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La
Asociación de Estudiantes Universitarios -AEU- “Oliverio Castañeda de León”, de
la Universidad de San Carlos de Guatemala, por largos años estuvo copada por
una dirigencia mafiosa, siempre bajo la sombra de las autoridades que, mirando
para otro lado, permitieron sus fechorías (negocios sucios, extorsiones, venta
de drogas, grupo de choque ante cualquier intento de organización genuina de
los estudiantes). Estos “estudiantes”, en realidad: activistas políticos de
derecha y oportunistas ligados a negocios clandestinos, opusieron todo tipo de
resistencia antes de cambiar. Pero en el 2017 el voto estudiantil les cerró
camino, eligiéndose una nueva directiva, democrática y transparente. Su actual
Secretaria General: Lenina García, 26 años, estudiante de la Licenciatura en
Enseñanza del Idioma Español y Literatura, es la primera mujer en dirigir la
Asociación. Con visión clara, muy determinada en el proyecto
político-estudiantil que la nueva AEU impulsa, contó en la siguiente entrevista
cómo está la situación en este momento, abriendo perspectivas de futuro sobre
la compleja problemática de la educación superior en el país, la universidad
pública y la situación nacional general.
POR MARCELO COLUSSI
Pregunta: Después de casi ocho meses de haber asumido la nueva
AEU, ¿qué balance podrían hacer con este tiempo transcurrido? ¿Cómo está la
situación de la AEU actual y su relación con la vieja mafia de la AEU, y con
las autoridades universitarias?
LG: Nos sentimos muy contentos por varios motivos.
Primero, por haber recuperado la Asociación de Estudiantes Universitarios después
de 17 años de cooptación. Eso es muy importante y nos pone muy contentos,
porque demuestra que sí se pueden recuperar las instituciones, pese a la
cultura mafiosa que sigue estando enraizada y que desea mantenerse en los
espacios usurpados por años. Recuperar una organización estudiantil donde se
destruyeron los tejidos entre los estudiantes durante tanto tiempo, donde se
desaparecieron estudiantes, se asesinaron, donde se masacró gente y se creó
terror, es muy complicado. Es algo tan difícil porque tenemos que partir de
cero, pues no existe ningún precedente, ninguna sistematización que nos permita
entender cómo funciona, o cómo debería funcionar, una AEU legítima. De hecho
nuestros actuales referentes son personas de la época de Oliverio Castañeda,
gente de alrededor de 70 años; faltan estudiantes jóvenes con los que podamos
intercambiar sobre estos asuntos. En otros términos: nos tocó a nosotros
solitos ir descubriendo una enorme cantidad de aspectos de los que no
conocíamos nada, ir armando como podíamos las piezas de un rompecabezas
sumamente complejo. Cuando en los años 90 del pasado siglo se dio la última
representación democrática de la AEU, el contexto de la universidad era muy
distinto: no había la cantidad de estudiantes que existe ahora, ni estaba tan
descentralizada. La realidad de hoy día es muy distinta a la de años atrás,
porque el campus central no absorbe a todos los estudiantes, dado que ahora la
universidad tiene presencia nacional estando en todos los departamentos, hay
muchas carreras nuevas, y dada la precariedad con que se mueve la educación en
nuestro país, tenemos problemas nuevos, como clases abarrotadas con más de 200
alumnos en un salón. Es decir: estamos ante cosas nuevas donde nadie nos puede
dar orientaciones. Tenemos que ir descubriendo y resolviendo nosotros esta
nueva situación actual de la universidad. Por todo ello nuestra gestión no es
fácil. Además se suman dos factores sumamente importantes: por un lado, la
corrupción con que nos encontramos, que está en todos los rincones del país, y
por supuesto también en la universidad, y por otro, la despolitización del
movimiento estudiantil como herencia de lo que sucedió a nivel nacional estos
últimos años. Y también podría agregarse, como otro elemento con el que tenemos
que luchar, la confusión que existe con los estudiantes y ciertas prácticas que
no son nuestras, que vienen de las viejas prácticas corruptas, pero que muchas
veces nos las endilgan.
