POR ALVARO ARMAS
Las grandes potencias se convierten en epicentros del
mundo, y al serlo emanan su fuerza hacia el resto del globo configurando
la periferia.
Estos Estados, con su fuerza hegemónica, despliegan
una serie de dispositivos evidentes y sutiles para hacer sentir su presencia.
Su propia forma de gobernabilidad global que corresponde a sus intereses
(“geopolítica”; según Iván Castillo).
Una de sus características radica en su potencial de
consumo energético, siendo esto fortaleza y a la vez amenaza.
Para amortiguar la dependencia de esos recursos
energéticos, les es necesario apropiarse de cuanto recurso pueda abastecer su
existencia, impactando con ello a los demás Estados.
Estados Unidos como potencia que es, tiene un consumo
energético muy superior a cualquier Estado del mundo. Esto supone que
desplegará su fuerza para abastecer su demanda interna, convirtiéndose los
recursos energéticos en asunto de seguridad nacional.
abcnews.go.com
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El agua (el oro azul de Mesoamérica) se suma a esa
lista de recursos que al igual que el petróleo, juega un papel geoestratégico
con valor para su seguridad nacional.
Para esto debe considerarse que el volumen del agua en
la Tierra se estima en 1,400 millones de kilómetros cúbicos. De éstos sólo el
2.5 por ciento es potable. De este 2.5 por ciento, el 69 por ciento está en
forma de glaciares y hielo en la Antártida y el Ártico, el 30 por ciento está
en acuíferos subterráneos y sólo el 0.3 por ciento está en lo que se denomina
"aguas superficiales".
Este tema no se trata mucho en Guatemala, y sólo se ha
tocado cuando ha salido a la luz la propuesta de Ley
General de Aguas que viene haciendo ruido desde hace años.
Sin embargo, no se debe ser ajeno a un tema de suma
importancia. La región mesoamericana juega un papel importante en relación a
los recursos hídricos. Los posibles escenarios que se abren en los últimos
eventos, al parecer desconectados con el asunto en cuestión, recuerdan que
habrá que estar atentos.
Así, el “Plan de la Prosperidad”, que se presume como un
proyecto empresarial, dispara muchas dudas sobre lo que vendrá.
Primero
porque en los años sesentas ya hubo una experiencia similar que destronó
posibilidades de avance en Guatemala. Y también porque tiene que ver con las maneras de
ejecución por parte de los intereses locales en conjunto con los grandes intereses
extranjeros.
Se abre la posibilidad de que el “Plan de la
Prosperidad” sea la continuidad del “Plan Puebla-Panamá”, ahora llamado
Proyecto Mesoamérica, y que como se tiene sabido, abriría el espacio
para la intervención de megaproyectos y desterritorialización de poblaciones
indígenas, ya que éstas ocupan dichos territorios y se trata de una región rica
en recursos naturales donde resaltan los hídricos.
Otro de los acontecimientos importantes, y
aparentemente en desconexión, se ubica en México, donde hay un fuerte
impulso a la Ley General de Aguas, la cual ha encontrado fuerte
oposición de la población y diversos grupos.
Oposición que no se avizora en las televisoras y en
los grandes medios del país; aunque se ha denunciado que esta propuesta tiene en
su seno la privatización del agua, convirtiéndola en mercancía, cuando la
mayoría de la población mesoamericana no la ve de esa manera. Es la
homogenización cultural, sabiendo que la nuestra se trata de una sociedad
heterogénea.
Entre lo que más preocupa en México, es el potencial
uso del fracking en la explotación de hidrocarburos, pues
puede contaminar el agua subterránea. Esto también pone en bandeja de plata
a la región para los grandes intereses de los Estados extranjeros, sus empresas
y organismos de financiamiento internacional (como el BID en el “Plan de la
Prosperidad”).
La defensa del agua como un bien cultural es propia de
los pueblos originarios. Así se demostró en Bolivia en la llamada “Guerra
del Agua”. Un conflicto que tuvo lugar en Cochabamba, donde la población
defendió el agua como bien que no se puede privatizar, contra los intereses de
las grandes transnacionales.
En Guatemala, la propuesta no puede ser muy diferente
a lo que se pretende en México o lo que se pretendió en Bolivia; pues desde
hace varios años se ha estado impulsando la Ley General de Aguas o Ley de
Recursos Hídricos, presentándose desde entonces con diversos nombres para
convencer a la población pero teniendo fuerte oposición (habrá que resaltar
Totonicapán como principal territorio defensor del agua como derecho cultural
en Guatemala).
Esta oposición no tiene razones anarquistas, como
generalmente se argumenta. Es una oposición con razones fundamentadas en la
cultura misma. En una concepción distinta del agua, a la de un bien de
intercambio y consumo comercial.
Las poblaciones están conscientes de la importancia de
una Ley de Aguas, no se oponen a ella. Su oposición radica en la forma que ésta
adquiere, beneficiando grandes intereses económicos. Es decir, a la manera en
que está hecha.
4 de octubre de 2012: nueva masacre
después de los Acuerdos de Paz
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¿Por qué el interés sobre la región?
Se sabe que tres de las grandes reservas de agua dulce
en el mundo se encuentran en el continente americano. Esa es una buena noticia
y al mismo tiempo una mala.
La principal es el acuífero guaraní que comprende
parte de los territorios de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay con un
volumen estimado de 37,000 Km3. Es el segundo reservorio de agua dulce más
grande del mundo, luego de la Gran Cuenca Artesiana de Australia. Con ello se
sabe que este acuífero tiene la capacidad de dotar de agua a la población
mundial por 200 años.
La segunda son los grandes lagos que comparten Canadá
y los Estados Unidos, y la tercera es la región mesoamericana que va desde el
sur de México hasta Panamá. Por esto las propuestas de ley resultan un
mecanismo que pueden influir sobre el control del recurso.
Si
se estima que en el futuro cercano (si no presente) el agua será más importante
que el petróleo por ser un bien con valor esencial para la vida y el crecimiento
económico (en medio de un crecimiento poblacional sostenido); se notará que su escasez está
bajo gran puja política por su control estratégico.
A
este respecto son importantes los estudios que han realizado Castro Soto en
2005 ("El agua y las últimas trincheras"), Gian Delgado en 2004 ("Territorio y geopolítica imperial del agua:
el caso de Mesoamérica") y un servidor en su tésis de graduación como politólogo
de la Landívar de Xela: ("La Junta Directiva de Alcaldes Comunales de los 48
cantones de Totonicapán, ante la propuesta de la Ley General de Aguas,
Iniciativa de Ley 3118").
Alvaro Armas LACONÍAS
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