Un análisis desde
varias miradas de la expo fotográfica del reconocido artista visual guatemalteco Daniel Hernández-Salazar en la Alianza Francesa capitalina, en la que acudiendo a convocatoria abierta, decenas de personas diversas se desnudaron
ante su lente en febrero en una gran expresión de empoderamiento social
País deshumanizado, de muerte y destrucción… la
barbarie. Pero, ¿quiénes y por qué se quitan la ropa ante la cámara de un
extraño? ¿No tienen miedo? ¿Qué quieren decir y a quién? ¿Qué hace, qué necesita
decir una mujer con su cuerpo desnudo ante un patriarcado cristiano radical de 5 mil 900 feminicidios en una década? ¿Qué más afirmación y poder del que ya tiene
aquí, necesita un hombre al mostrarse sin ropa? ¿Por qué se desnuda un trans,
una lesbiana, un indígena?, ¿por qué? ¿Puede el cuerpo (desnudo o no) construir ciudadanía
en un país antidemocrático? ¿Es un instrumento de autonomía? ¿Qué mensaje
político damos con él? ¿Qué pasa con nuestros cuerpos cuando protestamos en la
Plaza? ¿Qué le hace el establishment político y económico, la vieja política (y la vieja política disfrazada de "nueva"), a
nuestros cuerpos?
Sí. El trabajo de Hernández-Salazar en Guatemala se re(v)bela va mucho más allá del arte y su prestigio como fotógrafo. Es más: hasta se puede decir que son asuntos secundarios y por eso esta nota no es sobre eso. Esta parece ser, más bien, la lucha por la vida; una cuestión de ser o dejar de ser en una sociedad hostil. En fin, muchas preguntas. Aquí, algunos intentos de respuesta…
Sí. El trabajo de Hernández-Salazar en Guatemala se re(v)bela va mucho más allá del arte y su prestigio como fotógrafo. Es más: hasta se puede decir que son asuntos secundarios y por eso esta nota no es sobre eso. Esta parece ser, más bien, la lucha por la vida; una cuestión de ser o dejar de ser en una sociedad hostil. En fin, muchas preguntas. Aquí, algunos intentos de respuesta…
Fotos: danielhernandezsalazar.blogspot.com |
El sujeto que se desnuda: una lucha por la autonomía
No, no hablamos (solamente) de la defensa de recursos naturales locales frente al capitalismo; de un territorio económico. No. La
libertad que se expresa desnudando la piel en público en el contexto urbano
guatemalteco va mucho más allá de los determinismos económicos.
Y es que hasta el antropólogo mexicano Gilberto López
y Rivas, uno de los teóricos marxistas más prestigiosos de América Latina, y que
además estudió como nadie la experiencia autonómica zapatista, entiende (aunque sin alejarse del concepto tradicional de lucha de
clases) las complejidades de conquistar autonomía en el presente:
“Ahora queda claro que no basta la autodeterminación
política de la nación y la igualdad jurídico-formal…”, escribe en un ensayo del
sitio digital Rebelión. “…es fundamental la democratización de la sociedad en
el sentido de un ejercicio de la soberanía popular”.
Pero, ¿qué quiere decir con que “soberanía popular” va más allá
de lo económico o legal? Termina con algo importante que hace pensar
dos veces lo que puede significar en la expo de Hernández-Salazar:
“En la construcción de una nación libre y democrática,
la cultura, la forma peculiar de ser y existir de los pueblos en sus distintas
diferenciaciones étnicas, regionales, de género y clase, se transforma en un
efectivo instrumento de transformación social y de resistencia a la propia
opresión cultural, ideológica y política. (…) Esto ocurre no sólo en las
expresiones artísticas, sino también en la cotidianidad cultural, en la diaria
forma de hacer las cosas frente a la dominación capitalista, en vivir de otra manera, en no
participar como actor o cómplice del sistema autoritario en las diversas
prácticas de la cotidianidad y la acción política; todas ellas expresiones de
resistencia (…) por el mantenimiento y desarrollo de las identidades culturales
contra-hegemónicas”.
