miércoles, 13 de abril de 2016

Guatemala se re(v)bela, el cuerpo como territorio político (I)

POR CHRISTIAN ECHEVERRÍA



Un análisis desde varias miradas de la expo fotográfica del reconocido artista visual guatemalteco Daniel Hernández-Salazar en la Alianza Francesa capitalina, en la que acudiendo a convocatoria abierta, decenas de personas diversas se desnudaron ante su lente en febrero en una gran expresión de empoderamiento social                



País deshumanizado, de muerte y destrucción… la barbarie. Pero, ¿quiénes y por qué se quitan la ropa ante la cámara de un extraño? ¿No tienen miedo? ¿Qué quieren decir y a quién? ¿Qué hace, qué necesita decir una mujer con su cuerpo desnudo ante un patriarcado cristiano radical de 5 mil 900 feminicidios en una década? ¿Qué más afirmación y poder del que ya tiene aquí, necesita un hombre al mostrarse sin ropa? ¿Por qué se desnuda un trans, una lesbiana, un indígena?, ¿por qué? ¿Puede el cuerpo (desnudo o no) construir ciudadanía en un país antidemocrático? ¿Es un instrumento de autonomía? ¿Qué mensaje político damos con él? ¿Qué pasa con nuestros cuerpos cuando protestamos en la Plaza? ¿Qué le hace el establishment político y económico, la vieja política (y la vieja política disfrazada de "nueva"), a nuestros cuerpos? 

Sí. El trabajo de Hernández-Salazar en Guatemala se re(v)bela va mucho más allá del arte y su prestigio como fotógrafo. Es más: hasta se puede decir que son asuntos secundarios y por eso esta nota no es sobre eso. Esta parece ser, más bien, la lucha por la vida; una cuestión de ser o dejar de ser en una sociedad hostil. En fin, muchas preguntas. Aquí, algunos intentos de respuesta…


Fotos: danielhernandezsalazar.blogspot.com

El sujeto que se desnuda: una lucha por la autonomía

No, no hablamos (solamente) de la defensa de recursos naturales locales frente al capitalismo; de un territorio económico. No. La libertad que se expresa desnudando la piel en público en el contexto urbano guatemalteco va mucho más allá de los determinismos económicos.

Y es que hasta el antropólogo mexicano Gilberto López y Rivas, uno de los teóricos marxistas más prestigiosos de América Latina, y que además estudió como nadie la experiencia autonómica zapatista, entiende (aunque sin alejarse del concepto tradicional de lucha de clases) las complejidades de conquistar autonomía en el presente: 

“Ahora queda claro que no basta la autodeterminación política de la nación y la igualdad jurídico-formal…”, escribe en un ensayo del sitio digital Rebelión. “…es fundamental la democratización de la sociedad en el sentido de un ejercicio de la soberanía popular”. 

Pero, ¿qué quiere decir con que “soberanía popular” va más allá de lo económico o legal? Termina con algo importante que hace pensar dos veces lo que puede significar en la expo de Hernández-Salazar: 

“En la construcción de una nación libre y democrática, la cultura, la forma peculiar de ser y existir de los pueblos en sus distintas diferenciaciones étnicas, regionales, de género y clase, se transforma en un efectivo instrumento de transformación social y de resistencia a la propia opresión cultural, ideológica y política. (…) Esto ocurre no sólo en las expresiones artísticas, sino también en la cotidianidad cultural, en la diaria forma de hacer las cosas frente a la dominación capitalista, en vivir de otra manera, en no participar como actor o cómplice del sistema autoritario en las diversas prácticas de la cotidianidad y la acción política; todas ellas expresiones de resistencia (…) por el mantenimiento y desarrollo de las identidades culturales contra-hegemónicas”. 

¡Puta! ¿Será cierto? ¿Será eso lo que pasó en Guatemala se re(v)bela? Para averiguar la intencionalidad de Daniel y los alcances de su muestra, lo visité en su casa de la 2ª avenida del Centro Histórico de la capital. Hacía un calor infernal, eran como las tres de la tarde. Me sudaba el cuerpo completo: desde el culo hasta la frente. No me gusta esa sensación. ¿Y a ustedes?  

Me recibió entonces en un minúsculo cuarto a la par del garaje oscuro donde guarda su carro y su bici. Me sentí encerrado. La situación de la calle no mejoró y ni siquiera me ofreció un vaso con agua. No me importó y empezamos. Hernández-Salazar es un tipo accesible, horizontal y auténtico. Eso fue más que suficiente… 

-¿Por qué querés que la gente se sienta y se piense libre? –le pregunté. 

