POR CHRISTIAN ECHEVERRÍA
Un
análisis desde
varias miradas de la expo fotográfica del reconocido artista visual
guatemalteco Daniel Hernández-Salazar en la Alianza Francesa capitalina, en la que acudiendo a convocatoria abierta, decenas de personas diversas se desnudaron
ante su lente en febrero en una gran expresión de empoderamiento social
|
Foto: Alianza Francesa de Guatemala |
Autonomía: la política del cuerpo desnudo
Sabrina llevó a sus hijas a la inauguración de la expo
en la Alianza Francesa para que la vieran desnuda: “…muchas personas
han comprendido esa muestra como un espacio de valentía en esta sociedad, y de
libertad. Yo he sentido eso con muchas personas…”. Ana Lucía rompió con
su novio para participar. Daniel dejó de ser cucurucho y se hizo artista visual
del desnudo: “…lo que vos hagás con tu cuerpo, podrías hacer
con tu país, o lo que hagás con tu país, implica lo que podés hacer o no hacer
con tu cuerpo…”. Así de claro lo tiene el creador de los ángeles en la imagen
del informe del REMHI. Sócrates desnudó su piel indígena y también un
chavo trans. Querían decir algo. Quieren ser a su manera. Quieren vivir otra
cosa distinta a la que Guatemala le ofrece a los hombres y las mujeres. Son
otro poder, aspiran a otra intención. Eso quedó claro.
Un antropólogo marxista como Gilberto López y Rivas
podría explicar lo que hicieron así: “En la época actual, caracterizada por una
profundización de las tendencias universalistas del capital, encontramos,
paradójicamente, en el campo de lo alternativo, el tránsito de un proceso nacionalitario
que busca disolver los vínculos nación-burguesía hacia una entidad nacional de
nuevo tipo: popular, multiétnica, pluralista y democrática. El desarrollo de la
nación tiende, pues, a romper con los límites y superar las contradicciones de
la nación burguesa, los cuales se expresan fundamentalmente en la explotación
de clases, el racismo, la segregación de pueblos indios, la opresión peculiar
de la mujer, la discriminación a grupos de edad, la exclusión de los jóvenes,
el control imperialista de nuestras economías y sociedades. Estas
contradicciones se dan en el interior de nuestras naciones, y las luchas por
superarlas constituyen la esencia misma de la cuestión nacional de
nuestros días”.
“Si sos realmente inocente, creo que no necesitás el
pudor”, afirma Hernández-Salazar, del “pecado original”. Han sido más de 500
años de patriarcado. López y Rivas
nos dice más: “La disputa por la nación
como el espacio donde tienen lugar las resistencias contra el
imperialismo y la explotación de clase pasa (…) por el fortalecimiento de las
identidades múltiples y complementarias (ciudadanía, condición de clase,
adscripción étnica, conciencia de género, etcétera)”. ¿Son ellos, entonces, una
pequeña muestra de la “Guatemala” que ya se “re(v)bela” contra el poder
hegemónico histórico? ¿Qué tantas otras personas están dispuestas a “re(v)belarse”
a través de sus cuerpos desnudos?
“El cuerpo para mí es como la tierra”, dijo el
fotógrafo mientras me moría de sed en su casa; mi garganta seca, como río
desviado. Debí pedir agua, ya sé, pero en algunas cosas y aunque no parezca,
aún siento pena. No sé por qué. “La política de la propiedad, digamos. El
cuerpo es el territorio más privado que cada quien tiene”.
-Pero, ¿puede el cuerpo construir ciudadanía y
comunidad? –pregunté.
-Yo creo que sí, vos –respondió-. Sí, porque te hace
asumirte y asumir tus decisiones, que es lo que le hace falta a este país. Te
ideolo… ideolo… ¿cómo es?
-Te ideologiza –corregí.
-Te ideologiza.
Su mamá, según cuenta, lo presionó para estudiar
Arquitectura en la UFM. Corrían tiempos de falta de libertad en su vida. Igual
que para millones todavía…
-Aprendí cosas y está bien –dice con algo de
frustración-. Pero también hubo otras cosas que no me hubiera gustado aprender.