¡Puta! ¿Será cierto? ¿Será eso lo que pasó en Guatemala se re(v)bela? Para averiguar
la intencionalidad de Daniel y los alcances de su muestra, lo visité en su casa
de la 2ª avenida del Centro Histórico de la capital. Hacía un calor infernal,
eran como las tres de la tarde. Me sudaba el cuerpo completo: desde el culo
hasta la frente. No me gusta esa sensación. ¿Y a ustedes?
Me recibió entonces en un minúsculo cuarto a la par
del garaje oscuro donde guarda su carro y su bici. Me sentí encerrado. La
situación de la calle no mejoró y ni siquiera me ofreció un vaso con agua. No
me importó y empezamos. Hernández-Salazar es un tipo accesible, horizontal y
auténtico. Eso fue más que suficiente…
-¿Por qué querés que la gente se sienta y se piense
libre? –le pregunté.
-Creo que en esta sociedad, la guatemalteca, la que
mejor conozco, la que más he experimentado, la gente no es libre; no
somos libres... -dijo ya sentado frente a mí-. Yo tal vez un poquito he ido
buscándola así como otros muchos, pues… pero sí creo que, en general, Guatemala
no es un país que se distinga por su libertad en ningún sentido. Políticamente,
siempre he sentido que las instituciones que han mantenido el control político
lo ejercen de una forma impositiva y no educan a la gente a tener un criterio
propio porque eso los haría libres, y al ser libres no están bajo su control,
no serían útiles, no serían mano de obra barata; podrían quitarles el lugar que
han ocupado desde los principios de este llamado país.
De repente, dijo algo que podría explicar la razón por
la que él mismo también se quita la ropa en sus muestras:
-Siempre he sentido un rechazo por lo impuesto, por la
institución, por la educación que te dan, por un montón de cosas… entonces,
decirle a la gente que se sienta libre es importante porque es decirle que sientan
por sí mismos y por sí mismas; que no sientan lo que les dicen, busquen
referentes, abran sus horizontes, que no se dejen llevar por las normas
impuestas…
¡Bingo!
-¿Y vos sos libre? –indagué más.
-No del todo… -respondió con modestia-. He tenido una
mentalidad un poco más amplia, eso sí, que la generalidad de Guatemala. Hay
gente que espero que sea más libre que yo. Lo sentí, además, en algunas de las
personas que participaron en la serie que acabo de hacer… Bueno, todas,
considero, tienen cierto grado de libertad, pero algunas todavía no demasiado. Muchos
de los y las jóvenes que fotografié, sí sentí que son bastante libres (…) y me
dio esperanza porque yo, honestamente, había tirado la toalla con este país…
Una nostalgia, una tristeza se asomaban en su voz al
decirlo, pero las oculta muy bien con su histrionismo refinado. Me preguntó qué
le había preguntado. Daniel se dispersa muy fácil. No importó. Ya había
respondido de sobra.
-…estoy acostumbrado a esto; sos el distinto, el
diferente, el que no cuadra, el que no cabe, el que nunca está de acuerdo…
(risa) y eso también pesa bastante. Pero bueno, en el fondo yo siento rico.
Siento que sí soy bastante más libre que muchas personas; bastante más libre
que mis familiares… absolutamente seguro.
Daniel Hernández-Salazar, el retratista de los
desnudos en Centroamérica, fue cucurucho a finales de sus 20 según cuenta. Ahora
tiene 59 y quiere sentirse agnóstico (no pudo recordar esta palabra). Egresó
del conservador Liceo Guatemala.
-¿Dónde está tu libertad?
-Buena pregunta… Pues no sé, creo yo que en sentir que
tengo derecho a optar en cualquier campo a decidir por mí, a decidir para mí; sobre
todo, a ser abierto a distintas opciones políticas, de vida, sexuales, siempre
y cuando no te pasen trayendo porque yo sí creo en aquella frase que dice que
mi libertad termina donde empieza la tuya.
-Entonces, ¿qué es tu cuerpo para vos?
