lunes, 29 de febrero de 2016

dios, patria y libertad

POR CHRISTIAN RODRÍGUEZ

 
Todas las personas somos diferentes pero con igualdad de derechos. Somos bajas, altas, gordas, delgadas, morenas, negras, rubias, pardas, amarillas… todas las personas tenemos una mezcla de diferente género, orientación sexual, limitaciones físicas, identidad religiosa o carente de ella; todo en diversas proporciones y nada en extremos. No existe únicamente el blanco y el negro, hay una gran variedad de colores de por medio, cada uno con múltiples escalas. Eso es diversidad humana y representa nuestra individualidad, nuestra libertad... 


Los Intocables (2013). La muestra del artista visual cubano Erik Ravelo denuncia la violencia que sufren los niños en todo el mundo  

En la escuela siempre nos dijeron que todos éramos iguales. Era un colegio católico para varones en la zona 1, y aunque en clase habíamos católicos, evangélicos, testigos de Jehová, mormones y aficionados a los ovnis, nuestros padres y madres escogieron ese centro educativo porque era el más barato de la zona.

Teníamos que vestir exactamente igual. Estaba prohibido cualquier intento por vernos diferentes: uso de pulseras, cadenas, pelos largos y no digamos tatuajes; con eso iba directa la expulsión.

Cada mañana teníamos que cantar el himno nacional y recitar la jura de la bandera en posturas y protocolos militares: bien erguidos, haciendo señales con las manos o "saludos", como le llamaban, hacia los símbolos patrios. Lo hacíamos de memoria porque nadie entendía realmente lo que significaba.

Los castigos eran severos cuando, por ejemplo, perdías o copiabas en un examen, no entregabas tareas o llegaban con el pelo largo. Jalones de orejas, de los pelillos de las patillas, cargar libros con los brazos extendidos o equilibrándolos sobre la cabeza durante varias horas bajo el radiante sol. Alguna vez, mientras hacíamos filas tal soldados rasos, pasaron cortándonos el pelo. No hacía falta tenerlo largo. Algún peinado que no fuera de su agrado, también era arrancado con cizaña. 

Igual de drástico era si no cantabas el himno nacional en una posición “correcta” o se te salía el: “Ojalá y remonte su abuelo…”. Cuando estábamos en las bandas de música llamadas en ese entonces “bandas de guerra”, cualquier error se castigaba con baquetazos en las pantorrillas o en el brazo. Algunas veces lloré. “¡Los hombres no lloran!”, me dijeron, y me dieron otro baquetazo más fuerte que el anterior.

Recuerdo que una vez tocábamos la trompeta y mi compañero se equivocó. El “capitán” de la banda (así le llamaban haciendo alarde al militarismo) se enfadó tanto que agarró muy fuerte las dos baquetas para el castigo, pero se confundió y pensó que había sido yo. Mi reacción fue tan rápida que no me di cuenta en qué momento le rompí la trompeta en la cabeza. Él estaba tirado en el suelo temblando pero de pronto se puso de pie y salió corriendo. Todos me felicitaban disimuladamente. “¡Qué pilas sos!, ¡mis respetos!”, decían animándome. Yo estaba muy asustado, el castigo sería inimaginable porque él, el “capitán”, era hijo del director del colegio

Tuve que pagar la trompeta y nos hicieron estrecharnos la mano. Dejé la “banda de guerra” pero la cosa no quedó ahí. Hubo otro castigo: tuve que ir varios domingos a misa, bien uniformado. Un día, uno de otros alumnos castigados me acusó de estar leyendo el periódico durante la misa y no pude defenderme porque era cierto, y es que había dejado de interesarme la “palabra divina”. El sacerdote me dio un golpazo en la cabeza que aún me duele cuando me recuerdo, me dio un manotazo con un anillo enorme de oro... 

elPeriódico, 4 de octubre de 2014

De adulto salí descarriado, porque la religión y el militarismo no se llevan nada bien conmigo. Tras golpes y humillaciones aún hay quienes dicen que la educación con castigos físicos ayuda a la disciplina y al respeto. ¡Tremenda patraña! Lo único que querían era controlarnos para que no pensáramos libremente, para que no pusiéramos en duda su filosofía fascista de: “dios, patria y liberdad”. Pero una libertad a su manera, que son libres de jodernos… ¡Da miedo, sinceramente!