Pregunta: ¿Cómo cuáles? ¿A qué te referís exactamente?
LG: Sucede con los encapuchados de la Huelga de Dolores.
Por allí se ven encapuchados desarrollando las viejas prácticas corruptas y se
dice que son de la AEU. En realidad nos desmarcamos totalmente de esas
conductas mafiosas del pasado, nuestro proyecto no tiene nada que ver con eso. Con
todo esto quiero decir que nuestra gestión está hecha bajo presión,
enfrentándonos a gran cantidad de problemas, de desafíos. De hecho, hasta el
lugar físico de la AEU nos costó mucho recuperarlo, porque no nos lo querían
entregar. Incluso se dieron hechos de violencia intimidatorios hacia nosotros,
y las autoridades no nos apoyan en todo esto. O, en todo caso, nos apoyan en
algunas demandas, y en otras no.
Pregunta: Hablaste de hechos de violencia. ¿Qué papel está
jugando ahora la vieja AEU?, que sabemos mantiene vínculos con sectores
oscuros, incluso del crimen organizado.
LG: Esa gente, que desde hace 5 años se conocen
internamente como Comisión Transitoria, durante los largos años que mantuvieron
cooptada la estructura fueron creando una red de crimen organizado, que en la
actualidad no está del todo desmantelada. Las redes de locales con venta de
licor y de discotecas que están en torno a la universidad las siguen manejando,
directa o indirectamente, y si bien hay una ley que las prohíbe, eso no se
acata. También dentro de la universidad hay muchas ventas de comercio informal
(ropa, artesanías, comida, etc., etc.), en muchos casos ligadas a venta de
drogas, o que actúan como informantes. Las viejas estructuras corruptas mantienen
vínculos con todo esto. Y si bien nosotros asumimos la nueva AEU, esta gente
sigue haciendo su negocio porque no se han ido de la universidad. Incluso la
política universitaria que tiene que ver con la gestión administrativa de la
institución, está llena de corrupción, y estas redes de estudiantes tienen que
ver con eso. La vieja AEU, y lo que pasó a ser la Huelga de Dolores, son los
operadores políticos de esos sectores corruptos a alto nivel que tienen
secuestrada la universidad. Siempre se manejaron con criterios de matonaje,
manipulando estudiantes, amedrentando. Hoy día esas prácticas persisten, y
nosotros hemos sido víctimas de intimidaciones, de amenazas: nos llegan
mensajes anónimos, nos provocan.
Pregunta: Hechos de violencia física directa, concreta, ¿han
sufrido?
LG: Hechos concretos de violencia física: no. Al menos
nosotros, los miembros actuales de AEU, no hemos tenido. Pero sí ha habido
actos de agresión con estudiantes cercanos al movimiento, y este año hubo una
violación de una estudiante, actos que deducimos vienen directamente de estas
redes mafiosas, como intimidaciones.
Pregunta: ¿Qué están haciendo para contrarrestar toda esa
provocación?
LG: Ha habido varias acciones. Se han hecho las denuncias
pertinentes a las autoridades, en el Ministerio Público. También se denunciaron
los hechos a través de redes sociales, lo hemos presentado ante el Consejo
Superior Universitario, lo hemos hecho viral. Y también lo hemos trabajado con
las bases estudiantiles, para que conozcan exactamente cómo es la situación
real. Pero en el ordenar la casa a partir que tomamos posesión es donde más
tiempo se nos ha ido. Todo ese trabajo burocrático-institucional, para
recuperar el presupuesto, para establecer las asociaciones de las distintas
unidades académicas, para hacer las coordinaciones necesarias dentro de la
universidad, nos toma muchísimo tiempo, muchísima energía.
Pregunta: Sin dudas la corrupción, establecida ya como cosa
“normal / natural”, campea en todas las estructuras del Estado, y también en la
universidad pública. Eso va de la mano de esa despolitización del estudiando
que mencionabas. Como AEU, ¿qué se plantean para enfrentar todo eso, y
transformarlo?