-¿Qué es mi cuerpo para mí? Híjole, no sé –respondió
sonriendo, como si la pregunta fuera absurda, de algo ajeno y fuera de lugar;
como si lo hubiera sacado de su sitio-. Pues es un objeto de mucho cuidado, de
admiración, de respeto… (silencio prolongado) Más o menos…
-¿No lo habías pensado? –pregunté totalmente
sorprendido.
-No, así no –respondió con una sonrisa lúdica-. ¿Qué
es mi cuerpo para mí…? Soy un gran admirador de la estética, y no es que yo me
esté creyendo que soy estético, pero busco que mi cuerpo sea armonioso… Creo
que es parte del amor propio que tengo para conmigo mismo; los demás tienen la
absoluta libertad de hacer lo que se les dé la gana...
Era un buen momento para sumergirme realmente en Guatemala se re(v)bela. En el sujeto que
se quita la ropa…
Las mujeres: un acto de reparación
-¿Por qué se desnuda una mujer frente a una cámara?
¿Tiene necesidad de sanar lo que el patriarcado le hizo a su cuerpo?
-Creo que sí. Porque mi socio, Oscar Maldonado, que es
antropólogo, escribió el texto (de la expo),
entrevistó como a las tres cuartas partes de las personas que participaron. Entonces, muchas de las chavas se lo dijeron. En el caso de las mujeres, yo
siento que en el concepto de “revelado” y “rebelión” que plantea mi proyecto, fueron las que buscaron más rebelarse contra el statu quo, las
normas, el uso y abuso que se ha hecho del cuerpo femenino en una sociedad tan
patriarcal y tan machista… En el caso de la exposición, siento que era para
reapropiarse de su cuerpo, para decir que ellas podían hacer lo que querían con
su cuerpo; que su cuerpo era de ellas. Incluso, hubo una específica que dijo
que nunca había sentido su cuerpo como suyo hasta ahorita, hasta las fotos,
porque primero, cuando era niña, sus papás eran los que le decían qué podía y
qué no podía hacer con su cuerpo; después ya era el novio, después el esposo
era el que le decía qué podía y que no podía hacer con su cuerpo; luego tuvo
hijos, y entonces ya su cuerpo no era ya de ella ni de su marido sino de sus
hijas porque tenía que darles de comer, darles de mamar; pero ahora usó esta
sesión como para decir que ahora yo voy a ser la que decido qué voy a hacer
con mi cuerpo...
Interesante. Decidí buscar participantes femeninas de
la exposición y resultó que dos amigas mías fueron. Ana Lucía Ramírez Fuentes
de 24 años, estudiante de Historia de la USAC, me habló de su cuerpo:
“Durante mucho tiempo fue un cárcel –confesó-.
Fue una forma de castigo. Hasta la fecha, sigo cometiendo actos que me
lastiman: las manos, me arranco el pelo, me muerdo la boca y es dolor; a final
de cuentas es un castigo, pero siempre va como en relación a autocensurarme,
automedirme, autocontrolarme, no sé… y después de las fotos con Daniel, sí
cambió cuando vi todas las fotos juntas, me liberé de muchas cosas porque eran
cuerpos de gente normal, de gente real que hace su vida como puede, que come lo
que puede con lo que le pagan, entonces no era como la típica chica de revista,
la chica de película que sale así como bien planita y bien bonita, y te crea
frustración interna porque no te ves como ellas; en la expo eran como cuerpos
bien variados, muy bonitos”.
“Fue un proceso de reapropiación, ahora es mío. Ahora lo
siento mío y lo quiero mío. Me quiero. No me quería. Iba a dejar de darle gusto
a la gente y que mi cuerpo fuera, por ejemplo, de los deseos de mis papás, de
los deseos de mi novio o cosas así, para que ahora sea mío. Con mis deseos, con
mis proyectos, con lo que yo quiero…”.
Pero no fue fácil para ella participar. Su novio se
opuso y ello contribuyó a que rompieran. Su mamá también, aunque comprendió
mejor lo que hizo después de ver las fotos ya exhibidas. Y su papá… ay, su papá…
“Mi papá no lo sabe y no se lo voy a decir nunca, jamás…”*.