A pesar de eso, se “re(v)beló”. A finales de 2007,
según me mostró en un blog, en plena campaña electoral donde Colom derrota al
binomio Pérez Molina-Castillo Sinibaldi del PP y el Congreso promovía la “Iniciativa de Ley para la Protección Integral del Matrimonio y de la Familia”, se desnudó frente a un pequeño público en una
galería de arte de la capital y leyó un manifiesto: “La razón de este pequeño ‛performance’, o como
quieran llamarlo, es recordarnos a todos y todas la importancia que tiene la
libertad de pensamiento en la vida de todo ser. Yo creo que no hay mejor manera
de experimentar la libertad que despojándonos de todo lo que nos define,
determina y limita”.
Sí. Daniel tiene años de usar su
cuerpo como mensaje político. Y parece entender muy bien el efecto.
-Estás mostrando toda tu fragilidad, que es lo que
ataca la violencia –expresó-. No voy a tener defensa posible. (…) Yo siempre
necesito una excusa, algo que tenga significado, no sólo hacerlo por chingar o
por exhibicionista.
-¿Qué significa llevar el cuerpo a la
Plaza?
-Es un poco como las señoras de Sepur Zarco. Es asumir
una postura. Alguna gente se atrevió a ir a dar la cara, a ir a poner el
cuerpo, no como carne de cañón, pero sí como materia para representar la
protesta; representar ideas…
Me pidió tener cuidado para no darme un cabezazo con
el encendedor de la luz… No por mí, dijo, sino porque se iba a romper. Risas…
-Entonces, te lo pregunto de otra manera. ¿Qué sintió
tu cuerpo en la Plaza?
-Primero, una felicidad enorme –confesó-. Porque para
mí, los espacios públicos son para usarlos. Aquí, los espacios vacíos, la gente
no los puede interpretar como lo que son: espacios de pensamiento o de libertad
o expresión. Cree que sólo pueden haber espacios delimitados y contenidos por
paredes y un techo; espacios que tienen estructura. Es como todo, siempre
buscan tener una estructura. Por sí mismos o mismas no pueden. Se les viene
abajo el yo. Estar en la Plaza, es espacio para expresar. Me gustó. Sentí rico,
pues, porque yo siempre lo he buscado y la gente aquí, a partir de un momento
en la historia de Guate, dejó de hacerlo…
Puchis. “…siempre buscan tener una estructura. Por
sí mismos o mismas no pueden. Se les viene abajo el yo”. Tremendo. Pero, ¿y no
todo nuestro mundo es estructural, pues? ¿Y no dice López y Rivas que hay que
aspirar a transformar la estructura del Estado? Ay no, ¿no será Daniel un
fotógrafo de rollo anarquista?
Otro de los participantes que pidió no poner sus datos: “Mi cuerpo es mi instrumento, el estuche que me permite
caminar por el mundo”, escribió por correo electrónico. Le pregunté si lo usaba
como mensaje político: “¿Con mi cuerpo? Claro. La apropiación de mi cuerpo ante
una sociedad que se atreve a juzgar a cualquier persona simplemente por ser
diferente. Mostrarme sin temor como un acto de rebeldía...”.
Ana Lucía Ramírez Fuentes, participante y estudiante
de Historia de la USAC, habló sobre su cuerpo como instrumento político: “Lo es. Con él transmites un discurso. Con lo que te pones,
con lo que no te pones... cómo te sientas con tu postura…”. Así describió las
resistencias en su familia, las de su mamá en particular: “Era romperle su
pequeña imagen de la Lucy niña. Le conté. Me dijo que no lo hiciera, que qué
iba a decir la gente, que tu imagen pública, que no sé qué y luego, al final,
como último recurso, fue así como: tú no te vas a atrever… ¡Y a huevos!, tú
no te vas a atrever, ¡más fui! Por más chingar…”.
La comunicadora feminista, Sabrina Morales Tezagüic,
también se desvistió ante la cámara de Hernández-Salazar y habló del cuerpo
como instrumento de lucha política y ciudadanía: “El año pasado, entre abril y
finales de año, cuando la ciudadanía salió a las calles, finalmente la gente
llevaba su cuerpo a la Plaza. Tenias que paparte allí. Sin la presencia no
hubiera sucedido lo que sucedió. Eso nos debería dar una valoración también de
la fuerza que tiene la presencia, de la fuerza que ejerce el cuerpo”.
