“Éxito, es una palabra que en las montañas no significa nada”, dijo George
Mallory, aquel montañista y escalador que participó en los tres primeros
intentos por alcanzar la cumbre del Everest, siendo la última en 1924 en la que
desaparecería a más de 8,000 metros de altitud, dejando la duda si ocurrió
bajando de la cumbre o yendo hacia ella.
Pasaron casi 30 años para que se confirmara el primer ascenso. Edmund Hillary y Tenzing Norgay pisaron por primera vez la cima de tan emblemática y
sagrada montaña. Sus primeras y románticas palabras describían su proeza: “Noqueamos
al bastardo”.
Muchas expediciones le siguieron, pero pocas merecían una mención como el
ascenso de, quizás, el mejor alpinista de todos los tiempos, Reinhold Messner, que
en 1980 escaló el Everest en tan sólo 3 días, sin ayuda de sherpas, ni cuerdas
fijas, tampoco usó tanques de oxígeno y ya ni mencionar el equipo tan
rudimentario que se usaba en esa época...
Hillary y Tenzing, en la embajada británica en Katmandú el 26 de junio de 1953, tras lograr su hazaña (GTRES). Foto: 20minutos.es |
Reinhold Messner era muy realista al decir: “Escalar montañas era y es
peligroso. Sólo un estúpido puede ascender a las cumbres más altas de la Tierra
y pensar que en modo alguno no puede morir en el intento”.
Pero pronto, la montaña comenzó a ser invadida por empresas comerciales que
por una buena cantidad de dinero subían a cualquier persona que pudiera
pagárselo, fuera o no montañista. La montaña se equipa con cuerdas fijas hasta
la cumbre y se hacen escalones para que los clientes no resbalen. Los campos
bases ahora son auténticos mercados en donde se puede comprar, desde mochilas, tanques
de oxígeno, drogas y hasta servicio de prostitutas, como lo han denunciado varios
montañistas a quienes les han ofrecido incluso los servicios sexuales de menores de edad en pleno campo base.
Más de 7 mil personas han subido el Everest a la fecha, pero como nadie se
acuerda de los segundos, ni de los terceros, todas intentan proclamarse
la “primera persona” en subir de alguna manera a su cima: primera en subir por
otro lado, en subir dos veces, en hacer cima siendo ciego, zurdo, calvo, que no
tenía pies; el primero en tirar una bola de golf, esquiar o hacer un tuit… y hasta el primero que se desnudó en el “techo del mundo”.
Así se fueron ocupando todos los “primeros” y no tardaron en inventarse ese
gran prodigio de haber nacido en un lugar en particular, y comenzaron las “primeras
ascensiones por cada nacionalidad”, como si eso fuera algo relevante.
Es, en este punto, donde inicia la historia de los centroamericanos en el
Everest, cuando la élite del montañismo mundial ya había dejado de interesarse
por esa montaña a la que se referían como “el circo”.
500
personas hacen cumbre en un solo día en el Monte Everest
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De los más de 7 mil ascensos, han sido sólo 6 personas centroamericanas
quienes han hecho cumbre hasta el momento, y es lógico que sean pocos porque la
gran mayoría de centroamericanos tienen pocos recursos económicos y no es
normal que la gente pueda pagarse esos paquetes turísticos que rondan entre los
60 y 130 mil dólares.
Centroamericanos como Michael Morales de Panamá, Warner Rojas de Costa
Rica y cuatro guatemaltecos más han pisado su cima, el más conocido, sin duda
alguna, es Jaime Viñals, que logró la cumbre luego de 2 intentos fallidos y, aunque
finalmente llegó a la cima por sus propios pies, lo tuvieron que bajar cargado
porque estaba a punto de morirse cerca de la cima. Pequeño detalle que Viñals omitió
en su primer reporte al Everest News, que compila los pormenores de todas y cada una de las expediciones a esa
montaña. Pero sus rescatadores Chris Warner y Eric Simons, en sus reportes
oficiales a Everest News (CW01 y CW2), pidieron públicamente a Viñals que al
menos reconociera que, no sólo había sido rescatado de una muerte segura, sino que
también había puesto en peligro a otros escaladores y que, además, para su
rescate, se tuvo que cancelar una expedición científica que buscaba los restos
de George Mallory, hecho que quedó registrado en el documental “Found on Everest: Detectives on the Roof of the World”.