Sabrina Morales Tezagüic de 41 años, comunicadora feminista, también confirma el
empoderamiento de quitarse la ropa ante un lente: “Mi cuerpo es el centro de mi
vida", afirmó. "¿Qué sería de un alma sin un cuerpo? Sería un fantasma. Sería
una cosa que finalmente no está aquí. Entonces, mi cuerpo me parece lo que me
trae aquí, lo que me trae a la relación con los demás, lo que me trae a la
alegría, a disfrutar; yo creo que esa forma de pensar es también una resistencia”.
Así se me ocurrió buscar la opinión de una fotógrafa y
pensé en Andrea Torselli, columnista de Asuntos Inconclusos y también
reconocida artista visual dentro y fuera de Guatemala: “…estoy trabajando en una fotografía que precisamente
reunió a varias mujeres, incluyéndome, en un proyecto fotográfico de desnudo.
Esto me permitió escuchar lo que tenían que decir con respecto al tema. La
mayoría se sintieron empoderadas con respecto al propio cuerpo, con la libre
decisión de tomarse la fotografía, con el hecho de poder expresarse a través de
una imagen, el poner en claro que no tienen complejos o inseguridades y que
están orgullosas de ser mujeres”, respondió por mensaje privado de Facebook. “Me
pareció increíble lo cómodas que todas se sintieron, el ambiente agradable y
risueño que resultó la sesión. Esto me enseñó también que las mujeres sin tabúes
son más de las que uno se imagina. Imagino que para Daniel la experiencia fue
similar”...
Ana Lucía Ramírez Fuentes |
Dicho esto, la "soberanía popular" de la que habla López y Rivas, en la ciudad guatemalteca, al menos, parece tener algo que ver entonces con nuestras decisiones cotidianas sobre el cuerpo. Decisiones que, sobre todo para las chavas, son hasta heroicas en una sociedad tan hostil con ellas.
Pero volvamos mejor a la entrevista con Daniel
Hernández-Salazar en su casa:
-A mí me da la impresión… ahí sí ya es más impresión
como fotógrafo y como persona de lo que yo percibo y veo en la sociedad en la que
he vivido siempre, que la mujer, en general, si aparece en imágenes (…), se
desnuda por necesidad o porque la obligan, y en algunos casos pues porque puede
ser que le guste o quiera decir algo, pero la mayor parte es para ser utilizada
como comparsa, como adorno de publicidad. Ahora ya no se da tanto porque es muy
políticamente incorrecto, cosa que a los publicistas en general no les importa...
Puchis. ¿Es el desnudo femenino en los espacios del
arte una reparación contra el patriarcado, además de un ejercicio de soberanía
popular? El antropólogo de la UAM, Oscar Maldonado, hizo la reseña conceptual de Guatemala se re(v)bela y yo
lo entrevisté al día siguiente en el mismo cuartito de la casa de Daniel. ¿Es
sanador para ellas mostrar la piel ante la sociedad?
“Ah sí, definitivamente...”, respondió. “Yo creo que en
las mujeres el desnudo es mucho más poderoso. Las mujeres sí tuvieron una
determinación muchísimo más fuerte, muchísimo más clara en el acto de
desnudarse. Su reivindicación en términos de considerar que es su cuerpo y que
ellas toman la decisión sobre su cuerpo, fue muchísimo más fuerte entre todas
las chavas que entre todos los chavos”.
El psicólogo y analista político de la USAC, y
columnista de Asuntos Inconclusos, Mariano González: “Para los participantes y quienes observan, la muestra
es una transgresión y, por lo tanto, una liberación”, dijo por mensaje privado
de Facebook. “Claro que hay que ubicarlo porque es un gesto que resulta una
pequeña fisura en un muro hecho de dos tendencias en aparente contradicción,
pero que se amalgaman muy bien: el cuerpo prohibido y el cuerpo como mercancía
(ese que aparece en los anuncios y la pornografía) que al final son una
negación del cuerpo autónomo y, diría, real, viviente y necesitado. Faltan más
gestos de esta naturaleza, sabiendo que son una pequeña parte de lo que se
necesita para cambiar el país, para hacerlo más vivible y respirable. Deben
continuarse...”.