La fotógrafa y columnista
de Asuntos Inconclusos, Andrea Torselli, opinó del poder político del desnudo
en la imagen: “…radica en el hecho de poder llevar la exposición a
cabo y exhibirla en un espacio público, además de difundirse dentro de la web y
medios escritos. Esto, precisamente, porque Guatemala tiene un largo camino por
recorrer en el tema de libre expresión, machismo y exclusión”, escribió por
mensaje de Facebook. “Son palabras cortas pero muy fuertes en esta estructura
patriarcal y conservadora que vivimos. Este mismo conservadurismo se aplica al
arte, y el arte recordemos que también cumple un papel político por ser una
creación que expresa una visión acerca del mundo, en este caso el entorno
guatemalteco en este momento. Las imágenes siempre tendrán una connotación
política, ya que son un reflejo también de la sociedad en que vive el artista
que las crea, porque concretiza un pensamiento abstracto sobre un tema y crea
un registro en un espacio-tiempo; porque vivimos en comunidad y lo que se dice
a través de una imagen y otras formas de expresión artística influencia la
percepción de los demás…”.
Sobre la imagen del desnudo como construcción de
ciudadanía, afirmó: “Puede ser una de las sendas para llegar a construir
ciudadanía algún día. Por ejemplo, el tema de la tolerancia a través de este
tipo de imágenes puede influenciar en cierto grado la lucha por los derechos de
la mujer o el racismo. Considero que el tema ciudadanía va más ligado al
Derecho, sin embargo, creo que lo que se puede crear con la imagen del cuerpo
es una concientización de los individuos sobre los estereotipos (belleza tipo
Hollywood), sobre el rol de la mujer en la sociedad, sobre nuestra apertura
como sociedad a temas sexuales, etcétera”.
El
psicólogo, analista político y también columnista de Asuntos, Mariano González,
destaca la intención de los participantes en el discurso de la imagen: “…es perfectamente
obscena porque transgrede y violenta las normas mojigatas de la
sociedad guatemalteca, porque muestra y celebra los cuerpos reales, ´normales´", afirmó por Facebook. "Carlos Castilla del Pino, psiquiatra español, recuerda la
definición de María Moliner de lo que es obsceno y que califica muy bien la
muestra: "[falta] de vergüenza al exhibir las propias fealdades o lástimas
corporales o de otra clase, o ante la exhibición de cualquier cosa íntima…".
El antropólogo Oscar Maldonado, que también hizo la
reseña conceptual de la expo, habló sobre el cuerpo como construcción de
ciudadanía y comunidad en casa del fotógrafo: “El poder de la exposición de Daniel
era mostrar el poder del cuerpo desnudo. Pero creo que el poder del cuerpo
vestido o el poder del cuerpo, simplemente, es bien importante porque todo lo que hagamos va a repercutir sobre el cuerpo.
Quizá, salud reproductiva, quizás, equidad de género, el respeto a las minorías
sexuales, la misma educación... todo va a repercutir en algún momento en el
cuerpo, independientemente si está vestido o desnudo. Claro, cuando vos mostrás
un cuerpo, la fuerza del cuerpo desnudo radica en que vos ponés tus ojos sobre
el cuerpo de la persona, más que sobre lo que la persona lleva puesto. Le
quitás todo el ropaje, le quitás todo el decorado. Finalmente, te queda sólo la
persona y su cuerpo, y creo que ahí está el valor, justamente, de mostrar los
dípticos, que te muestran a un individuo, como podría ser cualquier otra
persona desnuda y como los ves en la calle, y luego lo ves muchísimo más
enfocados en su cuerpo y su intimidad”.
Yo le pregunté, primero, qué pasaba con el cuerpo al
llevarlo a la Plaza a manifestar: “El cuerpo se suma no sólo
al cuerpo en sí, sino a un colectivo de cuerpos”, responde concentrado. “Un
cuerpo en sí no hace tanto como lo hace un colectivo. Es bien importante
entender el poder del cuerpo físico de las personas; sobre todo, que estamos
tan metidos en los medios digitales, porque el medio digital y las redes sociales
son útiles, pero también son una manifestación de no cuerpo. Vos podés meter tu
propuesta en Facebook, mandar tus tuits y cualquier cosa, pero eso no va a
tener ninguna implicación corpórea hasta que vos sos consecuente y utilizás lo
que ponés en Facebook y tus tuits para movilizarte y llevar tu cuerpo a la
Plaza. En esta era cibernética, el cuerpo toma muchísimo más valor porque
tenés una materialidad que circula en el mundo virtual, que no es la realidad
concreta de lo que está pasando en nuestros cuerpos, y nosotros podemos incidir
usando nuestros cuerpos”.