-Creo que en esta sociedad, la guatemalteca, la que mejor conozco, la que más he experimentado, la gente no es libre; no somos libres... -dijo ya sentado frente a mí-. Yo tal vez un poquito he ido buscándola así como otros muchos, pues… pero sí creo que, en general, Guatemala no es un país que se distinga por su libertad en ningún sentido. Políticamente, siempre he sentido que las instituciones que han mantenido el control político lo ejercen de una forma impositiva y no educan a la gente a tener un criterio propio porque eso los haría libres, y al ser libres no están bajo su control, no serían útiles, no serían mano de obra barata; podrían quitarles el lugar que han ocupado desde los principios de este llamado país.                           

De repente, dijo algo que podría explicar la razón por la que él mismo también se quita la ropa en sus muestras: 

-Siempre he sentido un rechazo por lo impuesto, por la institución, por la educación que te dan, por un montón de cosas… entonces, decirle a la gente que se sienta libre es importante porque es decirle que sientan por sí mismos y por sí mismas; que no sientan lo que les dicen, busquen referentes, abran sus horizontes, que no se dejen llevar por las normas impuestas… 

¡Bingo!

-¿Y vos sos libre? –indagué más.  

-No del todo… -respondió con modestia-. He tenido una mentalidad un poco más amplia, eso sí, que la generalidad de Guatemala. Hay gente que espero que sea más libre que yo. Lo sentí, además, en algunas de las personas que participaron en la serie que acabo de hacer… Bueno, todas, considero, tienen cierto grado de libertad, pero algunas todavía no demasiado. Muchos de los y las jóvenes que fotografié, sí sentí que son bastante libres (…) y me dio esperanza porque yo, honestamente, había tirado la toalla con este país…

Una nostalgia, una tristeza se asomaban en su voz al decirlo, pero las oculta muy bien con su histrionismo refinado. Me preguntó qué le había preguntado. Daniel se dispersa muy fácil. No importó. Ya había respondido de sobra.       

-…estoy acostumbrado a esto; sos el distinto, el diferente, el que no cuadra, el que no cabe, el que nunca está de acuerdo… (risa) y eso también pesa bastante. Pero bueno, en el fondo yo siento rico. Siento que sí soy bastante más libre que muchas personas; bastante más libre que mis familiares… absolutamente seguro.     

Daniel Hernández-Salazar, el retratista de los desnudos en Centroamérica, fue cucurucho a finales de sus 20 según cuenta. Ahora tiene 59 y quiere sentirse agnóstico (no pudo recordar esta palabra). Egresó del conservador Liceo Guatemala.                                                        
-¿Dónde está tu libertad?  

-Buena pregunta… Pues no sé, creo yo que en sentir que tengo derecho a optar en cualquier campo a decidir por mí, a decidir para mí; sobre todo, a ser abierto a distintas opciones políticas, de vida, sexuales, siempre y cuando no te pasen trayendo porque yo sí creo en aquella frase que dice que mi libertad termina donde empieza la tuya.  

-Entonces, ¿qué es tu cuerpo para vos?              
 
-¿Qué es mi cuerpo para mí? Híjole, no sé –respondió sonriendo, como si la pregunta fuera absurda, de algo ajeno y fuera de lugar; como si lo hubiera sacado de su sitio-. Pues es un objeto de mucho cuidado, de admiración, de respeto… (silencio prolongado) Más o menos… 

-¿No lo habías pensado? –pregunté totalmente sorprendido.
 
-No, así no –respondió con una sonrisa lúdica-. ¿Qué es mi cuerpo para mí…? Soy un gran admirador de la estética, y no es que yo me esté creyendo que soy estético, pero busco que mi cuerpo sea armonioso… Creo que es parte del amor propio que tengo para conmigo mismo; los demás tienen la absoluta libertad de hacer lo que se les dé la gana... 

Era un buen momento para sumergirme realmente en Guatemala se re(v)bela. En el sujeto que se quita la ropa…     

Las mujeres: un acto de reparación  

-¿Por qué se desnuda una mujer frente a una cámara? ¿Tiene necesidad de sanar lo que el patriarcado le hizo a su cuerpo?