LG: Recuperar nuestras instituciones legítimas es una
forma de ir luchando contra todo eso. Cuando digo recuperar nuestras
instituciones, me refiero a las distintas asociaciones de las unidades
académicas, los jurados de oposición, representantes ante el Consejo Superior
Universitario. Es decir: los espacios de representación estudiantil buscamos
que sean verdaderamente democráticos, y desde ahí, comenzar a cuestionar el
modelo vigente. Por ejemplo: recuperar la asociación de Derecho es un gran
paso, porque de ahí salen las personas que tienen mucho que ver con la
institucionalidad del Estado, pues de allí se influye para la elección de
magistrados del sistema de justicia, para la elección de Fiscal General.
Recuperando esos espacios los estudiantes pueden impedir que sigan llegando
profesores elegidos “a dedo”, por compadrazgo o por acuerdos políticos no
transparentes, garantizando así la calidad académica. De hecho, tenemos un plan
de trabajo con el que ir trazando una ruta mínima para recuperar la
universidad. Dicho plan presenta cuatro ejes de trabajo: eje político, eje
académico, eje comunicacional y eje de fortalecimiento institucional. En el eje
político tenemos establecido trabajar no solo en el campus central sino en
todos los centros del país, para ir acercándonos a todo el estudiando e ir
sentando las bases para crear una Confederación de estudiantes. Tal como
estamos hoy, los actuales estatutos no contemplan los centros universitarios
del interior del país, por lo que queremos trabajar fuertemente en cambiar eso,
así logramos que muchos más estudiantes se empoderen y se articulen en nuestras
demandas. En ese sentido, tenemos pensado desarrollar una escuela de formación
política. Esa iniciativa tiene que ver con el eje político y con el eje
académico; se busca involucrar a estudiantes que ya participan en alguna
asociación, para que tengan una mayor sistematización en temas vinculados a
movimiento estudiantil, realidad nacional e internacional, derechos humanos.
Todos esos son temas muy importantes y podrán hacer que los estudiantes vayan
involucrándose más en sus asuntos, permitiéndolos empoderarse más. También
queremos cambiar los estatutos para crear la Confederación Nacional de Estudiantes. Por otro lado estamos trabajando en el tema de acceso a la
información pública. Sabemos que allí hay una ley que permite el libre acceso a
la información pública: en ese sentido queremos desarrollar los mecanismos para
que cualquiera que lo desee pueda pedir información al departamento de
información pública de la USAC. A través de eso puede saberse mucho de lo que
hoy día está silenciado, disfrazado, manejado con prácticas corruptas dentro de
la universidad.
También
queremos desarrollar un departamento de denuncias y fiscalización desde la AEU.
Eso, porque nos llegan muchas denuncias de estudiantes que nos hacen saber, por
ejemplo, que hay catedráticos que les están cobrando para hacerles ganar un
examen.
Pregunta: Sin ánimos de entrar en chismes, pero para tener una
real dimensión de la corrupción con la que nos encontramos, ¿qué tipos de
denuncias reciben ustedes como AEU?
LG: Por ejemplo, esto que decía: que hay catedráticos que
piden dinero para hacer ganar una clase. O también la forma en que se eligen
los docentes, sin seguir ningún mecanismo transparente. También recibimos
denuncias respecto a manejos corruptos en el plan de prestaciones, elecciones
espurias en algunas asociaciones sin la menor presencia de mecanismos
democráticos. Acoso sexual, machismo en las aulas, profesores que obligan a sus
alumnos a comprar sus propios libros. En fin: hay una variedad de acciones
corruptas, y nos llegan continuamente denuncias de todo eso.
Pregunta: Volvamos al eje académico del que estabas hablando.