Para López y Rivas estos actos y símbolos son “soberanía popular”,
para Torselli y el mismo Daniel son empoderamiento, para González “transgresión”
y para Maldonado una “reparación”. Pero, ¿están al alcance de todas las mujeres? Otro experto que analizó la expo fue Miguel Flores Castellanos, doctor en Artes y Letras de América Central de la Universidad Nacional de Costa Rica, según su sitio digital. Él opina que sólo lo pueden hacer las élites; la gente con
alto nivel de conocimiento:
“Dependerá de la formación de la mujer... y de los hombres”, respondió
por correo electrónico. “Quien conozca de teoría de género no se escandalizará,
pero quien no sepa lo verá como una aberración porque para ellos el cuerpo
bello sólo es el de la mujer y cierto tipo de desnudo (que no muestre mucho,
controlado)”.
Para Castellanos, no sólo importa la intencionalidad de quien se
muestra sino el enfoque del que toma la foto:
“Todo dependerá del tratamiento de la imagen y de la fotografía
misma... hay que hacer ver que la fotografía es un enunciado (algo que se dice)
y dependerá del lenguaje fotográfico el resultado final. En la exposición de
Daniel hay un transgénero, Daniel lo presenta con dignidad y dentro de una
colectividad de desnudos como uno más. En enunciados como los de Playboy y otras revistas o calendarios, el enunciado va dirigido a provocar distintas
cosas, especialmente el escándalo que trae réditos, especialmente a las marcas...”.
¿Será así? Yo discrepo porque la vida y la realidad no se reducen al arte
o a la intención artística. La foto de la niña desnuda y el napalm en Vietnam, que dio
un Pulitzer al fotógrafo Nick Ut de la AP, no fue un performance. Y lo que llevó a la
gente a sacarse la foto sin ropa ante el lente de Daniel Hernández-Salazar en Guatemala
se re(v)bela, es una realidad social relativamente nueva que intentamos explicar en esta nota y
va mucho más allá de la intención y mirada de un curador.
Intenté contactar con varios participantes que parecían provenir de
una diversidad de experiencias sociales, incluido el chavo trans, pero no respondieron a mis correos. Con
alguno, incluso, confirmé su participación en la nota por teléfono,
pero nada. Les mandé links del blog por correo. ¿No tuvieron miedo de desnudarse en público pero sí de un bloguero
desconocido? Daniel habló sobre la representatividad de la muestra:
-Sí estoy de acuerdo con el hecho de que yo no puedo decir que la muestra que se fotografió en mi proyecto es representativa de la sociedad guatemalteca; no. Pero sí tiene cierto grado de representatividad de la clase media urbana capitalina, más o menos… Hay que mejorar la muestra, pero va bien, pues… porque para empezar, no es excluyente.
-Sí estoy de acuerdo con el hecho de que yo no puedo decir que la muestra que se fotografió en mi proyecto es representativa de la sociedad guatemalteca; no. Pero sí tiene cierto grado de representatividad de la clase media urbana capitalina, más o menos… Hay que mejorar la muestra, pero va bien, pues… porque para empezar, no es excluyente.
-Pero entonces, sí tenías intención de representar a la
clase media guatemalteca, ¿o no?
-No lo busqué. Fue algo que salió; fue algo que tal
vez, inconscientemente busqué. Yo trabajo mucho a nivel inconsciente o
espontáneo. Mi premisa era no exclusión por ninguna razón de sexo, de edad, de
opción sexual, de opción política, de color de piel, lo que sea… No estaba
buscando culitos, ni estaba buscando papacitos. Yo estaba buscando personas...
Rémy Carrère, director
cultural de la Alianza Francesa de Guatemala, opinó sobre la muestra para
Asuntos Inconclusos por correo electrónico: “La Alianza Francesa de
Guatemala es un espacio abierto a la diversidad de pensamiento y de creación,
un lugar de reflexión y de investigación. Así que acoger una exposición tan
importante para Guatemala a nivel social, hace parte de nuestra política
cultural”.
Los hombres: ¿una nueva masculinidad?
-Hablemos ahora de los hombres. ¿Por qué se desnudan?,
¿es una nueva masculinidad?