Luego, qué había sentido él estando en la Plaza:
“…mucha emoción de ser uno más”, afirmó (silencio prolongado). “Mucha
excitación. Puedo usar mi cuerpo como un instrumento de comunicación, con la
voz, llevando la pancarta y creo que casi todas las personas que iban allí sentían
también cierta esperanza de ver las repercusiones de lo que pudiera ocurrir, de
ver cómo eso iba a tener una significancia en el cuerpo: en mi forma de pensar,
en mi cotidianidad, en cómo la sociedad podía cambiar… Yo creo que mucha gente
se sintió empoderada por lo que llevar su cuerpo a la Plaza podía significar.
Yo creo que ahora mucho menos nos van a poder decir que protestar es de
resentidos, que protestar es de marginados, de comunistas, que tampoco tiene
nada de malo... Ya tenés esa dualidad, como que el capitalista es el “bueno” y el
comunista es el “malo”, como si el capitalismo nos hubiera sacado a nosotros
del subdesarrollo, de la ignorancia y de la miseria en que vive este país...”.
El sociólogo Edelberto Torres-Rivas nos pone (el
cuerpo) en la realidad: “Las
circunstancias sociales, políticas,
culturales y diariamente-cotidianas que se van produciendo en la sociedad, son
las que se entrecruzan en la vida para construir o destruir ciudadanía(s)”,
escribe por correo electrónico para Asuntos Inconclusos. “La diferencia que
media, que intermedia, es un dato técnico, no necesariamente nuevo: la
fotografía con todos los toques de modernidad…”.
Pero para el doctor en Artes y Letras de América Central de la Universidad Nacional de Costa Rica, Miguel Flores Castellanos, no hay
mérito suficiente en las acciones de los participantes de Guatemala se re(v)bela como para considerarlas política autonómica
del cuerpo: “…son decisiones que hicieron
los modelos de plantarse tal cual ante la cámara y, más que eso, mostrarse públicamente.
Para mí, la práctica política no
debería ser inducida como es en este
caso”, escribió por correo electrónico. Flores Castellanos reserva esta
práctica, otra vez, sólo para lo que considera élites artísticas: “Una práctica política, la de Regina José Galindo o Sandra
Monterroso, o el propio Daniel que se promocionó desnudo…”.
Y fue más enfático: “El acto de desnudarse en
público es un acto político en sí mismo. Pero no creo que sea una esperanza de
nada”.
Rémy Carrère, director cultural de la Alianza Francesa
de Guatemala: “El motivo de la exposición era de retar los
estereotipos, prejuicios y temores que impone la sociedad respecto a los
cuerpos", escribió por correo. "Una gran parte de la población guatemalteca comparte unas aspiraciones
de apertura, tolerancia y libertad que traduce “Guatemala se re(v)bela”, una
exposición que contribuye al cambio social para una sociedad más abierta y
tolerante”.
Y Torres-Rivas analiza sus gestos y se acerca un poco
a López y Rivas: “No es lo mismo el cuerpo
desnudo o vestido, y valdría la pena hacer el análisis de lo que revela una u
otra condición, si hay diferencias o no desde la izquierda política o desde el
ojo miope de un sacristán”, escribió. “Pienso que puede tener, más bien, dimensiones
complementarias. ¿Contradictorias? Vestido, el cuerpo ya señala diferencias de estratificación
o clase y por supuesto desigualdades con efectos políticos (aquí es posible
responder si es un instrumento de autonomía política). En un país
antidemocrático, las diferencias son más evidentes, hablan más, gritan… Un
cuerpo medio desnudo o medio vestido puede significar muchas cosas; por lo
mismo, por lo que un cuerpo medio vestido no es el equivalente a uno medio
desnudo: un cuerpo medio vestido, con traje de baño, es un clasemediero; o un
cuerpo medio desnudo, cubierto de harapos, es un pobre extremo”.