Algunos sacerdotes-profesores-generales-capataces de empresas quieren sentirse superiores a otras personas y necesitan y les urge controlarnos de alguna manera. Tratan al prójimo como si fueran ovejas esperando a ser esquiladas. Tanta belleza y tanta diversidad les da miedo y quieren destruir la individualidad de las personas. Para eso se inventaron la religión y el militarismo. Esos que aniquilan la individualidad, suprimen las emociones y enaltecen la brutalidad de la fuerza, la disciplina irracional y el obedecimiento a ciegas.

Guatemala vive en un Estado donde la religión y el militarismo son muy fuertes y eso es peligroso por obvias razones. El señor presidente, promilitar y fanático religioso, además de mal actor, se encomienda a dios porque no tiene ni puta idea de cómo gobernar el país. Se le va el tiempo en regañar a todo el mundo porque no cantan el himno nacional o no ponen banderas de Guatemala por doquier. En sus discursos, tan vacíos como sus ideas, se le va el tiempo pidiendo a todas las personas que se pongan de pie para cantar el himno nacional y hacer juramentos a la bandera.  

El señor presidente se ha quedado viviendo mentalmente en una época pasada a consecuencia del excesivo militarismo y fanatismo religioso en el que se educó; una educación donde la disciplina brutal, el autoritarismo e ideas ultraconservadoras fueron la norma. 

Y es que no hace falta ir a un colegio militar para ser militarizado. Los centros educativos de Guatemala funcionan como pequeñas cárceles en donde la niñez tiene que llegar bien uniformada, con pelo recortado, aprendiendo todo de memoria, haciendo protocolos militares los “lunes cívicos”, aprendiendo una historia en donde se enaltecen a los peores criminales de la historia: conquistadores y dictadores militares de ultraderecha. También la ponen a rezar y a orar, les exigen ir a misa o al servicio evangélico mientras enseñan que el genocidio de Guatemala fue una victoria para el país. 

¿Por qué hay militares armados en las escuelas?, ¿enseñando qué? ¿Clases de moral?, ¿patriotismo?, ¿ética? ¿Qué facultades pedagógicas tienen estas personas armadas? Y digo “personas”, aunque les quede poco de ello, porque aunque actúan como marionetas, en el fondo, pero muy en el fondo, sí son personas aunque la mayoría lucha para que no se les note.

Recientemente han enviado a uno de esos centros educativos al señor viceministro de verificación de calidad educativa, José Inocente Moreno, para hablarle a los “padres” de familia (y aunque no lo mencionen en ningún periódico, también había “madres”) sobre lo ideal para el futuro de sus hijos e hijas. 

Primero se refirió despectivamente a las personas con tatuajes, a los hombres de pelo largo y luego agarró furia y comenzó a decir tantas sandeces como pudo, entre otras, justificando el castigo físico a los estudiantes como una acción correctiva. 

Su machismo floreció al dar a entender que la única razón por la que los hombres debieran aprender a cocinar era por si se quedaban solterones, dando por sentado que es la mujer quien tiene que cocinarles a sus maridos.

Varias personas le criticaron, ahora se puede porque ya pasaron esa triste época en donde si te expresabas libremente, los militares te desaparecían, torturaban y asesinaban (¿o quizá no ha pasado?) porque estos “superiores” nos gobiernan en el Congreso, en la Presidencia, en las escuelas, en los periódicos y en las redes sociales llenas de “lamebotas” de los grupos de poder. 

El viceministro, irónicamente llamado “Inocente”, se defendió diciendo: “Yo no dije eso, y si lo dije, realmente no lo quise decir”. Es como el señor presidente, que entre moraleja y moraleja revuelve las ideas diciendo tantas cosas que al final no dice nada, pero sabemos muy bien cuáles son sus intenciones…  

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Christian Rodríguez      DE SIMAS Y CIMAS



Nací en 1976. Crecí en la zona 18.
Para escapar me fui a probar suerte a las montañas (más de 400 ascendidas en Europa, África y América).
Soy guía de montaña titulado en Europa, conferencista, galardonado escritor y fotógrafo. Presidente de Entreamigos-Lagun Artean. Migré a tierras vascas (2009) siguiendo el amor 

El cumplimiento de los Derechos de la Niñez nos interesa a todos. Síguenos en Facebook   

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