-Ahí ya puedo hablar por una experiencia propia –dijo
con tono relajado. Según su biografía, tiene más de 20 años de retratar
desnudos-. Para romper tabúes. Romper el tabú de que el papucho en esta
sociedad es el hombre. Entonces es al que más se le debe respetar, el que menos
debería enseñar cuando estás hablando de partes íntimas, porque normalmente al
hombre se le permite enseñar más; si vos lo ves en traje de baño, es quien
enseña más porcentaje de centímetros cuadrados de la piel, porque en el caso de
las mujeres hay otras cosas que tomar en cuenta.
-Entonces, es una nueva masculinidad…
-¡Ah, sí! –afirmó convencido con todo su histrionismo;
Daniel mueve los brazos y las manos para hablar como si sus palabras lo
urgieran-. Yo creo que sí. Porque además, al hablar de nuevas masculinidades,
ya estás hablando de diversidad casi sexual y afortunadamente en la serie se
representó hasta cierto punto…
Pero Oscar Maldonado no está de acuerdo:
“Yo más bien
diría que es una masculinidad distinta. Ahora está muy en boga el tema de la
nueva masculinidad como si de repente se dieron masculinidades de la nada. Realmente,
han habido muchas interpretaciones de la masculinidad en diferentes culturas en
diferentes tiempos. No son nuevas masculinidades, son simplemente
masculinidades distintas que ahora empezamos a analizar, nuevas masculinidades
en términos de que empiecen a ser nuevos descubrimientos para el hombre que
está muy arraigado en esa cultura patriarcal-machista. Siempre han existido”.
Maldonado
asegura que, por ejemplo, en las culturas indígenas el desnudo era común como expresión
social hasta hace un tiempo.
“…yo diría que
sería la masculinidad que ha normalmente predominado antes de que las culturas
indígenas fueran influidas por la religión cristiana. Yo desde chavito podía
ver familias bañándose en pelota en los ríos sin ningún complejo. No fue hasta
que empezaron a surgir estas sectas fundamentalistas, que empezaron a condenar
el cuerpo desnudo. Yo lo veo más como una reivindicación que como una nueva
masculinidad”.
¿Y no es una
nueva masculinidad una reivindicación?
“No
necesariamente. Porque estás reivindicando algo que considerás que es tuyo, o
sea que no es nuevo. No estás creando algo nuevo, estás partiendo de una base
nueva. Nosotros siempre nos hemos vestido, ¿y ahora voy a inventar el desnudo? No
es ese el caso... Aparecemos más como reivindicando nuestro derecho de estar
desnudos que alguna vez existió. El valor del proyecto de Daniel es que reivindicamos
que estar desnudo, en primer lugar, no tiene nada de malo, y en segundo lugar,
que implica un acto profundamente liberador”.
Y Castellanos insiste en la hegemonía de la intención artística sobre el sujeto político que se desnuda:
Y Castellanos insiste en la hegemonía de la intención artística sobre el sujeto político que se desnuda:
“Es en esta exposición de Daniel donde el hombre desnudo da la cara.
Desde su aparición en Guatemala, en la fotografía de desnudo masculino
(ochentas), el rostro siempre es oculto. Es una novedad que ahora en los
desnudos se puede reconocer al sujeto. El hombre que accede a mostrar su cuerpo
perfila cierta seguridad de sí mismo. No creo que sea un ejemplo de nueva
masculinidad. Quien tiene esa actitud no son los modelos sino el fotógrafo que
es quien brinda el enunciado visual, es su mirada la que indica que el cuerpo
del hombre es también bello, que dice algo, aspecto que atenta con los dictados
patriarcales y del mercado del arte que monopoliza los sitios para exponer”.
Para Daniel,
en cambio, es el sujeto la clave:
-Yo creo que (el cuerpo) habla solo. Porque el cuerpo
es una representación de lo que hacés, de la edad que tenés, de lo que has
hecho; porque los ojos son parte del cuerpo. Entonces, el cuerpo no es sólo los
pectorales, el muslo o los pies. El cuerpo dice mucho ya de por sí...