Pero, ¿es así? ¿Es el Derecho, como dice Torselli (o
lo que el establishment llama “Estado de derecho”), el único camino para
construir ciudadanía, o puede hacerse desde el arte, desde la imagen? ¿Y pueden
sólo las élites artísticas hacer política plena con sus cuerpos, como sugiere
Flores Castellanos, o está al alcance de todos como señala Torres-Rivas? ¿Hay una Guatemala que se
re(v)bela o muchas? ¿Es refundar el Estado el único objetivo válido para todas
las resistencias? ¿Qué otros objetivos pueden tener?
El deseo de libertad: un principio fundamental
Aunque es innegable la necesidad histórica, real y
colectiva de transformar el Estado-nación en Guatemala, esta no es todo, y no
basta por sí misma para explicar la acción de los sujetos políticos que se
quitan la ropa en la exposición de Hernández-Salazar de febrero pasado (ni mucho menos podemos reducir todo a la intención del artista).
No. Hay algo más. Tiene que existir algo más. Tal vez es una fuerza inconsciente y compleja,
visceral y trascendente. Algo profundamente vital, cotidiano y creador. ¿De dónde
les viene el deseo de libertad a estas personas?, ¿de dónde? ¿Y a dónde les
lleva? ¿A “refundar el Estado” solamente? ¿Así de predecible y lineal es
nuestra historia?
El sociólogo Alejandro Flores
nos ofrece otra posibilidad en un ensayo de Plaza Pública de julio de 2015 que
tituló: "¿Una política del deseo?", y
que intenta ser una nueva opción de emancipación posmoderna inspirada en las
marchas de la Plaza, pero más allá de tomar el poder del Estado y su
transformación, como proponen marxistas tradicionales como López y Rivas.
Flores empieza resignificando el concepto “deseo” que mueve la fuerza social
del cambio: “El deseo, para Deleuze y Guattari, no sigue una ley universal”,
escribe. “Sino que se disemina desde los márgenes y a través de los engranajes
de las máquinas que intentan limitarlo. El deseo es aquello que puede
reconfigurar la máquina misma. En este sentido, el deseo no es una falta, una
carencia, como tradicionalmente se lo ve en el Psicoanálisis, sino una fuerza
productiva y vital que moldea la realidad. (…) El deseo es lo que escapa”.
Así, una política autonómica del cuerpo desnudo (o no)
no necesariamente busca tomar el poder del Estado y transformarlo, sino más
bien, construir un nuevo poder contrahegemónico más allá de él: cotidiano,
diverso, transversal. Flores propone otro elemento teórico para explicar esta
intención que también llama ´anarquista´: “En tal sentido, Clastres sienta las
bases para entender la política como un fenómeno de la cultura que está sujeto
a una multiplicidad de reglas, que varían dependiendo de las sociedades
estudiadas y no en base a un criterio absoluto que niega sistemáticamente el
carácter político de los otros”.
Las gentes que se quitaron la ropa, la “Guatemala que
se re(v)bela”, no serían (solamente) entonces sujetos que aspiran a renovar su
ciudadanía en un marco nacional reformado, como pensaría López y Rivas, sino la
expresión viva, real y directa de una multiplicidad de resistencias,
intenciones y sentidos que poco o nada tendrían que ver, necesariamente, con
reformar el Estado guatemalteco. Más claro: no habría una sola Guatemala que se
“rebela” (sin v entre paréntesis) manifestando en la Plaza de la Constitución
contra la corrupción de las instituciones públicas. Habría muchas, locales,
cotidianas y con distintos fines que, por ejemplo, pudieron converger al
sentirse convocadas en un tiempo y espacio común y alternativo: la obra
artística del fotógrafo Daniel Hernández-Salazar. Es decir, la otra Plaza, la
otra protesta más allá del Estado o, mejor dicho, las otras Plazas, si
entendemos que cada cuerpo es un espacio diverso de manifestación
política.