Finalmente, Viñals dio gracias a sus rescatadores, aunque minimizó lo
sucedido, y en más de alguna charla a las que he asistido, le he escuchado
contar una versión totalmente distorsionada en la que él aparece como héroe,
contrariamente a lo que dicen los reportes oficiales de Everest News.
El segundo guatemalteco en el Everest, no fue un montañista propiamente
dicho. Francisco Arredondo, un experimentado corredor de rally de motocross que,
a diferencia de Viñals, sí bajó con sus propios pies y con más energía y,
ya terminando el descenso, agarró su motocicleta y se fue a participar en el
Rally Transoriental de más de 10 mil kilómetros en China. Pero le pasó eso de los
segundos y los terceros… y ya nadie se acuerda de él.
Luego, vinieron Andrea Cardona y Bárbara Padilla, que han ascendido la
montaña en épocas en donde la logística tiene que ver más con los
peligros de las aglomeración de personas que con destrezas puramente alpinísticas.
Sin embargo, hay que destacar de Cardona que en muy poco tiempo ha alcanzado
ascender las 7 cumbres más altas del planeta (una por continente), llegó a
ambos polos y también ha ascendido montañas técnicamente superiores al Everest
con lo cual, me atrevo a decir, es la alpinista que cuenta con los mejores
resultados, teniendo en cuenta su hasta ahora corta pero prolífica carrera...
En la cima
del Everest: Michael Morales, Warner Rojas y Andrea Cardona
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Pero hay algo que no me gusta de estos nuevos “Everesters”. Y es que en
ellos no se escuchan esas frases hirientes, crudas y llenas de realismo de los
montañistas de élite en las que dejan claro que las grandes montañas son ambientes
duros, en donde las cosas se pueden poner mal en cualquier momento.
Todo lo contrario, las frases de estos contemporáneos montañistas se
difunden a través de charlas de motivación con palabras edulcoradas y empalagosas,
tan trilladas y cansinas como: “Todos tenemos nuestro propio Everest”, “cero
excusas”, "el límite para alcanzar nuestras metas está dentro de nosotros
mismos", o esa otra que les encanta y que reza así: “tienes que salir de
tu zona de confort”, como si la mayoría de centroamericanos vivieran
confortablemente entre la pobreza, la falta de oportunidades, los trabajos en
semiesclavitud y la violencia en general. ¿De qué confort están hablando? ¿Le
podrán decir eso mismo a quienes viven en la montaña? A esos campesinos que su
único confort es comerse un par de tortillas con sal después de haber subido
montañas para trabajar la tierra y cargar leña.
En esas charlas, dirigidas siempre a citadinos que jamás han pisado la
hierba, abundan esas frases que sólo pueden motivar e inspirar a las personas clasemedieras
que jamás han leído un libro o, como mucho, sólo han leído frases de motivación
de Og Mandino o Paulo Coelho.
Y es que eso de la “motivación” a través de la montaña, ha calado fuerte en
el mercantilismo de las montañas y en las personas ávidas por alcanzar el éxito
a toda costa. Y de repente se comienzan a ver cada vez más hordas de personas buscando
cimas, menospreciándolas y faltándoles el mínimo respeto llenándolas de basura.
Porque lo único que les interesa es tener sus selfies en las cumbres como trofeos, que luego comparten en las
redes sociales junto a esas frases de superación personal. De eso se están
aprovechando las incontables nuevas empresitas de aventura que, sin tener
experiencia y mucho menos formación en temas de montañismo, ofrecen viajes a montañas
complicadas, “sus propios Everest”, como lo pueden ser Acatenango, Santiaguito
y Tajumulco, volcanes en los que hasta expertos en el tema han sufrido accidentes o incluso han perdido la vida.
