Sueño, despierto, no me encuentro ni entiendo. Segundos después reacciono, me recuerdo e intento no morir de tristeza, no
puedo levantarme. Antes debo de llorar 10 minutos,
meditar 20 y, como que hubiera envejecido de súbito 10 años, me levanto
arrastrando extremidad por extremidad hasta entrar a la realidad.
Voy al
bosque.
El bosque
me atrapa y dejo que lo haga. Corro hacia abajo y gateo para arriba, me lleno
de oxígeno hasta marearme y esfuerzo mi corazón con cardio para que tenga otra sensación
y no la de los últimos días. Sin embargo, a los lejos, en lo más recóndito, mi
alma sigue enajenada.
Bebo pociones inventadas por mi desesperación: té de
limón con hojas de amapola y flores de bugambilia, algunas rajas de canela y
"tela de araña" que vienen gratis incluidas en las plantas.
El limón me sirve para ya no sentir tu olor, la amapola para calmar mis nervios y la ansiedad, la bugambilia me ayuda con los dolores de cabeza, la canela me deja sabor en la boca, esta boca tuya que no responde ya a otros sabores, y las “tela de araña” dicen que van directo al corazón a remendar pequeños agujeros, pero el té dura minutos nada más.
Después, todos los síntomas vuelven uno por uno, por orden estricto: agitación en el pecho, palpitaciones fuertes, dolor de cabeza, alucinaciones contigo, tu voz llamándome, mi boca besándote y tu imagen estática abusivamente colocada entre mis ojos no se mueve, no cambia.
Llevas puesta la camiseta que detesto, la rayada de negro con rojo, el último corte de pelo que palpé y los ojos muy brillosos y despiertos.
Te reís conmigo, me decís cosas que no entiendo, reacciono y sigo en lo que estoy, tendiendo la cama o peinándome…
El limón me sirve para ya no sentir tu olor, la amapola para calmar mis nervios y la ansiedad, la bugambilia me ayuda con los dolores de cabeza, la canela me deja sabor en la boca, esta boca tuya que no responde ya a otros sabores, y las “tela de araña” dicen que van directo al corazón a remendar pequeños agujeros, pero el té dura minutos nada más.
Después, todos los síntomas vuelven uno por uno, por orden estricto: agitación en el pecho, palpitaciones fuertes, dolor de cabeza, alucinaciones contigo, tu voz llamándome, mi boca besándote y tu imagen estática abusivamente colocada entre mis ojos no se mueve, no cambia.
Llevas puesta la camiseta que detesto, la rayada de negro con rojo, el último corte de pelo que palpé y los ojos muy brillosos y despiertos.
Te reís conmigo, me decís cosas que no entiendo, reacciono y sigo en lo que estoy, tendiendo la cama o peinándome…
Foto: Anastasii Mikhailov |
y a los pocos minutos el hechizo se repite.
Publicado también en EMMA GUNST (Facebook).
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Facilitadora de historias y memorias, hija de tribu grande. Intensamente
enamorada de lo simple y perdurable.
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Tiene frases poderosas!
ResponderEliminarSon frases que están a un hilo de ser escritas en trance quizás por eso, me encantaría saber cuál es tu frase preferente, sí tuvieras un momento para contarme yo encantada
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