-Creo que sí. Porque mi socio, Oscar Maldonado, que es antropólogo, escribió el texto (de la expo), entrevistó como a las tres cuartas partes de las personas que participaron. Entonces, muchas de las chavas se lo dijeron. En el caso de las mujeres, yo siento que en el concepto de “revelado” y “rebelión” que plantea mi proyecto, fueron las que buscaron más rebelarse contra el statu quo, las normas, el uso y abuso que se ha hecho del cuerpo femenino en una sociedad tan patriarcal y tan machista… En el caso de la exposición, siento que era para reapropiarse de su cuerpo, para decir que ellas podían hacer lo que querían con su cuerpo; que su cuerpo era de ellas. Incluso, hubo una específica que dijo que nunca había sentido su cuerpo como suyo hasta ahorita, hasta las fotos, porque primero, cuando era niña, sus papás eran los que le decían qué podía y qué no podía hacer con su cuerpo; después ya era el novio, después el esposo era el que le decía qué podía y que no podía hacer con su cuerpo; luego tuvo hijos, y entonces ya su cuerpo no era ya de ella ni de su marido sino de sus hijas porque tenía que darles de comer, darles de mamar; pero ahora usó esta sesión como para decir que ahora yo voy a ser la que decido qué voy a hacer con mi cuerpo...

Interesante. Decidí buscar participantes femeninas de la exposición y resultó que dos amigas mías fueron. Ana Lucía Ramírez Fuentes de 24 años, estudiante de Historia de la USAC, me habló de su cuerpo: 

Durante mucho tiempo fue un cárcel –confesó-. Fue una forma de castigo. Hasta la fecha, sigo cometiendo actos que me lastiman: las manos, me arranco el pelo, me muerdo la boca y es dolor; a final de cuentas es un castigo, pero siempre va como en relación a autocensurarme, automedirme, autocontrolarme, no sé… y después de las fotos con Daniel, sí cambió cuando vi todas las fotos juntas, me liberé de muchas cosas porque eran cuerpos de gente normal, de gente real que hace su vida como puede, que come lo que puede con lo que le pagan, entonces no era como la típica chica de revista, la chica de película que sale así como bien planita y bien bonita, y te crea frustración interna porque no te ves como ellas; en la expo eran como cuerpos bien variados, muy bonitos”. 

“Fue un proceso de reapropiación, ahora es mío. Ahora lo siento mío y lo quiero mío. Me quiero. No me quería. Iba a dejar de darle gusto a la gente y que mi cuerpo fuera, por ejemplo, de los deseos de mis papás, de los deseos de mi novio o cosas así, para que ahora sea mío. Con mis deseos, con mis proyectos, con lo que yo quiero…”.  

Pero no fue fácil para ella participar. Su novio se opuso y ello contribuyó a que rompieran. Su mamá también, aunque comprendió mejor lo que hizo después de ver las fotos ya exhibidas. Y su papá… ay, su papá… “Mi papá no lo sabe y no se lo voy a decir nunca, jamás…”*.
 
Sabrina Morales Tezagüic de 41 años, comunicadora feminista, también confirma el empoderamiento de quitarse la ropa ante un lente: “Mi cuerpo es el centro de mi vida", afirmó. "¿Qué sería de un alma sin un cuerpo? Sería un fantasma. Sería una cosa que finalmente no está aquí. Entonces, mi cuerpo me parece lo que me trae aquí, lo que me trae a la relación con los demás, lo que me trae a la alegría, a disfrutar; yo creo que esa forma de pensar es también una resistencia”.

Así se me ocurrió buscar la opinión de una fotógrafa y pensé en Andrea Torselli, columnista de Asuntos Inconclusos y también reconocida artista visual dentro y fuera de Guatemala: “…estoy trabajando en una fotografía que precisamente reunió a varias mujeres, incluyéndome, en un proyecto fotográfico de desnudo. Esto me permitió escuchar lo que tenían que decir con respecto al tema. La mayoría se sintieron empoderadas con respecto al propio cuerpo, con la libre decisión de tomarse la fotografía, con el hecho de poder expresarse a través de una imagen, el poner en claro que no tienen complejos o inseguridades y que están orgullosas de ser mujeres”, respondió por mensaje privado de Facebook. “Me pareció increíble lo cómodas que todas se sintieron, el ambiente agradable y risueño que resultó la sesión. Esto me enseñó también que las mujeres sin tabúes son más de las que uno se imagina. Imagino que para Daniel la experiencia fue similar”...  