LG: En ese ámbito estamos tratando de desarrollar diversas
actividades académicas para beneficio de los estudiantes, como foros o
encuentros sobre temas que hemos identificado como de interés. Por ejemplo,
vamos a desarrollar una semana sobre el tema de la Resistencia de los pueblos;
es decir: pueblos afectados por la minería, o por el robo de sus territorios, o
pueblos en resistencia como La Puya. Ahora acabamos de terminar una semana
sobre género, donde se tocaron temas de actualidad ligados a esto, al
feminismo, al Día de la Mujer. Con este eje académico se busca que los estudiantes
puedan desarrollar un pensamiento crítico y elementos humanísticos. Ahí también
vemos todo lo relacionado con becas. Por otro lado tenemos una estrategia
comunicacional, donde vemos cómo acercarnos a los estudiantes de la mejor
manera posible para que todo el mundo esté convenientemente informado. En el
eje de fortalecimiento institucional nos ocupamos del fortalecimiento de la AEU
a nivel de infraestructura, de las finanzas. El eje más importante, creemos, es
el político, para dotar a los estudiantes de instrumentos con los que poder
participar y recuperar su protagonismo.
Pregunta: ¿Cómo es la relación de la AEU con las autoridades
en este momento?
LG: Nuestra relación es eminentemente institucional.
Defendemos nuestra autonomía como estudiantes, por lo que no nos debemos a las
autoridades. Nos coordinamos institucionalmente, haciendo pedidos, revisando
algunas cosas en forma conjunta. Pero, insisto: es una relación institucional.
Una vez por mes tenemos un espacio en el Consejo Superior Universitario para
plantear nuestra agenda.
Pregunta: ¿Hay respuesta positiva?
LG: En algunas cosas sí, en otras no. Recibimos apoyos en
las cuestiones que son institucionales y donde las autoridades están obligadas
a coordinar con nosotros. Por ejemplo, en temas logísticos, en apoyo con
movilización, en proporcionarnos contactos, en facilitarnos este tipo de
cuestiones. Pero no hemos tenido apoyo en el tema de la seguridad. Por ejemplo,
ahora, durante la Huelga, hay encapuchados que cobran los parqueos y se quedan
con ese dinero. Eso es un acto de corrupción. Les hemos manifestado eso a las
autoridades, pero vemos una falta de determinación de parte de ellas para
actuar.
Pregunta: ¿A qué lo atribuís?
LG: Por supuesto que no son todas las autoridades, pero sí
hay personas que se benefician de esos actos de corrupción, por eso a veces no
se hace lugar a nuestras demandas. Eso nos pone en situaciones complicadas. La
vez pasada, por ejemplo, ante estos cobros ilegales fuimos a desalojar a un
grupo de encapuchados en Ciencias Económicas, y logramos que se fueran. Pero se
hizo sin el apoyo de las autoridades, exponiendo mucho a los estudiantes,
porque se sabe que en esos casos puede haber violencia por parte de estos
encapuchados.
Pregunta: Hablemos de la Reforma Universitaria. ¿Qué dice la
AEU al respecto?
LG: Por cierto es importantísimo, quizá lo más importante
de nuestro plan de acción. De hecho, entra en el eje político. Ahí ponemos toda
nuestra energía, y esperamos que así lo haga también el grupo que nos continúe
en la gestión de la AEU. Creemos que la profunda crisis que vive la USAC en
este momento solamente se podría redimir a través de la Reforma. Habría que
cambiar el modelo educativo vigente, que es un modelo tradicional, bancario, no
actualizado a nuestra realidad actual. Es un modelo obsoleto, que hace muy
difícil graduarse, con una calidad docente muy mala, con métodos de evaluación
ya casi inservibles. Hay mucho que cambiar, también los modelos de
representación democrática que se dan a lo interno. Por ejemplo, en el Consejo
Superior Universitario solo tienen representación las Facultades, no así las
Escuelas. Además, como decíamos, hoy la universidad está muy descentralizada,
por lo que todos los centros del interior deben tener voz y voto. Habría que
reformar el tema presupuestario, los mecanismos de contratación de personal,
temas administrativos. Hay que reformar todo. Por eso la Reforma es algo
primordial para actualizar la universidad. Le damos mucha prioridad a todo
esto, nos parece fundamental. Y creemos que en todo esto el movimiento
estudiantil tiene que jugar un papel clave, no dejando todo en manos de gente
que está llevando el proceso con su propia agenda y a su propio tiempo. Sin
dudas, es un trabajo titánico, porque la gente que está llevando esto adelante
ya está acomodada con lo tradicional, y no se le ve muchas intenciones de
cambiar nada en serio.
