miércoles, 2 de septiembre de 2015

El Lado Oscuro del Corazón

POR DULCINEA GRAMAJO




“Me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias, o como pasas de higo; un cutis de durazno, o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco, o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias. Pero ¡eso sí! -y en esto soy irreductible-, no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar pierden el tiempo las que pretendan seducirme”.

Oliverio Girondo

 




Con este poema da inicio la película del director Subiela. El protagonista, Oliverio (Darío Grandinetti), es un poeta “maldito”, un hombre errante con la dosis  justa de melancolía en las venas para dedicarse a semejante menester.

Este poeta anda en búsqueda inagotable de una mujer: “la que sabe volar”.

-¿Qué piensas sobre lo que era  para Oliverio “la que sabe volar"? -le pregunté a un amigo quien también vio la película.

-Creo que el fragmento de Dylan Thomas al principio de la película que dice "La pelota que arrojé cuando jugaba en el parque aún no ha tocado el suelo", puede estar muy relacionado a lo que Oliverio buscaba con “la que sabe volar” –respondió.

En ambos veo la necesidad de la prolongación de un deseo.

Dirección: Eliseo Subiela
Guion: Eliseo Subiela con poemas de Oliverio Girondo, Mario Benedetti y Juan Gelman
Reparto: Darío Grandinetti, Sandra Ballesteros, Nacha Guevara, Jean Pierre Reguerraz, André Mélançon, Mónica Galán, Inés Vernengo, Pablo Brichta y María Elena Sagrera
Género: Cine-arte / surrealista
Duración: 127 minutos
País: Argentina y Canadá
Idioma: Español
Año: 1992 
www.esquisses.net  


Oliverio busca a una mujer no solo en la que sus más íntimos deseos sean satisfechos, sino que sea capaz de que su amor modifique al mundo y viceversa.

“La que sabe volar” para mí es una mujer que sabe que cada día es como caer atraída por la gravedad como la pelota, pero que sabe a su vez hacerte creer y hacerte vivir como si tal caída jamás existiese.

En lo personal, pienso que si nos ponemos aún más románticos y trágicos, “la que sabe volar” podría ser finalmente la muerte. Esa dama misteriosa y lóbrega que acompaña a Oliverio casi a todas partes, la que lo seduce y acecha a cada instante. Si bien es cierto que la muerte anda como un centinela tras los pasos de todos,  pienso que con los poetas tiene una especial fijación, ya que algunos de ellos la han convertido en su musa, en su compañera, porque son tan sensibles a la belleza y socios de soledades (como dijera Andrés Calamaro), que esta misma no puede pasar inadvertida. 

Me atrevería a decir que la muerte, la melancolía, la belleza, la locura y la subversión son  las “mujeres” más vitales en la vida de todo nostálgico poeta.

Puede ser que Oliverio encontrase a “la que sabe volar”, sin embargo, sería su amante pasajera y transitoria ya que en la fugacidad del tiempo la que lo estaría esperando de manera inminente sería la que el mismo Oliverio llama: muerte puta, muerte cruel, muerte al pedo, muerte implacable, muerte inexorable, misteriosa muerte, muerte súbita, muerte accidental, muerte en cumplimiento del deber...”.

Foto: Anastasii Mikhailov


Oliverio huye de ésta, pero ella siempre lo encuentra en su habitación, en una esquina, en un parque, en un café. Oliverio busca con desesperación a “la que sabe volar”. Quizá piensa que si la encuentra, logrará distraer con ella a la  muerte. Quizá piensa que solo ella lo salvará de la muerte, tal como lo dijera el poeta Pablo Neruda: Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida”.

Seamos o no poetas la muerte es algo inherente a la vida; tarde o temprano llegará la sombría y enigmática dama. Convendría, mientras tanto, invitarla a un café o a una copa de vino. Disfrutar el aroma, la temperatura, el dulzor en nuestro paladar, hacerle un guiño, ofrecerle un cigarrillo y tratar de vivir antes de que este mismo se consuma en nuestros dedos, en una bocanada de melancolía.  

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Dulcinea Gramajo      LA BUTACA DE TERCIOPELO   

Cinéfila, coleccionista de palabras. Una chica Almodóvar: Un poco lista, un poquitin boba…




 

1 comentario:

  1. Creo que la parte más razonable se encuentra en el dialogo entre oliverio y su excompañera en la cafetería. Cuando se cuestiona a la propiedad, el amor y la imposibilitad de dejar volar.

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