Ana Lucía Ramírez Fuentes

Dicho esto, la "soberanía popular" de la que habla López y Rivas, en la ciudad guatemalteca, al menos, parece tener algo que ver entonces con nuestras decisiones cotidianas sobre el cuerpo. Decisiones que, sobre todo para las chavas, son hasta heroicas en una sociedad tan hostil con ellas. 

Pero volvamos mejor a la entrevista con Daniel Hernández-Salazar en su casa:

-A mí me da la impresión… ahí sí ya es más impresión como fotógrafo y como persona de lo que yo percibo y veo en la sociedad en la que he vivido siempre, que la mujer, en general, si aparece en imágenes (…), se desnuda por necesidad o porque la obligan, y en algunos casos pues porque puede ser que le guste o quiera decir algo, pero la mayor parte es para ser utilizada como comparsa, como adorno de publicidad. Ahora ya no se da tanto porque es muy políticamente incorrecto, cosa que a los publicistas en general no les importa...

Puchis. ¿Es el desnudo femenino en los espacios del arte una reparación contra el patriarcado, además de un ejercicio de soberanía popular? El antropólogo de la UAM, Oscar Maldonado, hizo la reseña conceptual de Guatemala se re(v)bela y yo lo entrevisté al día siguiente en el mismo cuartito de la casa de Daniel. ¿Es sanador para ellas mostrar la piel ante la sociedad?                    

“Ah sí, definitivamente...”, respondió. “Yo creo que en las mujeres el desnudo es mucho más poderoso. Las mujeres sí tuvieron una determinación muchísimo más fuerte, muchísimo más clara en el acto de desnudarse. Su reivindicación en términos de considerar que es su cuerpo y que ellas toman la decisión sobre su cuerpo, fue muchísimo más fuerte entre todas las chavas que entre todos los chavos”.  

El psicólogo y analista político de la USAC, y columnista de Asuntos Inconclusos, Mariano González: “Para los participantes y quienes observan, la muestra es una transgresión y, por lo tanto, una liberación”, dijo por mensaje privado de Facebook. “Claro que hay que ubicarlo porque es un gesto que resulta una pequeña fisura en un muro hecho de dos tendencias en aparente contradicción, pero que se amalgaman muy bien: el cuerpo prohibido y el cuerpo como mercancía (ese que aparece en los anuncios y la pornografía) que al final son una negación del cuerpo autónomo y, diría, real, viviente y necesitado. Faltan más gestos de esta naturaleza, sabiendo que son una pequeña parte de lo que se necesita para cambiar el país, para hacerlo más vivible y respirable. Deben continuarse...”.       

Para López y Rivas estos actos y símbolos son “soberanía popular”, para Torselli y el mismo Daniel son empoderamiento, para González “transgresión” y para Maldonado una “reparación”. Pero, ¿están al alcance de todas las mujeres? Otro experto que analizó la expo fue Miguel Flores Castellanos, doctor en Artes y Letras de América Central de la Universidad Nacional de Costa Rica, según su sitio digital. Él opina que sólo lo pueden hacer las élites; la gente con alto nivel de conocimiento:
    
“Dependerá de la formación de la mujer... y de los hombres”, respondió por correo electrónico. “Quien conozca de teoría de género no se escandalizará, pero quien no sepa lo verá como una aberración porque para ellos el cuerpo bello sólo es el de la mujer y cierto tipo de desnudo (que no muestre mucho, controlado)”.

Para Castellanos, no sólo importa la intencionalidad de quien se muestra sino el enfoque del que toma la foto:  

“Todo dependerá del tratamiento de la imagen y de la fotografía misma... hay que hacer ver que la fotografía es un enunciado (algo que se dice) y dependerá del lenguaje fotográfico el resultado final. En la exposición de Daniel hay un transgénero, Daniel lo presenta con dignidad y dentro de una colectividad de desnudos como uno más. En enunciados como los de Playboy y otras revistas o calendarios, el enunciado va dirigido a provocar distintas cosas, especialmente el escándalo que trae réditos, especialmente a las marcas...”.

