martes, 5 de mayo de 2015

La intimidad en Caffé Opera Bistrot


Arely y yo tenemos de amiga por Facebook a la italiana Barbara Trentavizi. Antropóloga social, directora de la revista Crónica Antigua y propietaria del Caffé Opera Bistrot en la ciudad colonial.   

Con el tiempo, notamos que además de subir fotos de la pasta artesanal que sirve, también le saca la madre a los políticos y escribe algunos poemas de corte romántico y visceral. ¿Por qué? Y por qué no, ¡si es italiana del pelo a las uñas de los pies!

Entonces tenemos al menos un par de cosas en común, pensé: el paladar por la comida italiana, la pasión de la política y la poesía.         

Listo. Unos mensajes por chat y ya teníamos una cita. Así la conocímos, probamos su comida, sentimos el ambiente de su restaurante de Antigua y escuchamos en vivo sus versos y su voz alrededor de la mesa que nos tendió con amistad. ¿El resultado? Un inesperado momento de intimidad…  

POR CHRISTIAN ECHEVERRÍA / FOTOS DE ARELY CHAMALÉ 
 
“Tú venís a mi casa y podés comer así”, dijo refiriéndose a este antipasto ('antes del plato principal'). Un plato que en Italia se sirve como entrada a las comidas fuertes y tiene muchas versiones: puede ser la especialidad del chef o este sencillo con quesos, prosciutto y cebolla caramelizada. Es chistoso. Wikipedia dice que su objetivo es "abrir el apetito antes de la comida, sin saturar los sentidos" pero después de probar esto yo podría comer antipasto todo el día por el resto de mi vida. 

Al parecer, estimular los sentidos antes de las comidas principales es una tradición que en Italia se remonta al Renacimiento. ¿Les gusta? Nosotros lo comimos con una masa artesanal que sirven como pan. A eso una chelita bien fría o una copa de vino blanco de la casa y ya. Y esto puede ser la entrada en Caffé Opera Bistrot...   


¿Y qué más? Ah sí, la poesía. Habíamos llegado un poquito tarde al almuerzo a eso de la una, éramos los primeros comensales. Mientras Arely estaba en el baño, apareció Barbara y me dio la bienvenida en la mesa. Mujer intensa, sensual y sensible como de 1.65. No sé. Tal vez menos.

Me puso algo nervioso al principio. Me usurpó por completo y curiosa con la mirada té que se carga, me leía… No; ¡me veía! No creo que le haya costado leerme. Me veía los ojos, la boca, la barba, la mirada. Yo evadía su embestida con la excusa de encender mi Tablet (que no encendía) para empezar a leernos algo. En eso llegó Arely y las presentaciones. Barbara giró instrucciones a su mesero: un chico joven, atento y amable, y comenzamos a conocernos. A mí me tocó leer de primero. Y para quedar bien, le mostré el poema que le dio nombre a este blog...  
  

Asuntos inconclusos


Usted y yo
tenemos varios asuntos inconclusos…

Por ejemplo:
otro par de horas de sudor,
mentiras
y soledades intransigentes…
o tres horas de pasta con vino.
Nos debemos muchos días de ansiedad,
de fingir que no nos extrañamos,
que tenemos dignidad,
como si no estuviésemos hechos de piel y recuerdo.

Como si fuéramos verdad,
como si nos fuésemos a tener,
como si no nos fuéramos a olvidar…

Usted y yo 

tenemos varios asuntos inconclusos.
Por eso es que puedo sentarme
sobre piedra o madera,
por la noche o la mañana
y escribir versos febriles.
Por eso es que a la vida la puedo cargar
sin necesidad de anestesia filantrópica o alcohol.
Usted y yo, gata necia,
tenemos varios asuntos inconclusos entre sábanas, entre calles, en decenas de poemas por venir,
hasta que en el papel
sólo me vuelvan a quedar
reivindicaciones de salario mínimo y mentiras

otra vez…



Llegaron los primeros clientes. Ella se levantó a recibirlos. Los acomodó en su mesa.      

“Los guatemaltecos tienen la costumbre de una comida italiana más “americana”, más del Norte”, afirmó. “Aquí, lo que hay de diferente es que la pasta la hacemos nosotros a mano. Utilizamos productos guatemaltecos. Creo que es importante enfatizar los productos locales. Aquí tenemos todo. Incluso los quesos; yo busco que sean producidos acá...”. 

Y es que las recetas son suyas. Entonces, nos llegó más comida... 



Así. Dice que su mamá y su abuela le enseñaron a cocinar.  