Pregunta: La educación pública, en todos sus niveles, ha sido
bombardeada por las políticas neoliberales. Actualmente en Guatemala, solo el
50% del estudiantado universitario va a la pública, la San Carlos, mientras que
el otro 50% se distribuye entre las 12 universidades privadas que existen.
¿Cómo ven este fenómeno desde la AEU?
LG: La crisis generalizada de la educación pública
responde a la crisis de este capitalismo neoliberal que padecemos. El modelo
vigente prioriza la formación universitaria de mano de obra barata para el
mercado laboral, y no la formación de personas críticas de su realidad. La
USAC, durante el conflicto armado, aportó muchos intelectuales que cuestionaban
la guerra y el modelo social que la produjo, lo que llevó a muchos
profesionales a participar directamente del movimiento revolucionario. Incluso
la AEU de ese entonces formó muchos líderes que se involucraron con la
guerrilla. Buena parte del movimiento estudiantil de aquellos años participó de
luchas populares, yéndose a la montaña en muchos casos. Eso hizo que se
desatara una feroz represión contra la universidad. Firmada la paz, las elites
poderosas del país cooptaron la universidad de San Carlos, porque allí estaba
el cerebro de la crítica. Toda esa represión llevó a precarizar la universidad,
convirtiéndola en una formadora de gente con título pero sin el más mínimo
pensamiento crítico. Ese es el panorama actual de la educación superior: una
formación precaria, nada crítica, solo para un 2% de la población. Creemos que
la universidad pública tiene que volver a tener alta calidad académica y
también humanística. Eso tiene que ver también con una revolución ética, para
salir de la corrupción y la impunidad. Hay que romper con el individualismo que
trajo el neoliberalismo; hay que volver a fomentar los criterios de
solidaridad, de bien común, salir de ese individualismo atroz que vivimos. Hay
que repensar la universidad que queremos, a 100 años de la Reforma
Universitaria de Córdoba, en Argentina. Y hay que repensar con criterios
actuales los logros de aquella reforma, como la libertad de cátedra, o el
cogobierno, o la autonomía universitaria. Hoy día, libertad de cátedra, para
muchos docentes es sinónimo de enseñar lo que quieren sin la más mínima
supervisión de nadie. O cogobierno no significa solo permitir la participación
de los estudiantes sino tomar realmente en serio su voz. También el tema de la
autonomía hay que repensarla: por ejemplo hoy, en nombre de la autonomía, la
universidad entrega sus informes a la Contraloría General de Cuentas no
permitiendo que se la investigue a fondo.
Pregunta: ¿Sería deseable que entre la CICIG a la universidad?
LG: Sí, se puede. Su mandato es desarticular estructuras
de crimen organizado, y la universidad, lamentablemente, ya tiene mucho de eso.
Eso lo piden los estudiantes. Habría que investigarla, porque en nombre de la
autonomía se cometen muchas irregularidades, que quedan impunes. Hay que
empezar a mirar a la universidad con un enfoque de derechos humanos. Eso no
existe, y habría que comenzar a pensar una universidad solidaria que vaya más
allá de la actual visión de mercado, comercial, que prepara técnicos totalmente
desprovistos de cuestionamientos y valores humanos.
Pregunta: Hablaste mucho de la corrupción. De alguna manera,
esta nueva AEU es producto de las movilizaciones anti-corrupción que surgieron
en el 2015, es uno de sus efectos. Pero ahora esta AEU aparece en el recién
formado Frente Ciudadano contra la Corrupción, al lado del alto empresariado,
del CACIF, de FUNDESA. Hubo gente que
criticó eso, llegando a decir que eso constituye una “traición”. ¿Cómo evalúan
ustedes todo eso?