Hace tan sólo un par de semanas, se accidentó otro “montañista”, estuvo
desaparecido varios días y lo encontraron con una lesión en la cabeza. La
empresa, que hasta el momento únicamente organizaba viajes a playas, lagunas y otros
balnearios, de repente se animó a llevar a sus clientes al volcán Tajumulco, ¡el
más alto de Centroamérica! ¿Se puede ser tan irresponsable?
Ya hay varias versiones de lo ocurrido, pero todas coinciden en la
irresponsabilidad de la empresa al abandonar a un cliente, que sabían que se
movía lento en la montaña, que sabían que era su primera vez y que dejaron que
se fuera sólo a otra cumbre, por otra ruta y al ver que no regresaba decidieron
desmontar el campamento y descender. También hay que reconocer la
irresponsabilidad del cliente que, seguramente energizado con esas frases de
superación, se separó del grupo e intentó hacer la cumbre más alta de
Centroamérica sin tan siquiera una mochila con el mínimo de equipamiento. Vamos,
que no llevaba ni siquiera algo para beber.
Todas las personas están capacitadas para ascender montañas, pero si vamos
con esa idea tan vendible de “superarte a ti mismo subiendo tu propio Everest
sin poner excusas”, estamos comenzando muy mal.
Tenemos mucho que aprender de nuestros vecinos montañistas mexicanos que, al estar acostumbrados a las altas montañas, saben que el Everest no es un juego. Con más de 40 ascensos, los mexicanos lo tienen muy claro, de sus bocas no salen frases de motivación sino todo lo contrario: “Para un alpinista profesional, en estos tiempos, querer subir al Everest, sólo demuestra mediocridad”, dice Elsa Ávila, primera mujer latinoamericana en escalar una montaña de más de ocho mil metros (Shisha Pangma, 8,046m en 1987), y primera mujer latinoamericana en subir el Everest en 1999, entre otras primeras ascensiones a montañas de todo el mundo. “En el mundo normal, quien no es realista se frustra, y en la montaña se mata… Ningún alpinista de verdad sueña con el Everest”, dice Carlos Carsolio, cuarta persona en haber ascendido los 14 ochomiles sin utilizar oxígeno suplementario, convirtiéndose en la persona más joven en lograrlo con 33 años, 4 de esos ochomiles los ascendió en solitario.
Tenemos mucho que aprender de nuestros vecinos montañistas mexicanos que, al estar acostumbrados a las altas montañas, saben que el Everest no es un juego. Con más de 40 ascensos, los mexicanos lo tienen muy claro, de sus bocas no salen frases de motivación sino todo lo contrario: “Para un alpinista profesional, en estos tiempos, querer subir al Everest, sólo demuestra mediocridad”, dice Elsa Ávila, primera mujer latinoamericana en escalar una montaña de más de ocho mil metros (Shisha Pangma, 8,046m en 1987), y primera mujer latinoamericana en subir el Everest en 1999, entre otras primeras ascensiones a montañas de todo el mundo. “En el mundo normal, quien no es realista se frustra, y en la montaña se mata… Ningún alpinista de verdad sueña con el Everest”, dice Carlos Carsolio, cuarta persona en haber ascendido los 14 ochomiles sin utilizar oxígeno suplementario, convirtiéndose en la persona más joven en lograrlo con 33 años, 4 de esos ochomiles los ascendió en solitario.
Maltiox chäwe...
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Christian Rodríguez DE SIMAS Y CIMAS
Nací en 1976. Crecí en la zona 18.
Para escapar me fui a probar suerte a
las montañas (más de 400 ascendidas en Europa, África
y América). Soy guía de montaña titulado en Europa, conferencista,
galardonado escritor y fotógrafo. Presidente de Entreamigos-Lagun Artean. Migré a tierras vascas (2009) siguiendo el amor
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