La pasta con hongos estaba exquisita. Su salsa les envolverá el paladar y con eso logrará congelar un instante. Nada importa. Sólo uno y ese sabor denso a… a… Bueno, tal vez Arely lo dijo mejor por chat luego de nuestra visita: “La pasta de hongos te hacía evocar las setas de finales de otoño, mientras que la combinación de tomates frescos me hacía saborear las calles de Toscana; una mezcla más que perfecta...”. 

¿El ravioli? A mí, la verdad, no me gustó tanto. Recuerdo haberle comentado a Arely que la salsa estaba un poco débil, que no es fácil lograr una salsa roja natural. Por supuesto que estaba muy rico, pero el sabor deja un momento ordinario, no sé. No sentí ese trancazo de presente. El antipasto, el pan y la pasta blanca habían dejado el nivel muy alto. El ravioli perdió la batalla. ¿Ven? No siempre estamos de acuerdo. 

Pero, ¿quién es Barbara Trentavizi? Dejamos que ella nos cuente su propia historia...

¿Hija de la colonia francesa? 
     
“Mi mamá nació en Túnez. Pero tenía mucha migración de Sicilia. Formaban un grupo étnico de gente bastante adinerada, comerciantes que lograron hacer fortuna en Túnez. Una clase privilegiada desapegada de la etnia árabe. Cuando Túnez pidió la independencia (1957), todas estas familias se fueron porque tenían miedo que les quitaran sus bienes. Así que una parte se fue a Italia y otra a Francia. Ellos tenían pasaporte francés. Toda mi familia habla francés. Mi mamá, mi abuela y mi abuelo se fueron a Italia. Mi papá sí era italiano, italiano. Italiano de Roma y de Toscana". 

 
Y muy chava conoció Túnez. ¿Fue el día que le nació la conciencia? 

“Mi abuela fue a visitar a todos sus amigos árabes en el barrio donde ella vivía y llegó a ver a su niñera antes de morir”, dijo con toda su cara, sus labios y sus manos. Barbara no habla, enseña. “Y la niñera, una cosa que nunca olvidé, maldecía al presidente Bourguiba que había pedido la independencia porque le había quitado a mi abuela; fijate qué relación de dominio, así como acá... Tengo una foto de mi abuela, su primera comunión, vestida de blanco... Atrás como una especie de desierto y unos niños descalzos, negritos, atrás de ella, tomándose la foto. Y yo decía que esto es Guatemala…”.         
                

¿Hija de la Guerra Fría? 

“Yo soy hija de un comunista, de un miembro del Partido Comunista (de Italia). Mi papá era un empresario “exitoso”, como dicen acá (risas), y cuando murió, la bandera del partido la pusimos en el ataúd. Pero por el lado de mi mamá, los de Túnez, completamente fascistas… absolutamente musolinianos. Mi familia estaba muy polarizada. De un lado, estaban todos los comunistas, y del otro, todos los fascistas. Mi abuelo era muy fascista...".   

Se aparece Guatemala

“Yo quería hacer una tésis que no fuera bibliográfica. Yo estudié en la Universidad La Sapienza en Roma, la universidad pública. Mis trabajos (de investigación) eran sobre pueblos, yo estudié en la cátedra de Letras y Filosofía y de allí me fui a Antropología Social, y yo quería estar en el campo. Así que me puse a buscar y encontré la manera de venir a Centroamérica a este proyecto de Naciones Unidas financiada por mí misma. La universidad nunca me pagó nada. Viví un año en El Salvador y luego vine a Guatemala”. 

En un artículo de la revista digital Qué pasa de 2011, Barbara cuenta que hizo su tésis en Nebaj con comadronas tradicionales. En Guatemala ha publicado trabajos como Itinerarios del movimiento indígena americano con el sello F&G Editores en 2010, en el que aborda temas como la minería en territorios indígenas, la criminalización del movimiento indígena, el feminismo y las demandas de las mujeres indígenas, conflictos agrarios y la descolonización. Es una historia muy parecida a la de Marta Casaús, ¿no creen?

En la página de Facebook de Caffé Opera Bistrot, una nota cuenta la historia detrás de su marca: “Caffé Opera abrió sus puertas en la ciudad colonial de Antigua Guatemala en 1993, según el concepto de Café que las italianas que lo fundaron, Patrizia y Nadia Gezzoli, traían de su tierra. (…) Se trataba en esta época de un café muy fino donde se servía el mejor café de Italia (Illy caffé), donde se podía comer un delicioso helado y que se volvió famoso por sus paninis elaborados con los mejores ingredientes y quesos. (…) Después de algunos años, en el 2001, el Caffé Opera cambió de gestión y las gemelas italianas que habían sido las fundadoras tomaron otros caminos empresariales y personales, y el restaurante fue adquirido por una socióloga italiana de Roma residente en Guatemala: Barbara Trentavizi”.    
       