Le pregunté si le podía tomar una foto y me dijo que sí. Se disparó el flash de mi pequeña Canon semiprofesional porque así la dejé desde la última vez que la usé. Yo no soy fotógrafo. Daniel se rio al ver mis malabares, mi ineptitud tomando las fotos. Me la quitó y apachó un par de botones que no vi y reconfiguró mi lente. No pregunten cómo, sólo lo hizo. Me dio un tip para que no le salieran a él las orejas ni la nariz más grandes, como en una caricatura. Nos reímos y seguimos hablando… Dice que busca repetir la experiencia de Guatemala se re(v)bela en los departamentos. Yo tal vez me anime, me enteré tarde de la primera. Es como dice Jaime Sabines: "Quiero mi corazón desnudo para tirarlo a la calle". Total, la vida es ahora... Quién sabe, es posible entonces que los vea pronto en Antigua o en Xela. ¿Se quitarían ustedes la ropa?
Continuará…
*Publicado con autorización de Ana Lucía Ramírez Fuentes.
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Daniel Hernández-Salazar (Guatemala, 1956). Según su blog, fotógrafo artístico y documentalista del cuerpo humano, arquitectónico, etnográfico y de memoria histórica. Estudios de Arquitectura en la UFM y de foto comercial y arquitectónica en Winona School of Professional Photography de Indiana y el International Center of Photography de Nueva York. Corresponsal en Reuters, Agence France-Presse y Associated Press. Muestras y trabajos individuales y colectivos relevantes, dentro y fuera del país: Epifanía (1989), Rostros de la música (1993), Ecce homo, desnudo masculino (1995), Eros y Thánatos (1997), Memoria de un Ángel, imagen del Proyecto Interdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica, REMHI/Informe Guatemala: nunca más-ODHAG (1998), Por qué estamos como estamos (2004), Para que todos lo sepan (2007), Ángel callejero, memoria histórica (Auschwitz, Corea del Sur, Tlatelolco, Hiroshima, Buenos Aires, Austin, Texas, Chicago, Montreal, España y Guatemala; 1999-2010), Árbenz, fin del exilio/Apoteosis del retorno (2011), Jacobo Árbenz, combatiente de la libertad y el desarrollo (2011), Memento vitae/Memento mori (2014), PHOTOPIA (2014) y Guatemala se re(v)bela (2016). Todas las imágenes en esta nota son propiedad intelectual del artista y fueron cedidas sólo para realizar la misma; las que muestran participantes individuales fueron publicadas con el consentimiento de estos y con el mismo fin.
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Daniel Hernández-Salazar (Guatemala, 1956). Según su blog, fotógrafo artístico y documentalista del cuerpo humano, arquitectónico, etnográfico y de memoria histórica. Estudios de Arquitectura en la UFM y de foto comercial y arquitectónica en Winona School of Professional Photography de Indiana y el International Center of Photography de Nueva York. Corresponsal en Reuters, Agence France-Presse y Associated Press. Muestras y trabajos individuales y colectivos relevantes, dentro y fuera del país: Epifanía (1989), Rostros de la música (1993), Ecce homo, desnudo masculino (1995), Eros y Thánatos (1997), Memoria de un Ángel, imagen del Proyecto Interdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica, REMHI/Informe Guatemala: nunca más-ODHAG (1998), Por qué estamos como estamos (2004), Para que todos lo sepan (2007), Ángel callejero, memoria histórica (Auschwitz, Corea del Sur, Tlatelolco, Hiroshima, Buenos Aires, Austin, Texas, Chicago, Montreal, España y Guatemala; 1999-2010), Árbenz, fin del exilio/Apoteosis del retorno (2011), Jacobo Árbenz, combatiente de la libertad y el desarrollo (2011), Memento vitae/Memento mori (2014), PHOTOPIA (2014) y Guatemala se re(v)bela (2016). Todas las imágenes en esta nota son propiedad intelectual del artista y fueron cedidas sólo para realizar la misma; las que muestran participantes individuales fueron publicadas con el consentimiento de estos y con el mismo fin.
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Una rara mezcla entre psicólogo, poeta, activista, bloguero y periodista digital que sólo es posible en el siglo xxi. Creador de Asuntos inconclusos |
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