Flores llama la atención hacia lo que considera un
defecto de las luchas contrahegemónicas: “A mi juicio, se está muy cerca de
prorrogar una práctica de vida fascista cuando la “toma del poder” (del
Estado)* se convierte en la condición de cualquier posibilidad política…” (¿es
Hernández-Salazar un fotógrafo de rollo anarquista?).
|
“El chavo se rasura la parte púbica para que no te
quede ninguna duda de que lo que está aquí es una vagina”, opinó Hernández-Salazar,
sobre uno de los participantes de Guatemala
se re(v)bela que era transgénero. “En ningún momento tuve dudas de que
estoy hablando con un hombre. (…) Obviamente es una nueva masculinidad. (…) Yo
creo que ahí está haciendo política bien fuerte y bien eficaz con su cuerpo”.
Asuntos Inconclusos intentó tener una declaración del modelo de esta foto pero
no fue posible
|
Miguel Flores Castellanos hace visible la amplia y
compleja relación entre el Estado y el cuerpo: “El Estado ha sido represivo con el cuerpo”,
afirmó. “Para muestra, los desenterramientos y fosas donde el ejército depositó
a tantos indígenas y no indígenas. Hay que ver las cárceles o el trato de los
policías en los momentos de detención. El Estado es miedoso del abanico de
expresiones de la sexualidad. Lamentablemente, estamos bajo la fuerza de un
Estado mojigato. Es elogioso que al fin el RENAP acepte a las personas
transgénero y lo pongan en sus formularios y establezcan protocolos de
atención. Pero también, fuera del Estado, se atenta contra el cuerpo. Basta ver
las empresas mineras. Las galerías de arte no aceptan una exposición de
desnudo, aducen tener sus calendarios llenos, pero lo que sucede es que no
quieren problemas ni ofender a sus clientes habituales conservadores que
mantienen su flujo de caja”.
Y esta relación se hace más compleja todavía cuando, según Carrère, el Gobierno
francés reconoce el trabajo político de Hernández-Salazar: “Lo más notable con el trabajo artístico de Daniel
Hernández-Salazar es que no sólo tiene fines estéticos, sino que lleva también
una fuerte carga política y social. (…) es reconocido a nivel mundial, su
trabajo ha sido presentado en más de 30 exposiciones individuales y más de 40
colectivas en Norte, Centro y Sudamérica, Europa, Japón y Corea. Por su labor
artística en servicio de los Derechos Humanos, fue nombrado Caballero de la
Orden de las Artes y las Letras por el Gobierno francés en 2005. Así que tener
un artista de esta índole en la Alianza Francesa de Guatemala fue para nosotros
un gran honor y seguramente la exposición será uno de los eventos más
destacados de nuestra temporada cultural”.
Torres-Rivas es más cauto y nos pone freno a la
euforia: “La autonomía en relación al cuerpo puede entenderse como una infinita
posibilidad de actos”, coincide con Alejandro Flores. “Pero si es política, ya
implica límites; y si se le piensa o se le usa como instrumento, las acotaciones son mayores. Es parte de la conducta contemporánea imaginar y
desarrollar iniciativas a partir de la pertenencia del cuerpo que nos pertenece.
Un mayúsculo cincuenta por ciento se refiere al cuerpo, cuya autonomía política
no tenemos”.
Sin embargo, aunque con “límites”, según él, le reconoce
al cuerpo virtudes políticas: “La categoría ´instrumento´ puede desarrollar
autonomía política”, afirma. “Todo esto es o se convierte en instrumento de
autonomía política”.
Morales Tezagüic, habló de su experiencia corporal
como mujer y comunicadora. Tanto los mecanismos de control social hacia el
cuerpo como sus resistencias, se dan en diversos planos. Primero, en la familia: “…desde el momento en el que si nacés niña te ponen rosado sin
preguntarte a vos nada, te perforan las orejas sin preguntarte nada y luego te
enseñan a darle a tu cuerpo cierta forma, y te exige la sociedad que luego, ya
mayor, cuidado tenés panza y cuidado tenés lonjas; hay dominación en esa
parte”, afirma. “Yo soy una mujer muy pequeña y a veces he sentido presencias
que pasan sobre mí o se acercan demasiado y yo creo que las mujeres tenemos
todo el derecho de acercarnos a los demás y que los demás se acerquen a
nosotros, respetándonos”.