Por estas rutas conoció al que fue su pareja, otro italiano, y tuvo a sus dos hijas.  


Entonces, llegó el postre...                           
                    

¿Estaba rico? Eso tendrán que comprobarlo ustedes.

Lo que sí fue evidente, es que Barbara es una mujer inteligente, exitosa (sin comillas) y con muchas ganas de vivir. Nos contó que su vida en pareja no funcionó (y no funciona) y que de alguna forma se conmueve cuando ve llegar a las parejas a su Caffé Opera. No puede evitar sentirse sola. Pero, ¿realmente lo está? Quién sabe. 

Arely aprovechó ese momento, esa ráfaga de intimidad con nosotros, y leyó su poema antes de irnos. Hay gente que sí está sola, que no tiene intimidad con nadie...  

En la noche



La rebanada de felicidad que queda habitando el filo del cuchillo, cuando el tiempo se ha terminado, cuando el reloj ha marcado una hora y debes marcharte. 

Coges la ropa del suelo, ajustas los tirantes del sujetador y ves el dinero en la mesa; dinero arrugado y ahora con sentido. Te acomodas las medias, los zapatos, no miras hacia atrás, es lo de menos.

El frío del viento hace recordar que es el mes de diciembre y las luces en los árboles no te dejan olvidar que es un mes de fiestas y de alegría superfluas. Las familias saliendo a comer juntas, las niñas de las manos de sus padres y los niños saltando cerca de las fuentes. Vitrinas llenas de ofertas y nieve artificial. 

-Cariño, llegaré tarde.

-Amor, pero creí...

-Pero es que me he liado en la oficina y...

-Bueno, a por ello, te espero. 

Hola, y tú... ¿vienes acá muy seguido? Frase ya muy gastada, creo que intentan  ser sutiles. Saben a lo que me dedico y saben a lo que vienen. No hablamos de dinero, esto es diferente. Bebemos, platicamos, no me gusta ir al grano tan rápido. 

Unos vodkas y cigarrillos luego, y estamos en el hotel a unas cuadras de distancia. Le guiño el ojo a J y el sonríe de medio lado. 

No quiero saber su nombre, el mío tampoco es importante. Me acomodo en el sofá, espero a que se siente en la cama, que se desnude, que desnude su alma... le veo y me detengo en su pecho, crece conforme respira, ahora ya más calmadamente. 

Me acerco y beso su cuello, mis manos en su cintura con la presión suficiente para que se recueste. 

–No cierres los ojos. 

Sostenida con sus codos, tiene primera fila para el show. Acaricio sus piernas de los tobillos a sus caderas afiladas y delicadas, carnosas y tibias. Su vientre está a punto de reventar, su entrepierna es un mar y soy un bucanero iracundo. Vamos, tus playas serán conquistadas y ondearé mi bandera en tu territorio. Veo tus ojos entrecerrarse pero debes verme, veme bebiendo tu zumo, acariciando tus frutas. Siento perfectamente cuando tu clítoris cambia de tamaño, clara muestra del juego entre mi lengua y tus tesoros. 

-Aún no cierres los ojos. 

Sigues en la misma posición y me siento sobre ti, me muevo a mi ritmo y te gusta el oleaje que choca con las rocas. Tu barco está a punto de encallar y sueltas otro alarido, aprietas tus manos a mis caderas, a mis muslos. 

Mientras duermes, veo tu cabello en la almohada, me acerco a escuchar tu respiración, me gusta el olor de tu piel. Quiero, pero... sé que no puedo querer, no ahora. 

Al despertar, ves el café en la mesa y me ves bebiéndolo tranquilamente, la alarma ha sonado y el tiempo llegó a su final. Dúchate si gustas, pero pronto, debes irte. Me alquilo para soñar, me presto por instantes y les permito que me sientan de a poco, mi piel es su piel y mis pensamientos son suyos de acuerdo con la tarifa.  

Salgo y tomo un taxi, voy hacia el lago a las afueras de la ciudad. Veo que el sol ha caído totalmente y el parpadeo de la noche navideña abriga muchos hogares en donde han soñado conmigo en más de una ocasión... 

¿Y los poemas que Barbara leyó? Prometió que los tendríamos por correo para que salieran en la nota pero no los recibimos. Tal vez a ustedes se los lea si llegan a cenar… 


Caffé Opera Bistrot. 4a avenida Sur, No. 1, Antigua Guatemala (cerca de Catedral). 
Reservaciones: 7832 9133    
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Christian Echeverría 


Una rara mezcla entre psicólogo, poeta, activista, bloguero y periodista digital que sólo es posible en el siglo xxi. Creador de Asuntos inconclusos

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