¿Será así? Yo discrepo porque la vida y la realidad no se reducen al arte o a la intención artística. La foto de la niña desnuda y el napalm en Vietnam, que dio un Pulitzer al fotógrafo Nick Ut de la AP, no fue un performance. Y lo que llevó a la gente a sacarse la foto sin ropa ante el lente de Daniel Hernández-Salazar en Guatemala se re(v)bela, es una realidad social relativamente nueva que intentamos explicar en esta nota y va mucho más allá de la intención y mirada de un curador

Intenté contactar con varios participantes que parecían provenir de una diversidad de experiencias sociales, incluido el chavo trans, pero no respondieron a mis correos. Con alguno, incluso, confirmé su participación en la nota por teléfono, pero nada. Les mandé links del blog por correo. ¿No tuvieron miedo de desnudarse en público pero sí de un bloguero desconocido? Daniel habló sobre la representatividad de la muestra: 

-Sí estoy de acuerdo con el hecho de que yo no puedo decir que la muestra que se fotografió en mi proyecto es representativa de la sociedad guatemalteca; no. Pero sí tiene cierto grado de representatividad de la clase media urbana capitalina, más o menos… Hay que mejorar la muestra, pero va bien, pues… porque para empezar, no es excluyente.

-Pero entonces, sí tenías intención de representar a la clase media guatemalteca, ¿o no?

-No lo busqué. Fue algo que salió; fue algo que tal vez, inconscientemente busqué. Yo trabajo mucho a nivel inconsciente o espontáneo. Mi premisa era no exclusión por ninguna razón de sexo, de edad, de opción sexual, de opción política, de color de piel, lo que sea… No estaba buscando culitos, ni estaba buscando papacitos. Yo estaba buscando personas... 

Rémy Carrère, director cultural de la Alianza Francesa de Guatemala, opinó sobre la muestra para Asuntos Inconclusos por correo electrónico: “La Alianza Francesa de Guatemala es un espacio abierto a la diversidad de pensamiento y de creación, un lugar de reflexión y de investigación. Así que acoger una exposición tan importante para Guatemala a nivel social, hace parte de nuestra política cultural”.

Los hombres: ¿una nueva masculinidad?  

-Hablemos ahora de los hombres. ¿Por qué se desnudan?, ¿es una nueva masculinidad?   

-Ahí ya puedo hablar por una experiencia propia –dijo con tono relajado. Según su biografía, tiene más de 20 años de retratar desnudos-. Para romper tabúes. Romper el tabú de que el papucho en esta sociedad es el hombre. Entonces es al que más se le debe respetar, el que menos debería enseñar cuando estás hablando de partes íntimas, porque normalmente al hombre se le permite enseñar más; si vos lo ves en traje de baño, es quien enseña más porcentaje de centímetros cuadrados de la piel, porque en el caso de las mujeres hay otras cosas que tomar en cuenta.

-Entonces, es una nueva masculinidad… 

-¡Ah, sí! –afirmó convencido con todo su histrionismo; Daniel mueve los brazos y las manos para hablar como si sus palabras lo urgieran-. Yo creo que sí. Porque además, al hablar de nuevas masculinidades, ya estás hablando de diversidad casi sexual y afortunadamente en la serie se representó hasta cierto punto…

Pero Oscar Maldonado no está de acuerdo:

“Yo más bien diría que es una masculinidad distinta. Ahora está muy en boga el tema de la nueva masculinidad como si de repente se dieron masculinidades de la nada. Realmente, han habido muchas interpretaciones de la masculinidad en diferentes culturas en diferentes tiempos. No son nuevas masculinidades, son simplemente masculinidades distintas que ahora empezamos a analizar, nuevas masculinidades en términos de que empiecen a ser nuevos descubrimientos para el hombre que está muy arraigado en esa cultura patriarcal-machista. Siempre han existido”.

Maldonado asegura que, por ejemplo, en las culturas indígenas el desnudo era común como expresión social hasta hace un tiempo.      

“…yo diría que sería la masculinidad que ha normalmente predominado antes de que las culturas indígenas fueran influidas por la religión cristiana. Yo desde chavito podía ver familias bañándose en pelota en los ríos sin ningún complejo. No fue hasta que empezaron a surgir estas sectas fundamentalistas, que empezaron a condenar el cuerpo desnudo. Yo lo veo más como una reivindicación que como una nueva masculinidad”.

¿Y no es una nueva masculinidad una reivindicación?  