Luego, en los medios: “El cuerpo de los hombres tiene
que ser muy atlético, tienen que marcarse los músculos para que sea aceptado. El
de las mujeres también tiene ciertos requisitos para ser aceptado en los medios
tradicionales. Es muy triste porque hay mujeres que nunca van a aparecer en los
medios y hay hombres que nunca van a aparecer en los medios, o hay mujeres que
la única vez que pueden aparecer en los medios es cuando su cuerpo ha sido
mutilado y aparecen en un barranco o en la calle; incluso niñas. Entonces, hay
un uso de los cuerpos por parte de los medios...”.
Para Sabrina, hay una doble moral. El cuerpo desnudo,
en especial el de las mujeres, es valorado de muy diferentes maneras en los
medios: como mercancía y como política de violencia en las noticias.
Maldonado, por su parte, intenta explicar la realidad
de la expo más allá del gesto simbólico. Define tres momentos concretos: “El primer círculo concéntrico, si puedo decirlo así, está en el
ámbito de Daniel y sus modelos; cómo para muchos fue un acto liberador el hecho
de quitarse las ropas. El siguiente momento, es cómo esa gente se vio junto a
otros que posaron igual en la exposición, y luego está el otro grupo que son
las personas que no tuvieron nada que ver en el proyecto pero que asistieron, y
su propia imagen de su cuerpo pudo haber cambiado. Y vos podés decir: bueno, la
exposición son fotos, está en una galería y es un “no cuerpo”, pero es un
proyecto basado sobre cuerpos reales y que tiene implicaciones en cuerpos
reales. En ese sentido, es una interfase entre un cuerpo y otro cuerpo, más que
un “no cuerpo”. El “no cuerpo”, para mí, es la no presencia. Pero ahí sí hubo
presencia”.
Si esto es así, tanto el sujeto político que se quita
la ropa como el gesto político de hacerlo en público, son reales. Va tomando
sentido así el concepto del cuerpo como territorio político…
-Pues yo me visto porque hay que vestirse -dice
Daniel-. Está como asumido. O me visto así porque soy hombre. Entonces, es un
poco inconsciente la cosa. Es muy raro que vos te cuestiones: ¿y los hombres por
qué se visten así? O en realidad, ¿por qué me visto? Sí sería un poco jodido
andar desnudo porque te quemarías con el sol y te picarían los mosquitos más
fácil.
El sujeto que se atreve a mostrar su cuerpo en esta
Guatemala, lucha por una cuota de autonomía, de libertad. Se ha "re(v)belado". De
eso no hay dudas (al menos empíricas). Los mecanismos de control social que sobre este han pesado,
históricamente, son tan diversos y complejos, y ocupan tantos espacios y formas
en su vida, que un cuerpo-territorio político tendría muchas más posibilidades
de liberación, más allá de la sola democratización del Estado nacional. La verdad es
que hay hambre de ser; un insondable y profundo deseo de libertad. Es como dice Cornelius Castoriadis: “La historia es tanto creación consciente como repetición inconsciente”.
-Yo me dejo llevar por lo que siento, no tanto por lo
que leo -dice Daniel. Y volvió a divagar-: ¿Por qué me preguntaste?
|
Daniel Hernández-Salazar (Guatemala, 1956). Según su blog, fotógrafo artístico y documentalista del cuerpo humano, arquitectónico, etnográfico y de memoria histórica. Estudios de Arquitectura en la UFM y de foto comercial y arquitectónica en Winona School of Professional Photography de Indiana y el International Center of Photography de Nueva York. Corresponsal en Reuters, Agence France-Presse y Associated Press. Muestras y trabajos individuales y colectivos relevantes, dentro y fuera del país: Epifanía (1989), Rostros de la música (1993), Ecce homo, desnudo masculino (1995), Eros y Thánatos (1997), Memoria de un Ángel, imagen del Proyecto Interdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica, REMHI/Informe Guatemala: nunca más-ODHAG (1998), Por qué estamos como estamos (2004), Para que todos lo sepan (2007), Ángel callejero, memoria histórica (Auschwitz, Corea del Sur, Tlatelolco, Hiroshima, Buenos Aires, Austin, Texas, Chicago, Montreal, España y Guatemala; 1999-2010), Árbenz, fin del exilio/Apoteosis del retorno (2011), Jacobo Árbenz, combatiente de la libertad y el desarrollo (2011), Memento vitae/Memento mori (2014), PHOTOPIA (2014) y Guatemala se re(v)bela (2016) |
*El paréntesis es mío.