LG: Sin dudas las movilizaciones del 2015 fueron el
escenario que nos permitió fortalecernos para llegar a recuperar la Asociación
de Estudiantes. Pero antes ya había organizaciones, articulaciones dentro del
movimiento estudiantil que venían trabajando con un espíritu crítico,
cuestionando la situación de la universidad. El 2015 permitió que esos grupos que
venían trabajando aislados se juntaran. Ahí surgió nuevamente la esperanza de
volver a tener participación en la política nacional, de ser críticos, de protagonizar
cambios. Es importante decir que nosotros, que esta nueva AEU, no nos creemos
ninguna vanguardia. Nosotros nos organizamos ahora, y salimos a la calle, pero
los pueblos originarios vienen haciéndolo desde siempre. En todo caso se podría
decir que en el 2015 hubo un despertar ciudadano, pero en la ciudad, porque en
otros espacios esa movilización siempre estuvo. No somos la vanguardia, porque
existen otros muchos grupos juveniles que también desarrollan un pensamiento
crítico. En cuanto al Frente Ciudadano contra la Corrupción, es importante
señalar que aunque hayamos estado en un espacio público junto a otros sectores,
eso no significa que necesariamente compartamos sus agendas ni que tengamos
intención de articular con ellos. Nosotros tenemos nuestra propia agenda, el
plan de trabajo que antes mencioné, que no coincide con la de estos sectores
que estuvieron en ese acto público. Participamos en ese Frente porque apoyamos
la labor del Ministerio Público y la CICIG, en el entendido que están realizando
un buen trabajo en la desarticulación de redes mafiosas. Preciso es decir, de
todos modos, que no han tocado ciertas instituciones ultra conservadoras, como
el ejército, o el alto empresariado.
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Pregunta: O la Universidad de San Carlos.
LG: Exacto. Como MP y CICIG han tocado algunas de esas
estructuras mafiosas, corruptas, nos parece útil apoyarlas en términos
políticos, dado que se está fraguando y consolidando el llamado Pacto de
corruptos, intentando sacar del país al Comisionado Iván Velásquez, pudiendo
llegar a declarar un estado de sitio y criminalizar todo tipo de propuesta,
incluso con la ley antiterrorismo que se está fraguando. Es por eso que nos
sumamos al Frente, no para apoyar al empresariado. De hecho, nos sorprendieron
el día de la realización de la presentación pública, porque nos habían
asegurado que esos personajes de la cúpula empresarial no iban a estar ahí. Si
esos sectores, muy hipócritamente están apoyando al Foro para que, en
definitiva, no se les investigue, nos parece oportuno apoyar el esfuerzo
anticorrupción para que, en un futuro, lograr que sí se les pueda investigar. Nosotros
somos la primera AEU legítima después de 17 años, por eso creemos que hoy por
hoy es necesario dejar a un lado los extremos. No podemos satanizar al sector
empresarial, pero sin dejar de ser críticos, debemos incluir a todos los
sectores para la construcción de un país realmente democrático. Para la
construcción de paz, como dice Carlos Aldana, debemos dialogar, recuperar la
memoria histórica, sin dejar de ser críticos. Por todo eso, sin abandonar
nuestros principios, participamos en el Foro, para luchar efectivamente contra
la corrupción.
Pregunta: ¿Algo más que quisieras agregar ya para concluir?
LG: El trabajo de recuperar una institución como la AEU,
que estuvo secuestrada durante 17 años, no es nada fácil. De todos modos
tenemos mucho entusiasmo, muchas ganas de hacer las cosas bien, y vamos
creciendo, vamos consolidándonos. De 15 que éramos en el momento de la
elección, ahora ya somos un grupo de alrededor de 50 estudiantes. Esperamos que
ya pronto se visibilicen los cambios que estamos emprendiendo. Todos los
ataques mediáticos que estamos recibiendo entendemos que responden a nuestra
decisión de tocar las redes corruptas dentro de la universidad, pero eso no nos
va a detener. Seguiremos trabajando con una política estudiantil adecuada a los
tiempos actuales rescatando los logros históricos de quienes nos antecedieron.
Nuestras principales articulaciones son con el movimiento social, con los
pueblos en resistencia. Queremos que la población pueda volver a confiar en el
movimiento estudiantil...
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