manifestaciones. Marcadores culturales que sobreponen el nacionalismo como identidad única y artificial que nos unifica ante un problema sistémico.

Fuente: TSE


El nacionalismo y su "Nación", que desde la perspectiva de Monteforte Toledo, según Rogachevsky, “no es más que una coartada intelectual para mantener los privilegios de una minoría usurpadora”. 

¿Ser "guatemalteco" me da la identidad política que cuestiona el capitalismo y propone un modelo alternativo que genere condiciones para que las otras identidades se ejerzan plenamente? ¿Será esta la situación que explique por qué las manifestaciones todavía no tienen "color"?

Lo que se observa en las manifestaciones políticas son las identidades étnicas, religiosas, territoriales, etarias, de género, de preferencia sexual, ambientales, de pensamiento y ecológicas. Todas, eso sí, basadas en ideologías (4). 

Identidades e ideologías bien definidas en algunos grupos dentro de la masa de las marchas, pero ¿tiene Guatemala identidad política o tiene un problema de identidad?

Sin embargo, la autodeterminación (denominarse con una identidad política: el derecho a decir "Yo soy" o "Nosotros somos" ante un problema del sistema capitalista) se presenta aún matizada.

Decir "Somos independientes", "Somos los de abajo" y "No tenemos color" implica el desconocimiento de la dependencia material y subjetiva del capitalismo, y no reconocer nuestra carencia de poder al aceptar las jerarquías de los oligarcas. Es negarnos a nosotros mismos.

Ser "a-identitario" responde a la coyuntura, pero no demuestra ese sentimiento de malestar que provoca la crisis del capital y del reacomodo mundial del capitalismo ultra-neoliberal.

Por lo menos, lo que a mí me movilizó, fue esa concepción del mundo en concordancia con la manifestación intelectual que trato, sea implícita en mi obrar, y que llamo identidad política (5). Una identidad que no pugna con mis otras identidades sino más bien las refuerza, las hace emancipadoras y transformadoras.

Ante un Estado capitalista corrupto, elitista, racista, homofóbico, patriarcal, andro y antropocéntrico, eminentemente clasista, reproductor de gerontocracia y pobreza, no existe otra alternativa que el socialismo. 

Pero no hablo del socialismo alemán, ruso, ni del socialismo sudamericano. Hablo de ese socialismo que se gesta en nuestra propia organización económico-social, que empieza a concebirse en los anhelos del mundo individual y colectivo, y que en una situación de opresión y enajenación de las libertades humanas debe estar históricamente dirigido a una población rural-urbana desposeída de medios de producción (mujeres, indígenas, niñez, juventud, adultos mayores, homosexuales, idealistas o materialistas, poblaciones en situación de marginalidad, de calle y mendicidad, personas con capacidades especiales, trabajadores del campo o la ciudad y especies y recursos naturales afectados por el egoísmo de unos pocos). 

Yo, por ese afán egoísta de mayor acumulación de capital y en esta situación de injusticia, soy socialista militante. Pero ser socialista es mucho más que ser de "izquierda". ¿Por qué? Responda usted.

Ser "a-identitario" y supuestamente "a-ideológico" puede que sea el respaldo masivo que impregne de efervescencia a los #RenunciaYa y #JusticiaYa, como también puede que sea una de las causas del desmoronamiento de un movimiento coyuntural, reformista y con imparcialidad política ficticia... 
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(1) Carmack, R. M. (2001). Kik'aslemaal le K'iche'aab'. Historia Social de los K'iche's. Guatemala: Cholsamaj.
(2) No se toma en cuenta el porcentaje de la población indígena. Véase: INE. http://www.ine.gob.gt/
(3) ENJU/INE. Guatemala, 2011.
(4) Real Academia Española. Doctrina filosófica centrada en el estudio del origen de las ideas. 2. f. Conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso o político, etc. Véase: http://lema.rae.es/drae/srv/search?key=ideolog%C3%ADa 
(5) Gramsci, A. (1967). La formación de los intelectuales. (A. Gonzáles Vela, Trad.) México DF: Grijalbo. 

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Jesus Abac      EN CUATRO CAMINOS... 


No soy economista, ni mucho menos escritor. Tampoco artista, ni columnista. Simplemente creo que desde el momento que me enseñaron a leer, me enseñaron a dudar. Y con la duda se inicia la emancipación.

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