domingo, 8 de marzo de 2015

Gerontocracia en la Justicia guatemalteca (II)



POR IRAIDA POCÓN 




En esta segunda parte discutamos sobre las diversas maneras en las que la niñez se ve sometida, cuando al momento de nacer; es registrada como propiedad de los progenitores y adherida a normas de comportamiento social para ser integrada al sistema capitalista.



Las y los niños son lamentablemente una decisión adulta (porque deben o no deben nacer, porque quiero o no quiero tener un hijo). No son seres libres y capaces de elegir debido a su “inmadurez”, ya que a su corta edad “carecen de experiencia y no saben lo que realmente les conviene, a diferencia de los adultos”. Claro, no debemos olvidar su vulnerabilidad y desventaja en cuanto al desconocimiento del mundo que como adultos hemos creado.



Pretendemos imponer sobre la niñez dogmas y reglamentos moralistas anacrónicos heredados, ¡como si hubiéramos construido un mundo de oportunidades y de alegría!



No nos basta ver tantas guerras como muestra de nuestra “capacidad y madurez” para gobernar la sociedad de forma imponente y desigual, como si no existieran en la historia y en el presente actos de lesa humanidad que han afectado principalmente a la niñez.



El informe del Centro Carter de Estados Unidos sobre niñez, estima que más de 2 millones han muerto en la última década como resultado directo de los conflictos armados. Al menos seis millones de niños y niñas han sido seriamente heridos o permanentemente discapacitados. Esta es una muestra del mundo que les heredamos.



La acción de apropiarse de la niñez no es más que un acto como respuesta al patriarcado, que hace de la niñez objeto de propiedad privada de los progenitores. “Ellos les han dado la vida”, y en recompensa por ello, los hijos se ven condenados a someterse a las disposiciones de la o el progenitor.



Durante los procesos de la lucha de “patria potestad” por la niñez, se determina si ambos padres o uno de éstos es el que tiene el “derecho sobre el o la niña”, o si “la presencia de éstos será compartida”, como si se tratara de un objeto material del que la madre y el padre pueden disponer a partir de lo que la ley mande. 

Pero ¿por qué le dicen “patria potestad”? La Real Academia Española explica claramente: “Conjunto de deberes y derechos que conforme a la ley tienen los padres sobre sus hijos menores no emancipados”. ¡"Deberes y derechos" sobre los hijos "no emancipados"! Derechos que regulan las relaciones privadas de los ciudadanos entre sí. ¡Relaciones privadas entre sí! 

Hijos “no emancipados” sería entonces el hijo subordinado y dependiente. Porque la niñez siempre depende de las decisiones de los progenitores sea cual sea el fin.



Así la niñez es sometida a los aciertos y desaciertos de la sociedad. Ejemplo: los largos procesos legales en donde los padres que han vendido su esperma, o las madres que han alquilado su vientre; han sometido a “litigio” la propiedad privada del menor, partiendo de que es su gameto el utilizado. El gameto como propiedad privada: producción individual de mujer o de hombre. 




Por eso cuestiono nuestra “preocupación por la niñez”, pues ¿cuántos hombres y mujeres de este país han sometido a juicio la patria potestad de un niño o niña en abandono, y más aún, cuando tienen capacidades distintas?

Seguramente nunca nos hemos cuestionado por qué peleamos tanto a ese ser “que lleva nuestra sangre” (aduciendo que velamos por su futuro y porvenir), y no por aquel “total desconocido” que muere de hambre o crece dentro de la pobreza extrema. Sin duda nuestro compromiso social de velar por la niñez es escaso o nulo, de doble moral; o es la expresión de nuestro ego materializado en la humanidad de la niñez.

¿Quién dijo que la niñez no sabe lo que necesita? ¿Somos acompañantes y amigos, o modelos referenciales impuestos? ¿Cuántos niños y niñas se han tenido que someter a la dura decisión de elegir a quién le pertenecen? ¿Cuántas veces se han visto condenados a vivir en donde no quieren vivir? ¿Cuántos de nosotros vemos a la niñez como nuestro óvulo o esperma?


Estas son las reacciones que me ha dejado la “falsa denuncia”. Me ha dejado una verdad relativa que es importante seguir cuestionando. Esta lectura no es un hasta aquí. Sino el primer paso para reflexionar sobre las normas que impone la adultez a la niñez. 





Porque seguramente nuestra arrogancia como personas “maduras” nos ha impedido ver que el mundo podría ser mejor, si todos jugáramos a relacionarnos como los niños. Lo cierto es que una vez más hemos caído en la gerontocracia, ya que seguramente hoy solo hablamos en nombre de aquellos que más sufren nuestro individualismo y egolatría adulta: la niñez.



Iraida Pocón      EN PALABRAS  


Idealista aficionada a la lectura, el cine y a las ciencias sociales.

Aprendiz de columnista.

Crítica del sistema capitalista, del machismo y el hembrismo.

Busca entre otras cosas, transformar la visión equivocada del feminismo, al que se le ha visto como la búsqueda del poder de la mujer sobre el hombre.






 


No hay comentarios:

Publicar un comentario