viernes, 9 de octubre de 2015

¿Desarrollo humano en el capitalismo? (reflexiones finales)

POR JESUS ABAC



O la pauperización material y espiritual de la humanidad




El capitalismo mundial y sus políticas de perpetuación bárbara penetran hasta el tuétano del espíritu humano: se trata de cómo la humanidad podrá sentirse aún más pobre en sus características esenciales reflejadas en su comportamiento, donde los sentimientos serán tan paupérrimos, que la destrucción del ser humano se apoderará de la indiferencia hasta acabar también con sus congéneres animales.

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Nuestra lucha es moral, menciona Immanuel Wallerstein en su ensayo ¿Después del desarrollismo y la globalización, qué?, donde indica que esta: “Constituye una lucha de clases, una lucha moral, no una lucha geográfica”. Y prosigue: “…la desmercantificación no sólo hace frente a las tendencias del neoliberalismo, sino que edifica las bases de una cultura política alternativa”.

Cada uno de los individuos y colectivos que creen en una forma social alternativa deben desarrollar las nuevas manifestaciones del pensamiento en lo concreto, como es el caso de la teoría del desarrollo. Repensar una nueva teoría del desarrollo a sabiendas que los actuales postulados se basan en la idea rostowiana que consiste en la existencia de un solo proceso de desarrollo y que este es lineal, igual y acumulativo para todos los países, tal como lo manifiesta Atilio Boron.

Porque las actuales teorías del desarrollo naturalizan el modo de producción capitalista y se subsumen a imperativos netamente técnicos y no políticos. La actual teoría del desarrollo capitalista es planteada como el único modo de afrontar los problemas económicos, sociales y políticos, supeditados a técnicas que no admiten transgresión.

Esta debe ser sustituida por una teoría del desarrollo alternativa que vea las potencialidades de cada país y en las formas sociales históricas que existen en cada comunidad. ¿Será ese el papel de los economistas actuales? Este tema lo abordaremos como una autocrítica al finalizar estos ensayos. Pero ahora continuemos con la lucha moral.

Ya Viviane Forrester documenta en su libro Una extraña dictadura (2000) sobre la penetración del capitalismo en el espíritu humano y nos coloca el ejemplo de la debacle emocional de un padre o una madre desempleada y los efectos psicológicos en su prole. Nos desdibuja la pauperización del espíritu humano en la marginalidad, la indigencia y la mendicidad en la desvalorización que tiene el ser humano sobre sus potencialidades creativas. Pero, ¿podemos construir nuestra propia moral?

Es por ello que considero que la construcción de esta nueva moral es responsabilidad de los artistas, los pintores, los músicos, los cineastas, los poetas, los cantantes, los intelectuales: todos aquellos que asuman su papel orgánico y poder replicar así lo que en la cinta The Wall (1982) de Pink Floyd representa la cumbre de uno de los principales actos históricos que en esta sociedad se pueden heredar, y cito:

“…El prisionero que está parado frente a usted fue atrapado con las manos en la masa mostrando sentimientos: sentimientos de naturaleza humana. Esto no puede ser… los sentimentales y los artistas lo dejaron salirse con la suya”.



Debemos repensar los principios fundamentales de la humanidad para su mejor convivencia. Repensar y replantear nuevos conceptos y definiciones. Redefinir la justicia, la paz, el desarrollo, el individualismo, la humanidad, la sociedad, la espiritualidad, la libertad y el principal de todos: el amor. Conceptos y definiciones que identifiquen los anhelos de la humanidad y se usen como actos revolucionarios, tal como se representó el ideal de libertad en la Francia revolucionaria del siglo xviii o en la Comuna de París del siglo xix.

Porque si el capitalismo no ha dado las libertades que prometió a la humanidad, entonces es compromiso del socialismo crear condiciones materiales y subjetivas para ese ejercicio de libertad cotidiana y efectiva, que nos transformará en una nueva humanidad.

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Jesus Abac      EN CUATRO CAMINOS...  


No soy economista, ni mucho menos escritor; tampoco artista ni columnista. Simplemente creo que desde el momento que me enseñaron a leer, me enseñaron a dudar. Y con la duda se inicia la emancipación.

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