“No necesariamente. Porque estás reivindicando algo que considerás que es tuyo, o sea que no es nuevo. No estás creando algo nuevo, estás partiendo de una base nueva. Nosotros siempre nos hemos vestido, ¿y ahora voy a inventar el desnudo? No es ese el caso... Aparecemos más como reivindicando nuestro derecho de estar desnudos que alguna vez existió. El valor del proyecto de Daniel es que reivindicamos que estar desnudo, en primer lugar, no tiene nada de malo, y en segundo lugar, que implica un acto profundamente liberador”

Y Castellanos insiste en la hegemonía de la intención artística sobre el sujeto político que se desnuda:    

“Es en esta exposición de Daniel donde el hombre desnudo da la cara. Desde su aparición en Guatemala, en la fotografía de desnudo masculino (ochentas), el rostro siempre es oculto. Es una novedad que ahora en los desnudos se puede reconocer al sujeto. El hombre que accede a mostrar su cuerpo perfila cierta seguridad de sí mismo. No creo que sea un ejemplo de nueva masculinidad. Quien tiene esa actitud no son los modelos sino el fotógrafo que es quien brinda el enunciado visual, es su mirada la que indica que el cuerpo del hombre es también bello, que dice algo, aspecto que atenta con los dictados patriarcales y del mercado del arte que monopoliza los sitios para exponer”.

Para Daniel, en cambio, es el sujeto la clave:

-Yo creo que (el cuerpo) habla solo. Porque el cuerpo es una representación de lo que hacés, de la edad que tenés, de lo que has hecho; porque los ojos son parte del cuerpo. Entonces, el cuerpo no es sólo los pectorales, el muslo o los pies. El cuerpo dice mucho ya de por sí... 

Sócrates Tejaxún, estudiante kaqchikel de Derecho de la USAC (recientemente fallecido). En el que tal vez fue su último correo electrónico, planeamos una entrevista para esta nota que ya nunca sucedió y así pude publicar su foto    

Le pregunté si le podía tomar una foto y me dijo que sí. Se disparó el flash de mi pequeña Canon semiprofesional porque así la dejé desde la última vez que la usé. Yo no soy fotógrafo. Daniel se rio al ver mis malabares, mi ineptitud tomando las fotos. Me la quitó y apachó un par de botones que no vi y reconfiguró mi lente. No pregunten cómo, sólo lo hizo. Me dio un tip para que no le salieran a él las orejas ni la nariz más grandes, como en una caricatura. Nos reímos y seguimos hablando… Dice que busca repetir la experiencia de Guatemala se re(v)bela en los departamentos. Yo tal vez me anime, me enteré tarde de la primera. Es como dice Jaime Sabines: "Quiero mi corazón desnudo para tirarlo a la calle". Total, la vida es ahora... Quién sabe, es posible entonces que los vea pronto en Antigua o en Xela. ¿Se quitarían ustedes la ropa?       

Continuará…  

*Publicado con autorización de Ana Lucía Ramírez Fuentes. 

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Daniel Hernández-Salazar (Guatemala, 1956). Según su blog, fotógrafo artístico y documentalista del cuerpo humano, arquitectónico, etnográfico y de memoria histórica. Estudios de Arquitectura en la UFM y de foto comercial y arquitectónica en Winona School of Professional Photography de Indiana y el International Center of Photography de Nueva York. Corresponsal en Reuters, Agence France-Presse y Associated Press. Muestras y trabajos individuales y colectivos relevantes, dentro y fuera del país: Epifanía (1989), Rostros de la música (1993), Ecce homo, desnudo masculino (1995), Eros y Thánatos (1997), Memoria de un Ángel, imagen del Proyecto Interdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica, REMHI/Informe Guatemala: nunca más-ODHAG (1998), Por qué estamos como estamos (2004), Para que todos lo sepan (2007), Ángel callejero, memoria histórica (Auschwitz, Corea del Sur, Tlatelolco, Hiroshima, Buenos Aires, Austin, Texas, Chicago, Montreal, España y Guatemala; 1999-2010), Árbenz, fin del exilio/Apoteosis del retorno (2011), Jacobo Árbenz, combatiente de la libertad y el desarrollo (2011), Memento vitae/Memento mori (2014), PHOTOPIA (2014) y Guatemala se re(v)bela (2016). Todas las imágenes en esta nota son propiedad intelectual del artista y fueron cedidas sólo para realizar la misma; las que muestran participantes individuales fueron publicadas con el consentimiento de estos y con el mismo fin. 
 
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Una rara mezcla entre psicólogo, poeta, activista, bloguero y periodista digital que sólo es posible en el siglo xxi. Creador de Asuntos inconclusos

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