Las protestas
de 2015 pueden ser consideradas desde distintos ángulos. Aquí se quisiera hacer
una discusión sobre las relaciones que se dan entre la corrupción y el
narcisismo de ciertas figuras políticas, lo que contribuyó a su caída. Es una
perspectiva limitada, pero puede servir para reflexionar sobre el cruce de
condiciones subjetivas en la política.
2 de mayo, 2015 |
Las protestas
de 2015 tuvieron un origen claramente definido: las denuncias de corrupción que
hicieron el MP y la CICIG contra la estructura de defraudación conocida como La
Línea y que llegaron a tocar a Roxana Baldetti y Otto Pérez Molina. En la Plaza,
además de las demandas de #RenunciaYa y #JusticiaYa que se dirigieron
principalmente contra estas figuras, se levantó el #NoLeToca dirigido contra
Manuel Baldizón quien, a principios del año pasado, todavía se perfilaba como virtual ganador de las elecciones generales.
Los resultados
inmediatos del juego de fuerzas y actores que incluyeron a la Embajada de
Estados Unidos, el CACIF, los protestantes, etc., ya se conocen: Baldetti y
Pérez Molina están en espera de condena, Baldizón salió de la jugada política y
tenemos como presidente al desorientado Jimmy Morales. Los efectos a largo
plazo todavía son difíciles de prever, pero el clima político se ha modificado.
Entre otras
cosas interesantes, se puede destacar que la indignación que fue el detonante
de las protestas se dirige contra políticos que muestran un marcado desprecio
respecto a la opinión de la ciudadanía. No es casual que el principal encono se
dirigiera hacia Baldetti y Baldizón. Hay muchos factores que pueden originar el
desprecio hacia estas figuras, pero es posible que su profunda desvinculación y
burla hacia la opinión ciudadana se haya revertido y contribuido a su caída.
En este
sentido, las respuestas de Baldetti respecto a varios señalamientos o la
campaña de Baldizón (que tuvo que ser aprobada por él), fueron signos de un
alejamiento muy serio de la realidad política. No lograron comprender que sus
respuestas ofendían a la gente y que con ello estaban ayudando a preparar su
tumba política. Fueron signo de una experiencia narcisista que puede ser
vinculada a determinadas condiciones de la práctica política del país.
La corrupción
es una de dichas condiciones y creo que opera de la siguiente forma: Todas las
personas tenemos cierto narcisismo, pero es controlado por el continuo contacto
con la realidad que supone una limitación a nuestros deseos. No podemos hacer
todo lo que queremos, aunque lo queramos, porque hay una serie de normas y
reglas que regulan la convivencia y que impiden que el deseo se desborde.
En última
instancia, hay instituciones que van desde la sanción moral (interiorizada como
Superyó) hasta la policía, y que
controlan la actividad y los deseos de cada persona. Esto es importante porque
ayuda a mantener la prueba de realidad (en nuestros sueños podemos hacer
cualquier cosa).
En el caso del
ejercicio del poder corrupto, sobre todo cuando es practicado de manera
sistemática y a niveles altos, la prueba de realidad, es decir, las
limitaciones impuestas por el mundo de los otros y las cosas, se empieza a
difuminar. Dicho de forma coloquial: las personas empiezan a hacer lo que se
les da la gana y no encuentran consecuencias serias a su acción...
Juan Carlos Monzón en audiencia de primera declaración, octubre de 2015. Foto: Otto Ángel, Guatevision |
Por ejemplo,
un ciudadano normal tiene que pagar impuestos porque si no, le cae la SAT.
Tiene que respetar ciertas reglas de tránsito porque si no, tiene problemas con
otros conductores o, más infrecuentemente, con la policía de tránsito o la
policía nacional. Por supuesto que en este país hay una continua violación de
normas formales, pero en su lugar, hay sanciones y límites de otro tipo (la
violencia, por ejemplo).
En el caso de
figuras con mucho poder como ciertos políticos o empresarios, la impunidad de
su posición les permite hacer o decir muchas cosas más. Baldetti, por ejemplo,
con el caso de la “limpieza” del lago de Amatitlán pudo decir cualquier
estupidez porque ya se había acostumbrado a decir o hacer lo que quisiera
porque no encontraba frenos a su acción. Baldizón podía hablar de sí mismo en
tercera persona y ofrecer la imagen que quería porque ya estaba desvinculado de
buena parte de la opinión ciudadana (1).
En otras
palabras, el ejercicio del poder impune que les permitía hacer lo que se les
diera la gana, socavó su contacto con la realidad y les permitió decir y hacer
las estupideces que cometieron, creando una opinión muy mala sobre ellos e
indignando a la gente.
Además, hay
que recordar que el ejercicio del poder en este país (y se puede suponer que en
muchos otros lugares) también está caracterizado por la nefasta presencia de
los achichincles. Es decir, de personas cuya función es ponerse como alfombra
de sus jefes y culebrearlos. ¿Por qué es tan mala esta situación? Porque ayuda
a reforzar la experiencia narcisista de las figuras de poder.
Guatemala es una utopía ensangrentada.
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Si los
poderosos continuamente hacen lo que se les da la gana es porque no encuentran
límites adecuados a sus deseos y, encima, hay gente que les soba la leva y les
dice que son una maravilla o que las personas que les critican son una bola de “resentidos”
porque no saben lo bien que están haciendo las cosas, se crean las condiciones
para que, en efecto, crean que pueden hacer cualquier cosa y que está bien.
Creo que esta
dinámica perversa que se da en el ejercicio del poder (o la riqueza, si bien
con otros matices) puede hacer que ciertas figuras políticas empiecen a operar
de forma narcisista, con un contacto parcial o fallido con la realidad.
Evidentemente
que la corrección de esta situación no es pasarle un Rorschach (2) a cada aspirante
a político y averiguar si presenta un perfil “narcisista”. El problema pasa por
una práctica política corrupta y desvinculada de la ciudadanía y que permite
que los políticos se beneficien desmedidamente sin encontrar castigo. El
problema, entonces, es de corrupción e impunidad que alienta tendencias
narcisistas latentes en todas las personas.
Por eso no se
trata sólo de buscar perfiles “idóneos” para los puestos públicos, sino de
colocar límites efectivos y controlar la corrupción y la impunidad en la
práctica política. Estos controles funcionan como una buena prueba de realidad
que impide que se produzcan situaciones como las que ya conocemos.
____
(1) Honestamente, no sé si este juicio se puede hacer
extensivo hacia su vida privada, pero a nivel público era muy evidente que
estaban actuando muy desvinculados de la opinión pública. Digamos, muy en “su
mundo”, que es la característica central de una experiencia narcisista.
(2) Una conocida prueba psicodiagnóstica que opera
bajo la premisa de que las personas proyectan en sus respuestas aspectos de su
personalidad.
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Mariano González DIGRESIONES
El cartón dice "psicólogo", pero la confusión, evidentemente, es mucho más extensa... |
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en la 6a avenida del centro de la Ciudad de Guatemala a extraños y dio nombre
al blog. eBook en Amazon y poemas
Interesante...
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